Ciudadanos: Rivera, el nuevo Suárez

Albert_Rivera_acto_campaña_2010Poco han tardado las oligarquías temerosas de un cambio en profundidad, habituadas al gatopardismo  en los procesos de reforma, en impulsar un proyecto político viejo, en estado de hibernación, al menos en lo que respecta al ámbito  nacional. Ese as  bajo la manga era el movimiento ciudadano dirigido por Albert Rivera. Él es su hombre, una persona con preparación parlamentaria, un político profesional pero no quemado, joven y atractivo, que defiende la unidad de España como nación en el territorio donde más es atacada esta. Poco importa que el partido sea viejo y que haya tenido algunos escándalos de corrupción allí en dónde ha tocado algo de poder. Lo que querían estas oligarquías es un anti-podemos, asustados como  estaban por el auge de la formación del círculo y conscientes de que este régimen tiene los meses contados, quizás algún año más de vida pero poco más.  Las últimas encuestas reflejan expectativas, más que realidades, pero expectativas que pueden traducirse en votos reales si la cosa se tuerce.

 

Algunos habían apostado por VOX pero les salió “rana”. Una vez desechada esa opción, demasiado escorada a la derecha y habiendo constatado el fracaso del  partido renovador pero liderado por una vieja espada de la política de la transición, UPYD, era  necesario jugar una baza que pueda atemperar el inevitable proceso de cambio político en ciernes. Los del IBEX, la derecha carpetovetónica, la iglesia y la monarquía, a la que por cierto Rivera defendió con ahínco durante el proceso de abdicación de Juan Carlos I, y también, porque no decirlo, amplios sectores de clase media que irremediablemente estaban destinados a la abstención o al voto con la nariz tapada al PP, tienen ahora una opción fresca (aunque para nada nueva) y que les puede permitir albergar esperanzas de que el cambio no sea traumático.

Su rápida y extraña ascensión refleja no un apoyo tan masivo en la ciudadanía, algo que es metafísicamente imposible en tan poco tiempo si nos atenemos a los resultados de las elecciones de Mayo, sino una apuesta de las élites para impulsar su propaganda (manipulando encuestas de todo tipo) con el objetivo de tener una estructura dónde cobijarse si el PP se hunde, algo que tienen ya descontado. Y Rivera, no nos engañemos, puede ser el Suárez de esta segunda transición. Un hombre locuaz, que da bien ante las cámaras, que tiene un discurso socialdemócrata con tintes conservadores y nacionalistas españoles.  Que no habla de ruptura sino de reforma pactada con el régimen que nos machaca. Un cóctel que funcionó a la perfección cuando las élites dirigieron el cambio (más bien travestismo) que se produjo ante lo inevitable: la muerte del dictador y la necesidad de aparentar ante Europa y los EE.UU. (nuestros amos) algo así como una democracia (aunque ya hemos constatado que no era tal).

Precisamente ahora que se cumple un año del fallecimiento del líder de UCD, aquel personaje oscuro que había dirigido la falange y que pilotó el proceso de transición, surge como la espuma Rivera. Ciudadanos bien podría ser una nueva UCD que sirva de puente entre un PP en descomposición y esta plataforma conservadora. Si el PP falla y pierde elección tras elección, emergerá Ciudadanos que, de paso, arrebata  muchos votos de desencantados de centro que iban a votar a Podemos por cabreo.

De esta manera la jugada les puede salir perfecta a los de siempre: dos partidos emergentes pero que no arrasan y dos partidos a la baja pero hegemónicos todavía. El cambio tranquilo que siempre triunfa en este país. Parece clara la decida apuesta de nuestras élites.  Sin embargo, cuando se pone en marcha un proceso de cambio, por muy controlado que parezca estar, siempre puede surgir algún elemento distorsionador que de al traste con los planes de “cambiar un poco para que nada cambie” y entonces se puede desatar la revolución.  Conocemos cuáles fueron esos “inconvenientes” durante la Transición: grupos de extrema derecha, Guerrilleros de Cristo Rey, asesinato de los abogados de Atocha, terrorismo de ETA y GRAPO, violencia parapolicial, etc. No parece que la situación sea la misma, es más, parece más fácil en estos momentos que las élites puedan protagonizar la voladura controlada del régimen. De ser así, asistiríamos a una nueva transición con unos líderes casi calcados a los de hace 35 años. Sería el eterno retorno, un Déjà Vu patriótico que nos abocaría a décadas de frustración.

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10 comentarios sobre “Ciudadanos: Rivera, el nuevo Suárez

  1. Pingback: Anónimo
  2. Penoso artículo. No hay que ser conspiranoico, sino simplemente ver que Podemos ha defraudado a bastante gente que ahora busca otras alternativas.

