Me da vergüenza, infinita vergüenza

Jordi Pujol, español del año. Imagen diario ABC

Me da vergüenza,  me sonroja y me causa rabia la situación actual de esta España, en el que el poder manipula tan fácilmente a la población,  hasta tal punto de que los asuntos que más perentoriamente afectan a la vida de los ciudadanos, como la corrupción organizada, el crecimiento de las desigualdades, el descenso anunciado de las pensiones (suben el 0,25%, es decir, pierden poder adquisitivo), los bajos salarios, la explotación laboral o el enriquecimiento brutal de una minoría a costa de no pagar impuestos,  como aquellos “Priviliegiados” del Antiguo Régimen no aparezcan en los medios desde hace meses. España es ya uno de los países más desiguales de entre los occidentales, pero eso no parece ya importar a nadie pues el asunto catalán ha totalizado  la España entera. De esta manera el problema de pluralidad infomativa que estábamos padeciendo desde hacía años no ha hecho más que agravarse. Hechos graves están pasando de soslayo por las grandes cabeceras que parecen todas, al unísono, bailarle el agua al poder establecido, machacando sin piedad a las posibles alternativas.

Me da vergüenza, infinita vergüenza que a estas alturas de la historia,  en España, en Cataluña, el nacionalismo haya eclosionado en abierto independentismo consiguiendo en poco tiempo  que  de un 15-20% de separatistas de toda la vida, que siempre estarán ahí,  haya conseguido incorporar a millones que ven el movimiento como una esperanza de un futuro mejor.  Dentro de ese aproximadamente 50% de la población catalana que apoya ahora el separatismo existen muchas personas que han visto la ruptura con España como una posibilidad de construir un país mejor y  más libre, lejos del estado inmovilista que ha sacralizado la Constitución y ha sido incapaz de reformarla en un sentido más democrático e integrador. Estas personas no necesariamente están adoctrinadas, pero si que deberían de haber reflexionado sobre cuáles eran sus líderes, muchos de ellos tan corruptos y cómplices con el gobierno de eso que llaman “Madrid”.  La esperanza para los que creemos que es posible el cambio, e incluso la ruptura, pero desde una España democrática integrada en una Europa abierta y no sojuzgada al capital, es que ese porcentaje “sobrevenido”  de separatistas comprenderá finalmente  que el nacionalismo acaba siendo siempre un mal camino. Que en una España nueva todos podríamos sentirnos orgullosos de ella, sin importar de dónde procedamos, quien sabe si en un sistema federal o confederal, incluso republicano si así lo quiere la mayoría.  Desde luego hay mucho por cambiar y casi todo por reformar, pero levantar nuevas murallas, nuevas fronteras en estos momentos no tiene sentido. Además los que quieren poner fronteras aseguran, en una flagrante contradicción, querer seguir formando parte de la Unión Europea, lo cual suena extraño, sobre todo teniendo en cuenta que la soberanía auténtica no está en los pueblos sino en su Banco Central, apéndice germano. Recordemos el ejemplo de Grecia y como la ignominia de la burocracia europea y eso que conocemos como “los mercados” aplastaban sin contemplaciones a toda una nación que había votado legítimamente un rumbo diferente para su patria.


