Piketty y la segunda revolución digital

 

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Este artículo no pretende ser una revisión del best-seller de Piketty Capital in the Twenty-First Century . Se encuentran disponibles en la red excelentes recensiones a las que el lector puede acudir. No, nosotros no pretendemos enmendarle la plana al esforzado  Piketty, ni meternos con sus series históricas estadísticas que demostrarían que la familia capitalista extensa en número e innovadora, muy al principio, termina por convertirse en una minoría de rentistas parasitarios. No , lo que echamos en falta en el libro de Piketty es que a pesar de su prometedor título, lo más característico del capitalismo del siglo XXI, la II revolución digital de la que estamos siendo testigos, quede prácticamente orillada en su obra.

Aunque en honor a la verdad pocos han sido los autores que han tratado el tema con conocimiento y profundidad. Entre esos pocos destaca la obra reciente de Brynjolfsson y McAffe Race Against the Machine y The Second Machine Age  y la de Tyler Cowen Average is Over, que recomendamos vivamente a los lectores, porque definen muy bien los problemas a los que nos enfrentamos y que nada tienen que ver con los de las revoluciones industriales anteriores. Podríamos decir que las revoluciones anteriores llevaron hasta el límite la sustitución de la fuerza muscular humana y animal por la de la máquina. Primero con la máquina de vapor, y luego el modelo se fue perfeccionando, ganando en eficacia y eficiencia con la electricidad y los motores de combustión. Sin embargo la actual revolución en la que nos encontramos presente lo que se está sustituyendo ya no son células musculares por engranajes mecánicos, sino células neuronales por circuitos, redes y algoritmos. Es decir, la amplificación y distribución barata de aquellas capacidades cognitivas y motoras que se pensaban privativas de los humanos y empleadas para tareas tan rutinarias como desde conducir un coche, hasta otras tan abstractas como el aprendizaje contextual a partir de los errores o la capacidad de inferir estados emocionales en otras personas. Hoy, tenemos la tecnología para hacer todo esto, y sus efectos sobre la Economía mundial y nuestras vidas serán evidentes en los próximos años, porque su progresión es exponencial. Sí, estamos ante máquinas de propósito general, máquinas universales capaces de hacer cientos de tareas con ligeros cambios a lo sumo en su hardware.

Para visualizar el progreso exponencial nada mejor que el conocido ejemplo de la planta que invade un jardín y que cada día duplica su tamaño, tardando 30 días en ocuparlo totalmente. Los primeros 15 días el crecimiento es lento, la planta se desarrolla en un rinconcito del jardín, inofensiva y se deja crecer por su apariencia exótica. Sin embargo en la segunda semana es cuando el crecimiento exponencial empieza a ser visible hasta llegar al día 29, donde la planta invasora ocupa la mitad del jardín, para terminar de conquistarlo totalmente sólo un día después.
En que punto estamos en la segunda revolución digital? pues si nos remitimos a los prototipos ya presentes (coches que se conducen sólos, robots industriales de nueva generación baratos y con inteligencia artificial, impresoras 3-D capaces de construir casas enteras, software como el de Watson de IBM capaz de batir al mejor humano en el concurso Jeopardy, donde se requiere de perspicacia emocional y psicológica etc, diríamos que estamos ya iniciando la segunda semana en que el crecimiento de la planta invasora se empieza a manifestar. Y ahora, lo fundamental, cuáles van a ser los efectos de esta revolución sobre nuestras vidas?.

