Funeral para los liquidadores del Estado

Sí señores, hemos asistido a un funeral para mayor gloria de los liquidadores del Estado y de los propios liquidadores de Suárez, lo cual tiene miga. Eso, en resumen, ha constituido ese supuesto funeral de Estado: una reunión de liquidadores. Un liquidador también fue Adolfo Suárez, desde hace años figura histórica, petrificada en vida. Ese Suárez que ahora parecen querer llevar a los altares presentándolo como un hombre providencial, como un campeón de la libertad y la democracia pero que fue ministro secretario del Movimiento, el partido único del franquismo. En todo caso, y ahora lo vemos con total claridad, instauró un nuevo régimen que continuó, no rompió, con el anterior, del que era hijo político. Y de ahí proceden gran parte de nuestros males actuales, los que hemos recogido las siguientes generaciones. Ese sistema político que ha conducido a este desastre de país en el que nos encontramos, un estado ya carcomido y podrido desde su mismo origen.

Suárez es el gran liquidador, quizás inconsciente, de España. Digo inconsciente porque es posible, por su enorme ignorancia, de la que no se recataba de presumir  (“no he leído un libro en mi vida“)  que todo lo que hiciera lo hiciese sin ser consciente de las gravísimas consecuencias que para el futuro, para las siguientes generaciones de españoles tendría su desatinada labor, una actuación que se basó en una mezcla de autocomplacencia y entreguismo desaforado. Gobernar así resulta muy fácil hasta para un advenedizo, pelota y trepa sin preparación, cuyos méritos políticos no pasaban de ser un  adulador, ya desde el gobierno de Carrero Blanco, al que perseguía continuamente en busca de un cargo, de un peldaño más en su escalada hacia el poder. Así, Suárez fue durante mucho tiempo un personaje oscuro entre las sombras del poder franquista que supo tocar las teclas necesarias para llegar a lo más alto, su único objetivo vital, reconocido en su lucidez. Su máxima de gobierno fue la de “todo para todos”. Eso, que en principio puede ser una virtud, se convirtió en el caso de Suárez en un ejemplo digno de análisis psicológico. ¿Cómo alguien con el supuesto poder de haber sido investido por el pueblo y nombrado en primera instancia por el Jefe de Estado no aplicó un programa coherente y se prestó al apaño, al pacto secreto, en definitiva, al entreguismo, eso que después se llamó consenso, que no fue otra cosa que contentar a todos, entregarlo todo a todos?.

Es difícil de explicar pero esa política, a pesar de que ahora nos vendan la especie de que Suárez fue una suerte de genio, de hombre providencial, ha devenido en desarticuladora, en liquidadora del Estado. La crisis actual no es una simple crisis económica, eso lo sabemos todos, sino que es una crisis de régimen, el del 78, que desde el principio no hizo las cosas bien, no fue democrático, lo cual ya es grave teniendo en cuenta que nos habían vendido que Suárez y el Rey trajeron la democracia. Tampoco se hicieron bien las cosas a nivel económico, puesto que lo que recoge Suárez es una grave recesión fruto de las consecuencias de la crisis del petróleo y lejos de gestionar bien la situación, la agrava, poniendo ya las bases de lo que será la desarticulación del tejido productivo español culminada deshonrosamente por su sucesor in péctore Felipe González, el Isidoro de la clandestinidad de pana. Aunque no hubiera cifras oficiales el gobierno de Adolfo Suárez no atajó el gravísimo problema de la inflación, que se disparó alarmantemente por encima del 15%, ni fue capaz de ofrecer una solución al paro que se triplicó durante su mandato. Todo un cataclismo gubernamental cuya puntilla fue su personal decisión de compensar (como siempre, para quedar bien con un grupo determinado, justo lo que un político debe evitar hacer) con una pensión a muchos que ni siquiera habían vivido la Guerra Civil. Recuerdo que eso provocó la dimisión de su ministro de economía y todo un revuelo en el gobierno. Este y otros desastres jalonaron su estrepitosa forma de gobernar, solo hay que acudir a la hemeroteca y a los más viejos del lugar que te cuentan que aquella España iba por muy mal camino. No es necesario que hable de los demás aspectos de su gobierno, asuntos sucios como los de la Colza o la inseguridad, la violencia contra manifestantes, el terrorismo de ETA y los inicios de la guerra sucia ( Batallón Vasco- Español) o las falsas promesas a los militares, tensando al máximo la situación delicada por la que atravesaba el país. Sobre la corrupción poco se ha hablado, habrá que indagar poco a poco, aunque su cuñado Aurelio Delgado, colocado en Moncloa, fue muñidor de no pocos asuntos sucios.