Es obvio que el problema catalán ha llegado a unos extremos que ninguno de los pirómanos ( de un lado y otro) podía siquiera atisbar. O sí. Lo sabremos dentro de mucho tiempo con total seguridad. Incluso las potencias foráneas que puedan estar interviniendo en la sombra, como ocurre en casos similares.  Pero ello no nos debería apartar de un asunto clave que se está viendo con claridad estos días y es el tremendo peligro para la libertad de expresión que estamos viviendo en nuestro país. De Venezuela hemos pasado a Cataluña. El que la totalidad de las tertulias y los informativos de televisión y radio nacionales, así como la prensa escrita y parte de la digital, sólo hablen de la cuestión catalana desde una falta de pluralidad en los comentaristas pasmante, no puede más que inquietar a cualquiera que crea que la libertad de expresión y opinión, el pluralismo ideológico en definitiva, es indispensable en cualquier democracia que pretenda ser avanzada. Da que pensar el estado en que ha quedado la prensa en este país (la de investigación, creada por el Diario El Sol en 1921 con un reportaje sobre el Desastre de Annual, se ha esfumado de las grandes cabeceras)  manipulada por el poder ejecutivo que destituye a directores de periódicos y controla la mayoría de la información que la gente digiere (Soraya, esa cordera con piel de lobo). Solo hay que ver el goteo de despidos de periodistas críticos en los últimos meses, también en el diario que siempre fue referencia del progresismo español.  Resulta lamentable eschuchar a mucha gente decir que ha tenido que desconectar de los mass media por salud mental,  que ya no ve informativos, viviendo casi en una especie de Matrix, solo preocupados de su realidad más cercana. Que ya no se hable de política en el trabajo, con la familia o los amigos. En Cataluña desde hace años, y ahora en el resto de España. Es así de triste.

Me produce una tremenda vergüenza y tristeza que sigamos siendo una anomalía en muchos aspectos, que no hayamos aprendido casi nada de la historia.  Lo cierto es que somos un país peculiar en el que no parece siquiera que nos podamos poner de acuerdo en unos símbolos aceptados por todos, que sean verdaderamente integradores. En tantos años no ha sido posible acordar una letra para la Marcha Real, himno oficial, a pesar de varios intentos. Somos así, es parte de nuestra idiosincrasia como país. El origen posiblemente haya que buscarlo en el ultranacionalismo que nos sojuzgó durante casi 40 años, imponiendo unos símbolos que, por la ley del péndulo, ahora muchos rechazan. Pero ese no es un problema grave en estos momentos aunque sí preocupante. La explosión nacionalista de estos días, con los balcones rojigualdos, plenos de banderas sobrevenidas, como “de última hora” (solo hay que fijarse en sus dobleces y su falta de planchado previo) solo tiene parangón en la Cataluña de los últimos meses y años, con esa bandera “estelada” a la que tan bien le han sacado fruto sus partidarios. El problema es el estado de las cosas hasta conducirnos hasta esta situación límite, buscada o no por las partes.

El nacionalismo, siempre sembrando la discordia, como tantas otras veces en nuestra historia contemporánea. El español, moderado después de la Transición, aun con pequeños grupúsculos radicales de derechas, fascistas que jamás tuvieron castigo democrático y el catalán, moderado hasta la deriva de los últimos años, aunque larvado desde décadas con la permisividad de un estado profundamente corrompido. Quizás por eso es tan importante que rechacemos ciertas ideas que se repiten como el argumentario de una secta.  La manida excusa de que el Tribunal Constitucional tuvo la culpa, que sojuzgó a Cataluña, que de la sentencia derogatoria de algunos artículos se derivan todos los males actuales es ridícula sobre todo teniendo en cuenta que el “estatut” de autonomía vigente (2006) fue aprobado por una minoría del pueblo catalán, con una altísma abstención del 51% , que en cualquier democracia supondría su anulación automática de todo el texto, por mucho porcentaje a favor que tuviera. Recordemos también que, junto al PP , los republicanos de ERC pidieron el voto en contra ( sí, esos que ahora claman al cielo por la citada sentencia del estatut).  Queda claro que el pueblo catalán no tenía gran interés en modificar el statu quo que se le había concedido durante la Transición.

