EN BUSCA DE UN MODELO SOCIAL.PARTE 1.

Multitud por James Cridland

En un mundo donde se están produciendo grandes transformaciones sociales, la mayoría de ellas, dirigidas desde las élites, conviene acercarnos a las nuevas corrientes de pensamiento, críticas con el actual proceso nacido del neoliberalismo pero también producto de un error histórico cuyo origen hemos de buscar en la Ilustración y su idea de emancipación del hombre y la libertad como valor supremo.

Desde los filósofos de la Escuela de Frankfurt, Hockheimer, Marcuse y Adorno en una primera etapa, Habermas y Offe y más tarde Honneth, Sheila Benhabib, Walter Benjamin, Luckas, Reyes Mate etc.. y algunos cercanos como Eric Fromm, todos desde una corriente neomarxista pero cuidandose mucho de ser un grupo cerrado sino un grupo donde la tensión se palpa en sus divergencias acerca de la crítica que merece la Ilustración por su excesivo tecnicismo y cienticifismo que la ha alejado de la realidad y ha supuesto el fracaso de una nueva construcción del ser humano y su entorno social en el que identificarse, ese mismo entorno que desde los principios de la Ilustración se desvió y logró crear monstruos amparados en las mayorías y el Estado, bajo cuya dudosa legitimidad cometieron los mayores crímenes de la humanidad. Esa misma legitimidad que sigue fabricando mayorías irreflexivas que deciden al amparo de la disciplina de voto de la cúpula de partido o de una minoría rectora que sigue creyendo que los ciudadanos no saben cuales son sus intereses y por tanto necesitan a las élites de partido para guiarlos.

En éste entorno resulta reconfortante encontrar a pensadores que, como Enrique Dussel, De Sousa Santos, Michael Walzer, Etzioni, MacIntyre o Taylor, toman la teoría crítica y la proyectan a nuestro tiempo intentando corregir las deficiencias del liberalismo.

Dussel forma parte del movimiento altermundista, lider del Foro Social Mundial de Portoalegre junto a Chomski y otros pensadores. Para Dussel, el pensamiento moderno ha dejado fuera todo lo que no entraba en su propio modelo, insiste en que se ha dejado fuera al indigena, al indio, al pobre y con ello se ha dejado fuera un orden simbólico que serviría hoy como alternativa al neoliberalismo dominante. Lo que más dificilmente encaja el sistema es lo que significa el indigena, el perteneciente a culturas que han sido despreciadas. El movimiento indigenista en America Latina plantea una alternativa al modelo de contrato social de nuestras teorías liberales, está saldando cuentas con un modelo que los ha discriminado. En America se ha reproducido el modelo europeo, ésta exclusión ha sido tan fuerte que lo que surge es una minoría, un tipo de persona con unas características que no son las de la mayoría de la población, principalmente en México, Bolivia y Colombia. Según Dussel hay que dar voz a los sin voz, que entren en la comunidad de dialogo los que tradicionalmente y de una manera radical han sido excluidos. En este sentido, lo único que es racional es la afirmación de la vida humana, algo que la modernidad ha negado. Sus críticas al neoliberalismo de Yale y Harvard donde sus dirigentes hacen recetas que acaban con las esperanzas de todo un pueblo sin apenas inmutarse son extremadamente radicales. Este tipo de racionalidad ha tenido efectos devastadores de carácter ecológico que han sumido en la pobreza a millones de personas. Dussel cree que si no hay un cambio radical la situación permanecerá o irá a peor, la única posibilidad de futuro es dar voz a los sin voz, hacer que formen parte del discurso público.

De Sousa dialoga con la postmodernidad, una especie de localismo globalizado, una entidad local: la liberal, se constituye como fuera válida para todo el mundo. También participa en el Foro Social Mundial que quiere la participación en el discurso mundial de los excluidos. El comunitarismo aparece en esta coyuntura, una corriente de pensamiento cuya idea principal reinvidica el papel de la comunidad, se presenta como alternativa al individualismo posesivo. La crítica del comunitarismo al liberalismo ha calado en De Sousa y se ha resituado ante ésta crítica. He de decir que hay una gran dificultad para situar a los diferentes autores que mantienen una postura liberal comunitaria, comunitaria liberal etc… No todos los comunitarios son antiliberales ni todos los liberales son contrarios al papel de la diferencia que se da en el comunitarismo. Este hecho que nace del dialogo y la confrontación de planteamientos, como diría Walzer (liberal social) abogan por fortalecer las comunidades pero sin olvidar el descubrimiento kantiano de la autonomía de las personas del mejor liberalismo. Hay que dar un papel preponderante a las comunidades siempre que no ahoguen a las personas. Este debate se proyecta en un debate teórico sobre ciudadania diferencial, sobre políticas de reconocimiento de las propias culturas y se proyecta en el multiculturalismo, es una realidad, un fenómeno de hechos, nuestras sociedades son multiculturales. El multiculturalismo viene a decir que es mejor una sociedad multicultural y que esa convivencia debe organizarse de forma que esas culturas se toleren, se enriquezcan y y pueda valorarse la identidad de cada uno como positiva, mejor que la uniformidad. Esas diferencias han de tener una relevancia pública y política.