Si medimos el impacto de la revoluciones anteriores sobre el indice de desarrollo humano: aumento de población, acceso a alimentos, acceso a productos varios, mejora de la educación y la esperanza media de vida; queda demostrado que nada de lo que pasó previamente a la irrupción de la máquina de vapor tuvo incidencia alguna en el desarrollo económico y social de la humanidad. La mayoría de los humanos desde el neolítico hasta principios del siglo XIX vivieron siempre igual, miserablemente, de y bajo una economía agraria, de muy baja productividad, manifiestamente injusta, donde una minoría condenaba a la mayoría agrícola a estar siempre al borde de la subsistencia y la población, en consecuencia, se mantenía constante en número. Nada de lo que acaeció entre el neolítico y el siglo XIX , pues, cambió sustancialmente cosa alguna, ni los profetas que prometían paraísos en la tierra, ni los políticos dirigentes lograron cambiar lo más mínimo durante decenas de generaciones: la gente se seguía muriendo de media a los 35 años, la mortalidad infantil era altísima, las pestes y plagas de enfermedades frecuentes, violentas y sorpresivas, los mercados reducidos y locales. Pero de repente en el siglo XIX, y en el espacio de un par de generaciones, todo cambió radicalmente, el indice de desarrollo humano aumentó exponencialmente al mismo ritmo que lo hacía la explosión demográfica, efectivamente, estos fueron los efectos de la I revolución industrial, que dejó en broma a los miles de años que la precedieron.

Así que dado este precedente, tendríamos que ser, permítasenos la expresión, tecnooptimistas, y pensar que si las revoluciones anteriores dejaron en broma todo lo que les precedió, la actual, dada su magnitud y carácter, a su vez, debería dejar en broma infantil a estas, y en consecuencia  aumentar exponencialmente todavía más el desarrollo humano, lo que nos lleva, sin duda, al cumplimiento de aquellas profecías de los antiguos: a convertir a la Tierra, en la morada de los cielos. Sin embargo hay algunos nubarrones que oscurecen esta idílica, aunque tal vez cierta imagen, la diferencia cada vez más ostensible entre las rentas de capital y las del trabajo. Es aquí cuando volvemos a Piketty. El razonamiento de Pikety afirma que esto es obvio pues finalmente el capitalista se convierte en un rentista que no precisa del trabajador. Este razonamiento es muy simplista y no se corresponde con la realidad, mientras la cognición humana sea necesaria, y lo es para la mayoría de los trabajos actuales, el rentista finalmente tendrá que meter su dinero en  proyectos que contraten operarios humanos. Sí, el capitalismo precisa siempre de trabajadores humanos. Pero qué pasaría si la cognición humana fuera sustituida por la máquina? entonces sí que  tendríamos a una figura algo parecida a la del rentista que apunta Piketty, un capitalista-rentista que puede conquistar un mercado entero -the winner-takes-it-all- gracias a su gigantesca diferencia en inversión tecnológica con respecto al resto. Le suena esto al lector?

Tocamos el tema clásico del ludismo, pero estamos vez mucho más amplificado. Primero porque tratamos con máquinas de propósito general, que en muy poco tiempo pueden eliminar decenas de trabajos. Segundo porque el mercado es global y al ser la información, su “producto”, esencialmente reproducible y distribuible hasta el infinito, su coste, finalmente, se hace marginal. Por el otro lado, tenemos sin duda nuevos empleos generados, como ha ocurrido en toda revolución previa, pero la tasa de creación de estos parece esta vez ser muy inferior a la tasa de destrucción de los antiguos.

Schumpeter sin duda se hubiera declarado tecnooptimista, y habría estado de acuerdo con que esta II revolución digital finalmente se resolvería como el resto: una destrucción creativa de lo antiguo en el capitalismo, que mejorará la eficiencia y eficacia productiva final, con el consabido beneficio para todos los humanos. Piketty, a diferencia, se podría agarrar, aunque ni lo menciona en su libro, a que esta revolución , a diferencia de las anteriores, al hacer innecesario al trabajador, supone una destrucción social de tal calibre que se hace urgente la implementación de mecanismos de redistribución de rentas, que primero  graven impositivamente a los dueños del capital tecnológico-cognitivo, y  segundo, impidan el dominio global de unos pocos consorcios tecnológicos según el principio cada vez más constatado de que el ganador se queda con todo.