Me da pena que el PP, con su demagogia y populismo nacionalista ( este partido sí que ha sabido siempre jugar y ganar la carta del populismo) calentara en exceso la situación, con aquella nefasta recogida de firmas contra el estatut.  Pero conviene repasar la historia más reciente. El periodista José Antich publicó en 1990 en el diario El País ( cuando este todavía era el diario de cabecera de la España progresista) un artículo en el que revelaba la obsesión del gobierno de Pujol por, cito textualmente, “inculcar el sentimiento nacionalista en la sociedad catalana, propiciando un férreo control en casi todos sus ámbitos, con la infiltración de elementos nacionalistas en puestos clave de los medios de comunicación y de los sistemas financiero y educativo“. Este documento público, que sirvió de base para las elecciones autonómicas de 1992, no siendo el único que refleja ese afán totalizador del nacionalismo catalán, revela una hoja de ruta clara y meridiana. Los diferentes gobiernos del estado, sabedores de sus intenciones, no tuvieron remilgos en pactar y ceder cada vez más ámbitos de decisión ante lo que claramente era ya una deriva de desestabilización del estado. No solo eso, sino que Jordi Pujol sería calificado por Luis Mª Ansón, director del diario monárquico ABC como “hombre de estado” y ensalzado como español del año poco tiempo después. Esa derecha que ahora se rasga las vestiduras por el desafío y la desobediencia de aquellos con los que pactaba lo que hiciera falta con tal de conservar el poder. Vamos, lo que todos entendemos como unos auténticos “patriotas” (entiéndase la ironía).

Me abochorna, me da coraje y mucha más vergüenza, gigantesca vergüenza, porque amo a España (su creatividad y su arte, sus buenas gentes, sus monumentos y músicas, su diversidad cultural y lingüística) observar la inacción de un gobierno débil y pusilánime, dirigido por un incapaz burócrata que lleva décadas en diferentes responsabilidades actuando siempre como el que lleva un negociado. Ese señor es incapaz de proponer nada, ni negociar siquiera con la oposición política que durante años le advertía de la gravedad del asunto, para que Cataluña y las “nacionalidades  históricas” (concepto reconocido por sus señorías en el 78) encajen otra vez  y se sientan entendidas dentro de España, arrebatándole así el “relato” al nacionalismo catalán, convertido ya en secesionista y que había alcanzado, como mínimo, nada menos que a un 48% de los catalanes hace año y medio. Los últimos “mártires” que se están entregando en bandeja al separatismo no harán sino incrementar la desafección de la gran mayoría de catalanes, para desgracia de esa otra inmensa parte que se siente tan española como catalana, que no tendría por que soportar un escenario de ruptura tan traumático.  A veces parece que esté todo pactado entre ambas oligarquías, dado el desarrollo tan rocambolesco de todo el asunto: encarcelamiento de líderes callejeros, aplicación del 155 y elecciones autonómicas que nadie sabe si los catalanistas presentarán como Constituyentes, con lo que el arreglo podría acabar en una auténtica chapuza, una más en nuestra historia, una nueva “patada hacia delante”, tan típica del señor que nos gobierna.

Lamentable que la única respuesta sea la ley y solo la ley (otra vez lanzando la constitución a la cabeza de los discrepantes). Me ha entristecido también como se ha ultilizado, tarde y mal, como siempre,  un asqueroso chantaje económico, cómo si unas creencias arraigadas pudieran ser compradas, como si los sentimientos pudieran mutar por arte de birlibirloque. Repugnante ha sido ver como a última hora esas enormes empresas huían como ratas que abandonan un barco que naufraga mientras han callado y pagado sus correspondientes comisiones mientras se beneficiaban de un voraz sistema consentido desde los diferentes gobiernos. Razón llevaba el lúcido Borrell.  Mal camino llevamos, y me vuelve a causar tristeza, cuando las respuestas dadas son citar el destino del presidente Companys, detenido por proclamar una república catalana dentro de una España federal y años después fusilado por Franco o ese bochornoso “a por ellos” más típico de una visión carpetovetónica que de un estado europeo del siglo XXI. Por no hablar de toda esa gente que ha justificado la violencia desaforada de las fuerzas del orden  con un “se lo merecían, ¿por qué fueron a votar y no se quedaron en casa?”, cómo si votar fuera delito (sí la convocatoria ). En este sentido quiero remarcar  mi respeto a la policía y guardia civil llevadas al matadero por la incompetencia de sus mandos. ¿Dónde están las responsabilidades políticas?. Ni están ni se las espera, como siempre.

