¿Y después de las europeas?

 Trascurridas unas horas desde que hemos conocido los resultados de las elecciones al parlamento europeo hay varios análisis que hacer. El primero es la baja participación, habitual en estas citas electorales, cercana al 45 % del electorado que, no obstante, supera levemente a la que ya se produjo cinco años antes. Los que propugnábamos la abstención activa no podemos darnos por satisfechos puesto que, en una situación límite de corrupción, desmantelamiento del estado social y descrédito de la política todavía hay un porcentaje alto de personas que han creído necesario participar en unos comicios que, además, sirven de poco: como ya sabemos nada pasaría si se aboliera el Parlamento Europeo, cobijo de políticos en horas bajas a los que los partidos colocan allí porque no hay dónde meterlos en España, muchos acosados por corruptelas, otros quemados por una nefasta gestión en sus respectivos cargos caciquiles, la mayoría para que, dos días a la semana, tengan su buen sueldo por no hacer nada en absoluto. Lo dicho: un retiro dorado de viejas glorias que, además, no representa a la sociedad europea puesto que se eligen en listas de partido y no en distritos pequeños.

Y sin embargo la participación aumenta, curiosamente al contrario que en otros países, que ya hace muchos años se dieron cuenta de que todo esto es una pantomima siniestra y muy cara y prefieren quedarse en casa que participar en una broma de mal gusto. Posiblemente la irrupción de micro-partidos ha motivado a muchos abstencionistas declarados (las encuestas así lo certificaban) a acercarse a las podridas urnas a obsequiarles con su voto. La victoria de la abstención no ha tenido ningún efecto por el crecimiento de la participación, rompiéndose además algunos mitos de los anti-abstencionistas militantes, como que una baja participación reforzaba al PP. Ha sido todo lo contrario porque la abstención, en realidad, revela un hartazgo, un alejamiento y un posicionamiento claro contra la casta y es transversal a todas las ideologías, por mucho que se haya insistido machaconamente que solo se abstiene la izquierda.

Por otro lado, pocos de los minoritarios en realidad han salido reforzados, tan solo el proyecto de Pablo Iglesias (Podemos), el joven profesor de Ciencias Políticas, muy mediático, y que ha sabido hacer una gran campaña dirigida a sectores concretos de la población, en un movimiento interclasista que atrae a muchos de los que estuvieron (estuvimos) en las jornadas del 15-M. El resto de los partidos pequeños no ha conseguido gran cosa a parte de, como decimos, forzar una mayor participación. Izquierda Unida sube, igual que UPYD pero sus resultados son tan decepcionantes que es como si hubieran sufrido un revolcón. Ciudadanos entra con fuerza pero limitada.   Los demás, incitadores al voto, como el juez Silva o VOX quedan fuera a pesar de acumular cientos de miles de votos, como ya advertíamos muchos, era voto tirado a la basura. Destacable es la subida de ERC en Cataluña, que supera ya a los conservadores catalanes, partidos que por otro lado no son minoritarios sino todo lo contrario, es decir, en Cataluña se refuerza la casta de siempre, un nuevo bipartidismo.

Se proclama a los cuatro vientos el fin del bipartidismo en base a unos resultados en los que los dos partidos mayoritarios casi alcanzan el 50% del total de votos válidos. Y hay que decir que esto es extremadamente precipitado. Hay que tener en cuenta el índice de participación, muy bajo, con una más que probable abstención de castigo a los dos grandes (por primera vez vemos abstención en la derecha) , el distrito nacional, único que favorece que todos los votos cuenten por igual (parece mentira que no sea siempre así, tal y como afirma la Constitución ) y la propia idiosincrasia de estos comicios, en donde muchos votantes no utilizan el voto útil de las generales sino que se aventuran, por lo salvajemente intrascendente de las europeas, a depositar su papeleta en proyectos extravagantes de corto alcance o en coaliciones que no se volverán a repetir en el futuro inmediato.

El bipartidismo no está realmente en peligro a corto plazo. Veamos por qué. En primer lugar porque sus resultados, siendo una debacle, les dejan todavía un margen de recuperación: convencer a sus votantes abstencionistas, en torno a diez millones de cabreados que muy posiblemente en el caso del PP regresarán a las urnas si los medios tradicionales de la derecha consiguen convencerlos de que PODEMOS es un peligro real de que la extrema izquierda llegue al poder y de que la monarquía caiga. Sería una titánica labor la que tendría PODEMOS y la izquierda real: convencer a gentes conservadoras de lo vital del cambio. Algo difícil de imaginar todavía, quizás más adelante sí.  Por tanto el PP tiene campo de mejora de cara a las generales aunque no tanto como creen en Génova. Han vuelto a resultados de la era de Fraga pero queda año y medio y la machacona repetición de mentiras puede convencer todavía a más de un desilusionado. El PSOE lo tiene peor pero cuenta con un as en su manga: el cambio de caras y el hecho de haber tocado fondo. Rubalcaba estaba ya amortizado, de hecho nadie entiende porqué no dimitió tras las generales a no ser que altas instancias del partido y del estado le hayan forzado a seguir, precisamente por algo tan absurdo como el sentido de estado, machacona expresión repetida hasta la nausea en las últimas horas.

El varias veces ministro no será el cartel socialista en 2015 y eso, per se, supone una recuperación, quizás no suficiente para sobrepasar al PP pero si para que juntos, PP y PSOE puedan gobernar o, al menos, no sufrir el tan esperado descalabro del bipartidismo. No hay que desdeñar la ley electoral y las circunscripciones provinciales, perfectamente diseñadas en la Transición para favorecer la formación de dos grandes bloques que perpetuaran un régimen sin democracia representativa. Con todos estos elementos habrá de deducir que el fin del bipartidismo, a corto plazo no se ve, por muchos votos que PODEMOS pudiera robarle al PSOE o a IU.