   Pero Suárez, el liquidador, no era consciente de su impericia, de su nulidad como gobernante. Su única forma de gobernar era dar al que pedía, como comentaba anteriormente. Ya fueran democristianos, liberales, comunistas, socialistas o nacionalistas. Había para todos.  Quizás era su único recurso ante el cataclismo de su política general pero es bien sabido que un gobierno puede tomar medidas impopulares que a la larga contribuyan a solucionar problemas de fondo. Pero Suárez hizo siempre lo contrario, regalar, decir a todos que sí, que todo era posible en la nueva España que él estaba construyendo en conjunción con Su campechana Majestad. Y, de esta manera, cuando se terminó el gran reparto se terminó Suárez que, no obstante, repitió triunfo electoral marzo de 1979 y se creyó invulnerable cuando sencillamente ya se había convertido en un problema para todos aunque su miopía le impidió ver el problema que había creado con su desgobierno y solo la presión brutal e inconstitucional del Rey y los militares le obligaron a esa lacrimosa imagen de dimisión ante televisión.

Ese es quizás el mejor y más recordado momento de Suárez, junto con su imagen el 23-F, cuando afirma con rotundidad que hay un golpe de Estado en ciernes y que él sabe quién está detrás Yo no quiero que el sistema democrático de convivencia sea, una vez más, un paréntesis en la Historia de España pero después, en la sesión de investidura de su sucesor, Calvo Sotelo, el mutismo le invade, su elocuencia se atenúa y su silencio se perpetúa para siempre. ¿Quiénes eran los que estaban detrás del golpe?. Si como él mismo dijo, sabía que se preparaba un golpe, es una canallada no revelar a la nación el nombre y los apellidos de los traidores a la patria, de los golpistas, por mucho que después viéramos a ese espantajo de toda la caspa llamado Antonio Tejero, excusa perfecta para tapar todo aquel proceso liderado por el “elefante blanco”, la hoy ya bien estudiada operación Armada, un complot dirigido por el Rey y ejecutado por los servicios secretos para formar un gobierno de concentración nacional, también conocido Operación De Gaulle. Y todo esto a pesar de que los sucesivos gobiernos se hayan negado a desclasificar la documentación secreto. Por algo será.

   Todos estaban en el complot para derribar a Suárez, civiles y militares, periodistas, políticos, arribistas que después llegaron a la presidencia de pana. Esos mismos que estaban en el funeral por su descanso eterno, ese supuesto funeral de Estado en el que estaba toda la morralla que fermentó al calor de un nefasto presidente, complaciente e inepto, que les dio el control del estado para que lo parasitaran durante 35 largos años. Por cierto que el régimen que montó el abulense en comandita con el campechano ya está a punto de superar en duración al de Franco. Un funeral, en definitiva, para la ignominia, para la manipulación informativa ad nauseam, que recuerda viejos tiempos, los de una España de Nodo y pandereta, hacia la que nos dirigimos indefectiblemente. Solo que ahora revestida de tablets y teléfonos móviles de última generación.

   Solo nos faltó un tweet, el del propio Suárez desde su féretro, que podría haber dicho algo así como: “Muchas gracias a todos los que me traicionaron en vida después de haberles dado todo. A pesar de haber sido un mediocre jamás pensé que la adulación y el peloteo en España pudieran superarme pero lo habéis conseguido machotes. Hasta habéis puesto a Barajas mi nombre. ¡¡Cómo Kennedy o De Gaulle¡¡.Os habéis pasao compadres aunque hay que reconocer que nadie entregó tanto a tantos. Ya soy eterno.”

 

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4 comentarios sobre “Funeral para los liquidadores del Estado

  1. sensacional articulo que retrata la estatura política infima del personaje,descanse en paz,es lo único bueno que se pude decir de el

    1. Muchas gracias. Efectivamente debemos desearle eso aunque no fuera un buen gobernante, justo lo contrario que tratan de hacernos tragar.

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