Me enoja, me sigue dando vergüenza, inmensa vergüenza ver como mi país se precipita al vacío por culpa de unos políticos infames (del gobierno y del resto de partidos) y una ciudadanía adormilada, apoltronada después de que aquel ya lejano 15M pareciera atisbar una esperanza de que este estado parido hace 40 años pudiera ser reformable.  ¿Dónde está esa necesaria sociedad civil organizada, básica en toda democracia avanzada?. Debemos entender que una Constitución no es un texto sagrado e intocable. Aunque la vigente se elaboró bajo coacción militar y es la más rígida de Europa, aspecto fundamental en toda esta crisis, se debe cambiar porque, como dijo Jefferson, “Cada generación tiene derecho a tener su propia constitución”. Obviamente en EE.UU. y en cualquier democracia avanzada, se han ido estableciendo enmiendas y reformas que han actualizado la Carta Magna.  No se trata de ponerlo todo patas arriba aunque razones hay para ello. Me agota escuchar a personas que no han tenido ni la decencia de ojear el texto constitucional abrazarlo como si fueran las tablas de la ley. Ahora se vuelve a hablar de una reforma constitucional. Ahora, repito. Tarde y mal. Dentro de unos meses, si en las elecciones catalanas fracasa el independentismo y la tensión se relaja (cosa imposible de vislumbar a día de hoy)  se irá olvidando el tema y a lo máximo que llegaremos será a un retoque pactado desde las élites.  Todo parte de un mal entendido “patriotismo constitucional”, concepto absurdo, pues si se es patriota no es a un texto sino a una idea o patria, es decir, al terruño que te vio nacer, en donde nacieron tus padres y antepasados, tu país.

Me causa ira, rabia y una vergüenza inconmensurable, difícil de asumir para un español del siglo XXI que utiliza la razón y no la pasión, la deriva autoritaria del catalanismo político, que parece que se alimente solo de un falso victimismo catapultado en los últimos años de gobierno popular. Para nada  ha ayudado, es cierto, que el gobierno central se haya  dedicado a boicotear toda ley emanada del parlamento catalán, sobre todo las de carácter más social. Pero no es de recibo fiarlo todo a una quimérica independencia de la mano de un partido tan radical como las CUP, que no representan el modelo más ejemplar de tolerancia hacia el discrepante, cosa que se ha podido comprobar en la bochornosa sesión parlamentaria en la que se aprobó la ley de transitoriedad y la de referéndum. Normal que mucha gente se pregunte cómo se puede ser de izquierdas y ayudar a la burguesía conservadora a lograr mayores privilegios. O qué dónde queda la idea de igualdad y el internacionalismo. Aunque Marx se equivocó en este asunto, pues los obreros europeos se mataron defendiendo a sus patrias durante la I Guerra Mundial, resulta chocante ser de izquierdas y defender privilegios de origen medieval, pues una de las históricas reivindicaciones, que hacen suya los de la izquierda nacionalista es una hacienda foral como la vasca y navarra.

De nada vale ya que nos lamentemos del adoctrinamiento de los jóvenes catalanes. Aunque Ciudadanos lleva años denunciándolo, es claramente demagógico apoyar una recentralización de competencias y votar un pacto presupuestario con el PNV, no haciendo mención al sistema educativo vasco y las “ikastolas”. Rivera parece que olvida ese pasado no tan lejano en el que unos jóvenes debían de levantar los brazos al viento y cantar un himno cada mañana al entrar al colegio. O que estudiaban una historia absolutamente inventada junto con aquella abyecta asignatura de “Formación del Espíritu Nacional” absolutamente vomitiva, con el único fin de adoctrinarles.  Cierto que en Cataluña se ha enseñado una historia nacional catalana, en muchas ocasiones enfrentada a la historia real de España, pero no olvidemos que muchos de los que enarbolaban esteladas eran ancianos y adultos que fueron esos jóvenes adoctrinados por el nacional-catolicismo. Por tanto, no está ahí el verdadero problema, es la sociedad, y es un problema de antaño. Respecto al profesorado, es cierto que abusos se han cometido pero, ¿entonces para qué pagamos un Ministerio de Educación?. ¿Por qué no se actuó hace décadas desde el estado central?. Ahora ya es tarde para el centralismo, eso no es posible ya porque sería rechazado por una inmensa mayoría.

