Israel y el tridente

La espinosa ‘primavera’ egipcia con la subida al poder de los Hermanos Musulmanes y los conflictos que actualmente se desarrollan en Oriente Medio, sobre todo la guerra civil en Siria deterioran el status quo existente y suponen un factor de desestabilización para la zona, que afecta sensiblemente a la posición geoestratégica de Israel. Éstos, sin embargo, no son los únicos factores que aparecen sobre el terreno de forma abrupta, hay otros que inciden de forma soterrada, como la penetración de Irán en la franja de Gaza y la situación de la península del Sinaí, donde bandas armadas yihadistas intentan imponer su control. Un trinomio complejo al que Israel está dedicando un especial análisis, una atención detenida y una vigilancia estricta: el yihadismo en Sinaí, la influencia de Irán en Gaza y Hamas a la luz de estos nuevos actores en la zona.
El régimen iraní, impulsado por su verborragia, contaminado de su propia propaganda, y dada su actual incapacidad para atacarlo directamente, promueve planes que socaven la posición de Israel y para ello intenta llegar a acuerdos duraderos con la organización terrorista Hamas, proveyéndola de tecnología con el objetivo de aproximar centros vitales del país como Tel Aviv y Jerusalém a los cohetes lanzados desde Gaza. Esto supone un salto cualitativo en la capacidad de Hamas para aterrorizar a la población israelí e inducir un estado de desánimo que deteriore la defensa de los intereses del Estado. Los objetivos de Hamas parecen ser, a mi criterio, ganar la guerra psicológica y la de la propaganda, que los presenta como el pequeño David frente al poderoso Goliat, invirtiendo los papeles, pues la organización terrorista no deja de ser uno de tantos tentáculos con que han intentado los países árabes deteriorar y destruir a Israel como Estado moderno.
En este contexto vuelve a alcanzar una fase crítica la guerra latente contra Israel, siendo presentado además como máximo responsable del actual estado del conflicto al haber dado muerte al responsable militar de Hamas, Ahmed al Jaabari. No deja de ser una inaceptable falacia, pues, en conjunto, los cohetes y otro tipo de proyectiles disparados desde Gaza con el objetivo de golpear a la población israelí, han ido creciendo en número desde el 2010, año en el que fueron unos 160, para pasar a 600 en el 2011 y llegar a los aproximadamente 1.000 (si no más) de estos momentos. El tema de fondo es, como siempre, poner en cuestión el derecho de Israel a la defensa de su territorio, de sus estructuras civiles y militares y de sus ciudadanos. Lo curioso es que no hace muchos días, los responsables de la ANP (con el respaldo de Al Fatah y de Hamas) demandaban ante la ONU el cambio de status para ser aceptada como miembro observador. Para ello cuentan con el aplauso de regímenes de más que dudosa calidad democrática y de cuanto déspota desangra al país de turno mediante intolerancia religiosa, corrupción y violencia. Ésos son los avales de la ANP, los méritos de Israel no hacen falta ni enumerarlos, baste con tomar conciencia de una vez por todas de que se trata de la única democracia en Oriente Medio, que, de nuevo, vuelve a estar en la vanguardia de la lucha contra esa violenta amalgama de oscurantismo, corrupción y fundamentalismo que impide el progreso de los países árabes y que niega el derecho a su existencia, a vivir en paz en su ancestral tierra, al pueblo judío.

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