  3. Podemos ha cometido errores pero la campaña mediática es goebelesiana. Si derriban a Podemos, después irán a por ciudadanos ya que hay bastante que tapar, entre otras cosas, cientos de pequeños partidos que se pasaron a ciudadanos. Democracia en estado puro. Y entonces, cuando se carguen a Podemos y a ciudadanos, si lo consiguien, a disfrutar otros 30 años de bondad partidocrática. Amén.

  4. Me parece un poco insultante este artículo hacia los votantes de Ciudadanos, al considerarnos una especie de indocumentados manipulados por las élites. Parece un artículo escrito por un izquierdista radical, tipo comunista, que se había hecho ilusiones con que Podemos y su bolivarianismo arrasaría en las urnas pero que se ha dado cuenta de que la gente que está harta de la casta y de las élites extractivas, es sensata y centrista y ha visto a Ciudadanos una opción mejor que Podemos. Porque España, y casi todos los países del Mundo civilizado, en realidad es centrista (o de centro izquierda como Ciudadanos).

  5. El problema de Ciudadanos es que aún esta creciendo, y hay en muchas ciudades donde se les ha colado mas de un sinvergüenza, en eso habría que aplaudir a UPyD, otra cosa no, pero corrupción no le ha salido de ninguno de los pocos que han tenido poder en sus manos o en sus derechos. De todas formas Ciudadanos aún no ha decidido desmarcarse y como bien dice el artículo parece que está ahí, ahí con lo tradicional, aunque en algunas declaraciones de las elecciones han dicho que no pactaran con “ellos”. También de alguna forma siguen acaparando votos de los “desencantados”.

  6. Este tipo de artículo es equivalente a los que publican que Podemos es en realidad un brazo de Irán y Venezuela y vienen a recuperar Al-Andalus, o sea, tonterías escritas por un autor resentido.
    Ni Podemos es Irán ni Ciudadanos es un títere del establishment. Son alternativas al actual bipartidismo y como tales son mas que válidas. Que cada cual elija el que mas lo identifique, pero cualquier cosa será mejor que PPSOE.

  7. El votante de Ciudadanos para nada es imbécil, sino que, para mi, es la parte más ilustrada del centro (tanto derecha como izquierda). Ciudadanos, como Podemos, pretenden ser partidos atrapalotodo. Lo que es raro es que un partido con 8 años de vida y sin representación en elecciones consecutivas (es decir, fracasando) de repente emerja de esta forma. LO de Podemos es otro cantar.

  8. Quizás suene a teoría de la conspiración y quizás muchos se hayan ilusionado con Podemos. Mis análisis tratan de ser objetivos (dentro de la subjetividad natural de todo hijo de vecino), al menos apunto a varias direcciones. Creo que Ciudadanos va a hacer mucho daño al PP y Podemos al PSOE. El bipartidismo no ha muerto, hace tiempo que está enterrado pero hay gente que se agarra a él como el maná que llueve del cielo. Hacia lo que vamos es hacia una italianización, hacia un multipartidismo con partidos que no pasarán del 20% aproximadamente. Ya veremos si así se puede construir un régimen de poder decente y (espero) republicano.

  9. Ciudadanos es un partido antidemocrático desde que vio la luz, diez años atrás. Lo fundaron personajes siniestros como Arcadi Espada, Horacio Vázquez Rial y etc. Ex socialistas y algunos peperos, gastados por el tiempo y la impostura intelectual, como Francesc de Carreras, el payaso Boadella y otros, reclutados en los arrabales de la política, integran sus filas. El cometido principal era volver al centralismo franquista negando la existencia de un Estado plurinacional, resistiendo a la vez los avances territoriales de la izquierda. La rebelión independentista en Catalunya les puso de moda, gracias a los medios que instrumenta el sistema. Su líder, Albert Rivera, es el invento típico de la reacción actual. Joven, incoloro, manifiestamente histérico y buen aprendiz de libretos que otros poderes redactan, atrajo a sectores marginales del PP y el PSOE. El fallido pacto con Pedro Sánchez clonó este tipo de liderazgo, unificándolo sin reforzarlo. De poco les valió. Ambos personajes me recuerdan al mexicano Peña Nieto y al catalanofrancés Valls. El cánon es éste, y el invento está destinado al fracaso, allá donde rija. Reemplazar un programa social por otro de esta clase, hecho a la medida de las oligarquías y sus poderes económicos, con predominio de la imagen y las sonrisas plastificadas, no garantiza longevidad. Sirve para ciertas coyunturas, impresionando a los white collars de la clase media profesional. Hoy, Ciudadanos y el PSOE están a la baja. Los primeros están condenados a extinguirse, mientras ofician de comadronas del PP y la Gran Coalición. Los socialistas, con más tradición y aparato, permanecerán un tiempo más, antes de desaparecer barridos por el progreso.

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