Me produce tristeza, rabia y vergüenza, profunda vergüenza los acontecimientos de los últimos años que han conducido a la última e infame representación de este sainete grotesco , de una violencia innecesaria y que ha dejado una lamentable imagen de mi país. Desde aquel 9-N absurdo y sin garantías, permitido por Rajoy (como ahora, también se repitió por activa y por pasiva que no se vería a nadie votar),  produce una tremenda melancolía que seamos todavía un país tan monolítico, en dónde las bajas pasiones han puesto al descubierto un nacionalismo españolista desintegrador que creíamos superado, que supuestamente era cosa del pasado al incorporarnos finalmente al proyecto europeo.   Sin soberanía auténtica (en manos germanas), sorprende el fervor patriótico que ni con la violencia etarra pudimos siquiera atisbar. Este país ha sido incapaz de poner solución a un problema territorial que se irá enquistando cada vez más si no se le da una salida razonable. Ya sea con el cambio de una palabra (dónde dice nacionalidad, que diga nación) o con una verdadera federalización, con lo bueno y malo que esta pueda comportar para el soberanismo. Y por qué no, con una ley de consultas, al estilo quebequés, dónde se permita testar la opinión de un territorio aunque sea sin vinculación jurídica, y saber interpretar correctamente el mensaje de esa ciudadanía de manera democrática (una Ley de Claridad, como ya solicitaba aquí  hace unos años) Desde fuera no se acaba de comprender bien la anomalía española  sobre todo teniendo en cuenta los mencionados casos británico y canadiense, aunque no sean asimilables a los casos vasco y catalán, quizás por la pésima gestión en materia diplomática, con esa absurda y manida campaña de la “Marca España”, como si un país pudiera ser un producto que exportar.

Me genera una enorme pena  y me enfurece, me produce todavía más vergüenza , enorme vergüenza cómo el asunto catalán divide tanto a un país. Aquello de las dos Españas se traslada a chascarrillos y bromas, muchas de pésimo gusto, que ambos bandos (sí, otra vez han logrado crear dos bandos, como siempre) se arremeten en grupos de watsup o en las redes sociales, en una espiral que a nada conduce más que a la melancolía. Asco produce ver el resurgimiento de una extrema derecha, fascista en muchos casos, que está envalentonada ante el desafío independentista y que es incapaz de empatizar con el resto de sus compatriotas. Otra vez el “nosotros somos España” que tantas décadas tuvieron que soportar nuestros padres y abuelos: o estáis con nosotros o sois traidores,  odiáis a España, en definitiva, “no sois españoles”, como les gritan estos días a los Podemistas y sus confluencias.  Es lamentable que esta gente se haya apropiado de los símbolos que se establecían como emblemas del estado. Estos días vemos con estupor como la bandera de todos es blandida como antaño la del bando “nacional”, con agresividad por parte de una  minoría que ha resurgido al calor de este asunto. No quiero incomodar a los que con orgullo cuelgan la bandera que ondea en lugares oficiales como forma de protesta contra lo que creen una intolerable vulneración de sus propios derechos y ondean al viento la rojigualda, derecho tienen a ello pero estemos alerta: algunos fanáticos ya no usan la “pre-constitucional”, sino la de todos para excluir a los que no piensan como ellos.  Una bandera, la oficial, que siendo histórica, elegida por Carlos III  para la marina, no ha logrado ser aceptada por una buena parte de la sociedad quizás porque se la siga identificando erróneamente con la de un partido ( el “movimiento” insertó en ella sus símbolos, como había hecho Mussolini o Hitler en su momento). Recordemos en este sentido que España es un país peculiar, pues para una parte de sus ciudadanos la tricolor republicana cuyo uso es legal (sentencia del 15 de diciembre de 2003 del TSJM ) representa todavía una legitimidad anulada tras un golpe de estado. Por cierto, ¿Dónde están los republicanos españoles?. Desparecidos en combate, como si no hubiese una salida republicana y federal posible que nadie quiere explorar.