7 comentarios sobre “Piketty y la segunda revolución digital

  1. no es ni tan simple ni tan deseable tener plantas que lo imbadan todo.
    Se necesitan virtudes compuestas.
    No solamente reduce el tiempo de fabricacion de productos la tecnologia.
    http://www.bubok.es/libros/232648/El-origen-primitivo-del-Capitalismo-y-del-Socialismo

    hoy en dia lo vemos mas que nada, pues el tiempo incorporado de fabricacion es de agonia de los trabajadores, sin seguridad, mas los que ya estan muriendo de hambre o excluidos.

    la gente olvida una cosa, hay 2 componentes en el precio de las cosas y su evolucion: la primera la diferencial de evolucion de tiempo humano para producirlas, la segunda la variacion de sacrificio humano para producirlas. y todo ello, respecto al llamado estado de la tecnica, es decir, en afirmacion de no perdida de capacidad, la primera figura es la del capitalismo, y yo siempre la respetare, pero entrar en olvidar la figura del socialismo comunismo a lo mejor nos acaba deparando infinitos mas precios “humanos” de los productos.

    1. perdon, no me he explicado correctamente:
      la forma mas simple de ver que realmente los factores no tienen por que agregar, es usar el mito de la gota de petroleo.
      donde una sola gota mas de petroleo producida de la deseada, puede derrumbar el precio del petroleo en decenas de dolares el barril.
      y esto no se compensa con aumento de demanda, por que curiosamente cuando eso ha pasado la propia riqueza de da el petroleo de capacidad de consumo, llega a la gente a desear consumir servicios, humanos, que no desarrollan mas demanda de petroleo, sino que incluso pueden disminuirla, pues la seguridad arrastra a la confianza en no necesitar tantas estructuras de proteccion por acumulacion de capital, o de riquezas tipo caberna.
      *
      lo mismo pasa con los trabajadores, un trabajador excedente, arroja el saldo de muerte de valor sobre capacidad a todos los trabajadores.
      no tiene nada que ver todo esto con que las maquinas puedan alienar al hombe, e
      eso es totalmente falso.
      ni la robotica.
      ni la informatica,
      ni nada.
      Solo la macroeconomia sin saberse lo que es, si puede.
      si precisamente la macroeconomia no esta diseñada para vaciar el mercado de empleo y a la par para proteger el mercado interno por moneda propia para que ese vaciado no tenga repercusion en cada vez dejarse deborar tecnologicamente y competitivamente por otros paises.

    2. El tema, David, creo que es si la revolución tecnológica actual está destruyendo más trabajos que los que crea. Y todo parece indicar que sí

      1. tal vez Pepe Crespo yo no tenga todo el conocimiento del mundo, pero en mi concepcion del mundo el asegurar pleno empleo es un tema de monedas.
        En concreto de patrones deuda.
        el motivo es que es el tipo de interes la variable logica.

        yo soy seguramente el tio que mas pueda odiar el comunismo, ahora mismo, estoy comenzando a materializarlo como algo necesario.

        ya no hay limite, hace 50 años, despues de las guerras, por modelos de dinero erroneo, se comenzo a concentrar la riqueza, ahora ya se comienza a concentrar totalmente en fase ultima el dinero, simplemente, ya hay que ir al reset.

        lo bueno es que se puede matematizar su necesidad, y a lo mejor el poderse hacer esto, que es lo que yo en concreto estoy haciendo , haga reflexionar a la gente, antes de que llegue a ser necesario imponerlo.

        http://www.bubok.es/libros/233561/El-papel-primario-economico-de-los-estados

  2. La codicia del poderoso es infinita, con mas o menos tecnologia.

    Si los pueblos no son capaces de unirse sin banderas para ponerle limite a traves de Democracias frente a estas farsas que vivimos… si los pueblos no se unen, la infinita codicia del poderoso creara tal tension y esclavitud por deuda, que habrá violencia, y no habrá desarrollo tecnologico que no se aplique a esa violencia.

    Un abrazo Pepe

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