Amitai Etzioni crea la plataforma para descubrir de donde surge el debate liberalismo-comunitarismo. Etzioni estudió en Israel, antes fue alemán y cambió su nombre, trabajó en los kibbutz y de alguna forma lo tomó como modelo de organización social. Creó la red de comunitaristas que reunía a centenares de intelectuales. Piensa que la sociedad debe organizarse en red, hay que superar el individualismo, la idea del individuo aislado/autosuficiente. El modelo de contrato social hay que superarlo creando redes flexibles, diversas, de cooperación, de encuentro entre las personas pues somos seres sociales, no somos gónadas aisladas. Las relaciones son libres pero no exclusivamente dependientes de nuestra voluntad, nacemos contextualizados familiar, nacional, lingüisticamente etc…Todo ello nos aporta valores que nos constituyen a nosotros como personas, no hay una asociación artificial sino que hay una sociabilidad natural. No establecemos lazos comunitarios sino que estamos de forma natural en comunidades que son parte de nosotros mismos y nuestra integración a esa comunidad no depende exclusivamente de nuestros deseos, no lo rompemos cuando queremos sino que hay algo más fuerte que nos une pero a la vez son flexibles pues formamos parte de varias comunidades.

Etzioni crítica los postulados del liberalismo posesivo, la idea de que las personas nos regimos por una racionalidad egoísta o interesada. El modelo de mercado, el competitivo, el de los intereses se ha erigido en el criterio dominante y de ese modo se piensa que todo tipo de relaciones humanas se rigen por la competencia, sobre todo en las relaciones laborales se ha querido que primaran los intereses individuales (capitalismo). Hay otros valores o criterios que también operan en la realidad y que debemos tener en cuenta, impulsar cada vez más los valores de cooperación, solidaridad en los que el otro puede primar por encima de mis intereses. En la toma de decisiones se conjuga esa decisión egoísta con valores relacionales, cooperativos, no individualistas. Esto se da de hecho pero el sistema parece negarlo, no quiere verlo porque quiere primar lo contrario. Ese individualismo posesivo en el neoliberalismo ha sido potenciado a su máxima expresión. De hecho la solidaridad parece un término pasado de moda, todos los valores del pasado se quieren enterrar pero Etzioni dice que siguen vivos.

Como sujetos estamos vinculados unos a otros, a diferentes comunidades que nos proporcionan criterios morales vinculados a referentes que configuran nuestra identidad. Esos criterios morales se han ido apartando de la vida pública, laboral, de amistad, familiar etc… Se han ido negando porque son un elemento de resistencia para el funcionamiento del sistema. Si al sistema le interesa la globalización económica, la deslocalización, es necesario inculcar un modelo de vida en el que convenga renunciar a los lazos afectivos, familiares etc.. en pro del beneficio económico para que las personas supediten todo a la maximización del lucro económico. Todo ello crea un clima social que lleva a la despersonalización, a creer que solo nos regimos por la competencia económica cuando la realidad es que serán otros elementos los que nos harán sentir mejor. Crear la ciudadanía asentada en virtudes cívicas, los derechos no pueden mantenerse sin un sentido del deber, asunción de responsabilidades, los derechos han surgido de la mentalidad individual liberal pero la auténtica realización de los derechos solo es posible superando esa mentalidad. Si uno solo reivindica su derecho, los derechos humanos son irrealizables como derechos universales. Para que esa idea pueda realizarse tienen que desprenderse de ese individualismo egoísta. Los derechos solo pueden entenderse en un marco intersubjetivo, luchar por los derechos es luchar por los derechos de todos, es una lucha comunitaria. En ese sentido los derechos y los deberes se dan la mano, el problema de los derechos es que se han entendido al margen de los deberes. No deben primar unos sobre otros sino complementarse. La regla de oro de Etzioni es que el comunitarismo debe aceptar el desafio de de establecer un equilibrio entre autonomía y valores compartidos, lo personal y lo comunitario. Una buena sociedad es aquella que ni ahoga al individuo ni lo abandona en el vacio, es la que aporta a ese individuo valores que le permitan ser crítico incluso con esa sociedad.

Si un individuo estuviera totalmente aislado no tendría criterios para juzgar. La sociedad nos aporta esos criterios y desde ahí alcanzamos una madurez incluso para apartarnos de esa sociedad. El individualismo exacerbado va en detrimento de la autonomía de la persona, la autonomía exige relación, vínculos interpersonales y comunitarios y en este sentido es en el que los derechos deben ser complementados con las responsabilidades, ser autónomo es responder por uno mismo y por los otros, asumir las propias cargas y las del otro, especialmente ante o con aquel que tiene más dificultades para salir adelante por si mismo. Una sociedad individualista acaba primando al más fuerte, si no hay esas redes de apoyo mutuo inevitablemente algunas personas se quedan en el vacío, descolgadas del sistema inmisericorde.

El proyecto es el de una sociedad en la que los lazos comunitarios sean revalorizados y esas virtudes cívicas hagan que las personas actúen pensando en el bien común y no en sus propios intereses. Cambiar el sistema es imposible si no cambiamos nuestra mentalidad, si no buscamos redes de apoyo, si no nos responsabilizamos de los otros. Las reformas políticas y económicas son impredecibles pero han de partir de un cambio ético y hay que resistir al valor que se inculca que es el valor de la ganancia económica desde lo más pequeño hasta los movimientos sociales que nacen comunitariamente. El comunitarismo ante todo, lo que pretende es una alternativa a lo peor del liberalismo, no al liberalismo mismo porque en las raíces del liberalismo también hay una idea de persona distinta a la que después ha ido preponderando. El liberalismo ha sido inocente, creía que nos conduciría al bienestar y que ese bienestar podría repartirse entre todos. La realidad ha demostrado que ese objetivo no se ha logrado, esa mano invisible de la economía no funciona así. Hay que buscar el respeto de la autonomía personal y la idea de que todos tenemos una dignidad que debe ser respetada que da lugar a una serie de derechos.

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