Me entristece también, la actitud huidiza y después amenazante del jefe del estado, que tardó muchos días en dar la cara, no se sabe muy bien por qué, para acabar compareciendo ante un retrato de Carlos III (que favoreció mucho a Cataluña pero prohibió su lengua). En su discurso mostró una enorme arrogancia y escaso talante dialogante.  Muchos analistas cortesanos, la gran mayoría en la prensa madrileña, compararon este discurso con el de la noche del 24-F de 1981. Nada que ver: aquello era una respuesta casi inmediata a un golpe de estado militar, con disparos y tanques, lo de ahora era una respuesta tardía a un referéndum ilegal, sin garantías y que carecía de toda validez desde cualquier punto de vista. En un momento dado podía haber cundido la impresión de que el rey no se ganaba su sueldo porque no apareció hasta muchos días después del 1-O. Cierto que contentó a miles, quizá millones, con ese tono duro pero también perdió una oportunidad de oro para invitar a la conciliación y reconciliación, a la unión de todos, incluidos los secesionistas, que tendrán, quieran o no, que convivir en el estado español durante mucho tiempo todavía.

Me inquieta y me da vergüenza, para finalizar, que todo esto no haya sido más que una mascarada para afianzar mediante una reforma puramente lampedusiana un régimen que caminaba a la deriva fruto de un desgaste visible por todos menos por los que padecen ceguera intelectual. Y que quizás todo este sufrimiento colectivo no estuviera ya pactado para poder seguir en este estado de impunidad en que se ha convertido la monarquía parlamentaria española, dónde el ejecutivo mangonea al poder judicial y a la fiscalía a su antojo. Algunos se preguntan que por qué Pujol no está ya en prisión, poco después aparece una noticia sobre el rey Juan Carlos y su realación con el expresident. España y sus eternos problemas sin resolver, enquistados por un estado de corrupción que los que gobiernan no están dispuestos a cambiar. La posibilidad de cambio está ahí pero mucho me temo que en nuestra vejez, con unas míseras pensiones, tengamos que volver a vivir de nuevo unas jornadas tan bochornosas como las vividas estos vergonzosos días.   A lo peor todo lo vivido ( y lo que nos queda) solo va a servir finalmente para que nos acordemos del nacionalismo catalán como aquel que propició la involución del régimen, como en otras ocasiones. Quien viva lo verá.

10 comentarios sobre “Me da vergüenza, infinita vergüenza

  1. Además de demasiado largo y repetitivo este hombre no pone la responsabilidad donde está, en el estúpido pueblo catalán, culpables 100%.
    Acá digo en España, parece que el sentido común estuviera bien repartido cuando es un pueblo de nulos y negados, del Atlántico al Mediterráneo y desde el Bidasoa al Nervión.

    Cataluña simplemente no es viable porque carece de recursos http://cort.as/Y-TY y como es una gente presuntuosa y unos agrandados ahora cosechan lo que se merecen, y esto no es nada, el año que viene estarán al nivel de Rumania, al paso que llevan.

    Y la culpa es de ellos, de quién si no, acaso no han visto Uds a las hordas rojas en la calle, la mayoría de ellos jóvenes desempleados y sin derecho a votar? Y los está usando la mafia catalana, el Jordi Pujol jr, el señor 3% para salir de la cárcel donde está por ladrón.

    La falta de sentido común entre la gente que vive en Cataluña, los de su raza los que sean, y los que fueron a vivir allá y en el referendum donde se jugaba su futuro, su empleo y la vida de sus familias, son tan ortivas que votan en blanco, vamos tienen menos huevos que un flan de Clesa, yo les metía una rodaja de salame en el sobre, en un referendum falso y tramposo por todos los lados.

    Son cobardes, son nulos y encima se creen vivos, no saben que con plata cualquiera es vivo, y se les acabó plata, pobrecicos.

    Un recuerdo para los presidentes de esas asociaciones para delinquir de empresarios catalanes, tan babosos, mentirosos, llorones y falsos como sus colegas políticos, es lo que son.

    Ah, y no nos olvidemos de las mujeres catalanas, que en una tierra de prostitución industrializada, con Figueras la mayor casa de prostitutas de Europa, pasan de todo, dame pan y dime puta parece que piensan, y del co+o de esas putas lgún céntimo me llegará a mi, queda claro que piensan las donas políticas de su pseudo-parlamento.