El futuro, por tanto, se avecina todavía muy negro para los que detestamos el régimen del 78.  Por de pronto ya han empezado la campaña del odio orwelliano contra PODEMOS  y las alabanzas al PSOE al que ahora parecen querer mucho los periodistas de la extrema derecha que salpican tertulias y columnas. Se les ve demasiado el plumero, los resultados han producido en ellos un problema de esfínteres, un temor que es infundado todavía y creen que hay posibilidad de ruptura desde dentro lo cual es más que aventurado. De hecho los abstencionistas seguimos pensando que, hoy por hoy, desde dentro no hay nada que hacer. Si trasladamos los resultados de las europeas, ejercicio precipitado por la imposibilidad de un distrito único como ya comentábamos, a unas elecciones generales, PP y PSOE obtendrían todavía, en el peor momento de su historia en torno a 220 diputados. La situación sería ingobernable porque no se podría sumar con los pequeños  y tomaría cuerpo el tan cacareado pacto a la alemana, algo de lo que no quieren ni oír hablar en Ferraz porque entonces sí, el bipartidismo habría pasado a la historia en este país y comenzaríamos a hablar de monopartidismo, ( que de facto no ha dejado de funcionar en España desde el 78) en el que el PSOE acabaría disolviéndose en el estercolero de la historia.

3 comentarios sobre “¿Y después de las europeas?

  1. en parte da tristeza mas que nada oirte hablar, o escribir.
    no por el significado profundo de tus reflexiones que puede ser valiosisimo, sino por el significado directo.
    como cuando dices que votar al juez ha servido de nada….
    genial, pero eso no lo dices en tu supuesto sistema de distrito de quien vota al carnicero sabiendo otros se organizan por poder, y pueden desbancar totalmente , infinitamente mas totalmente en ese sisetma que en este que tambien esta podrido.

    pero mas inri da tu primer parrafo donde argumentas valores de abstencion, y aunqeu no estes satisfecho, lo curioso que te resulta satisfactorio es la abstencion en si mismo, como si el sitema de distritos fuera mas democratico, pro finalmente en la segunda vuelta o incluso en la primera, y haya segunda o no la halla, la gente, vea que debe votar, pro que debe elegir bando para luchar, y para que otro, no solo obtenga poder absoluto, sino que encima se autonombre, representante de todos los electores, como si ahi, por ser un sistema, que presiona al voto, al sentirse, qeu si pierdes vas a ser devorado, y unicamente preservado en derecho por la constitucion, que en realidad, es la anulacion del valor de represntacion, sientes finalmente que abstenerse con trevijano tiene suficiente castigo como para no hacerlo, ni aunque tambien pudieras considerar los resultados, no son satisfactorios, sino bodrios absolutos.

    por ultimo decir, que no escucho a trevijano decir nada, de como lloran y no duermen los representantes de distrito, al saber de la abstencion que tambien tienen… simplemente no lo escucho..

    pero reconozco la unica manera de legitimar un sistema qeu se basa en poder de mayoria pura como el de fuerza de mauyoria sobre minoria, y rechazo de dialogo, y de todo, es eso mismo el rezar para por juicio divino o por que otro haga la revolucion que otros ya se apuntaran a ella para ya luego hacer el sistema,_
    se requiera eso mismo, pues luego la gente, identicamente votando por odio y por poder, poco pueden deslegitimar al sistema cuando no obtengan poder de su voto, y si encima el sistema, te somete a tan gran baremo de incapacidad si no ganas, al otorgar poderes omnimodos, en ese caso, esta claro qeu desde luego es todo un arte, el decir, qeu el sistema ahora si se legitima por la votacion y el numero de votantes, cuando ahi solo el voto es el voto del miedo maximo, maximo y absoluto a ser doblegado sin miramiento.

  2. segun opino yo, como minimo falta algun sentido critico sobre lo que son los dogmas que expones.
    comenzando por analizar lo que era el imperio romano, donde segun se dice, a los esclavos les podias dar una espada y obligarlos a matarse entre ellos en un sitio de espectaculos.
    y aunque no cuento con estadisticas, pero tengo entendido que no se abstenia ni el 1%.

    En fin, no creo que el no abstenerse sea o represente nada, si el sisema puede diseñarse, y tal vez eso es el sistema de distritos, para lograr putear tanto que al final, por elegir entre matar o morir, tu mismo entres a elegir matar o intentar matar.

    pero vamos, que supongo que todo esto ya esta totalmente super discurrido, pues con decir, que el elegido es representante de todos, ya esta… ¿ no ?
    y como la mayoria contra las minorias es la democracia, pues ya esta, no?
    y como no se abstiene ni uno, pues canto a la boca… y zas…..

  3. Vamos a ver, no se si me expresado bien: ¿qué tiene que ver el sistema uninominal con la prohibición de la abstención?. Yo soy abstencionista pero creo que si hablamos de democracia representativa lo más cercano al elector es el distrito, si fuera de dos personas por distrito, pues uno representaría al otro, sí o sí pero el parlamento tendría 45 millones de diputados, vamos, que no sería para nada operativo. Otra cosa es la democracia directa de la que yo soy partidario, sobre todo del referéndum vinculante y de las iniciativas legislativas populares. El asamblarismo no es operativo en un país grande.

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