El Pilar, un colegio de dirigentes

La fábrica de castuzos:

 

Adolfo Suárez pensó durante años que estaba marcado con una equis por no tener pedigrí pilarista en su currículum. Cuando el primer presidente de la Democracia sintió la decepción de no ser nombrado ministro por primera vez, achacó su funesto sino a dos razones: “Por no haber estudiado en el exclusivo colegio de El Pilar y por no vivir en la urbanización de Puerta de Hierro: no ser pilarista era para él una fatalidad irremediable, pero lo de no vivir en Puerta de Hierro tenía solución”. Y allí que se mudó en cuanto tuvo ocasión.

La anécdota se recoge en el libro Los que le llamábamos Adolfo, del periodista LuisHerrero, y refleja la importancia que durante años ha tenido y sigue teniendo el colegio de la calle Castelló de Madrid entre las elites del poder económico, político y social. Es difícil no encontrar un Gobierno de los últimos en los que no haya habido, al menos, un pilarista destacado. Desde el propio José María Aznar hasta el hoy líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba, han pasado por las aulas del centro. Un vivero de dirigentes de uno y otro signo político y una institución que ha destacado, en las últimas décadas, por ser el lugar de origen común de hasta cuatro ministros de Educación. El último, José Ignacio Wert.

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