  2. viernes, 20 de octubre de 2017
    EL LARGO CALVARIO DEL PUEBLO CATALÁN
    Si España es una Nación de Naciones su drama particular despunta en sus intentos Independentistas, de alcance social tras el golpe militar del 4 de junio del 36. Si la asonada militar clerical no triunfó, fue por el levantamiento de los obreros y campesinos, armados tras asaltar cuarteles y arsenales encolumnados en la FAI y la CNT, formando milicias armadas. Con el triunfo final de las tropas franquistas, auxiliadas por el fascismo italiano, la aviación nazi, y el temor de contagios políticos por parte de Francia, Gran Bretaña y los EEUU, la revancha de Franco se descargó brutal sobre Catalunya. Al punto, que el President de la Generalitat Lluis Companys, fue secuestrado por la Gestapo en su refugio francés, y entregado a Franco como un souvenir, fue fusilado luego en Montjüic. En adelante, la prohibición pública de hablar la lengua vernácula, sinónimo de antiespañolismo, fue penada con cárcel y castigos diversos por los vencedores. Sin embargo, y pese al silencio que imperó durante casi cuarenta años en los hogares locales, sometidos al terror, la tenacidad y valor de su uso privado quebró la veda con creces. Una muestra de valor y patriotismo popular, prolongado luego del 78, por el reinado de doble vínculo que la burguesía local, instrumentó a través del corrupto y ventajero pujolismo, pactando con los dos grandes partidos que gobernaron el territorio español y catalán durante los siguientes treinta años, todas las medidas, populares y no, llegando hasta estos días, sumando un control total de los medios. Empero, y pese a restringir el patriotismo al uso de la lengua, los niños y jóvenes que hoy votan independencia, se educaron en las escuelas, institutos y universidades, durante la llamada Transición. Una consecuencia, que la brutal crisis económica que fabricó millones de pobres, potenció extraordinariamente. La cruel represión a bastonazos, y sus cientos de heridos, ordenada por el PP, Rajoy y el Monarca de latón, el 1º, avivaron la vieja herida franquista. De ahí que la votación y su resultado, democrático contra su prohibición despótica, fuese dirigido a echar al PP y su miserable elenco de ladrones. Ahora, con el respaldo de los usureros y filonazis de la UE, la derecha y sus cómplices (PSOE y C´s), se aprestan a cancelar la autonomía catalana, suprimiendo la Generalitat. La Historia no les enseñó que cualquier despotismo, por más potente que parezca, camina como el cangrejo en ruta al cadalso.
    Publicado por joan benavent en 8:47
    miércoles, 4 de octubre de 2017

    Publicado por joan benavent en 7:12 No hay comentarios: Enlaces a esta entrada Enviar por correo electrónico

  3. En definitiva….
    que eres otro republicano y extremista de izquierdas mas,
    que solo te acuerdas de la corrupción de la derecha y te olvidas de los Eres, entre otros.
    De las diferencias sociales con el actual gobierno, pero aplaudiste el Zapaterísmo.
    De manipulación del pueblo, pero aplaudes la telebasura reina como es la Sexta.
    Si señor. OK.

  4. Vergonzoso lo que sucede también en Mexico. La Fiscalia General de la Nación , investiga una red de corrupción y tráfico de influencias, que vincula al titular del Juzgado 14 Familiar del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, Victor Manuel Rocha Segura, junto con su socio, Jesus Samuel Neri Gutierrez. Ambos abogados operan una serie de asuntos legales en materia familiar, en el cual uno los plantea, Jesus Samuel Neri Gutierrez, y otro los resuelve, Victor Manuel Rocha Segura.  Incluso, ambos abogados, Jesus Samuel Neri Gutierrez y el Juez Victor Manuel Rocha Segura, plantearon una demanda en contra de la UNAM, la Universidad Nacional Autónoma de México, por un supuesto despido injustificado del ya mencionado, Jesus Samuel Neri Gutierrez.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.