Diarios de la Resistencia 26 de febrero de 2013

LA MAFIA RUSA , MENOS PELIGROSA QUE LA MAFIA POLÍTICA ESPAÑOLA
El crimen organizado ha sido domesticado por Wladimir Putín.
Una única bala de 9 milímetros acabó con la vida del famoso capo de la mafia Aslán Usoyán y finiquitó una era. Todavía quedan mafiosos que se autodenominan ‘vori v zakone’ (ladrones de ley), la fraternidad del hampa soviética al borde de la extinción.
El rígido código de comportamiento, la autodisciplina casi monástica, la rápida disposición de ir a la cárcel antes que romper una promesa, son parte del pasado mítico de la mafia rusa. Por otra parte, el futuro pertenece a una raza diferente de gángsters.
Usoyán (étnicamente, un yazidí kurdo georgiano), era ampliamente conocido por su alias criminal, Ded Hasán, ‘El Abuelo Hasán’; se trataba prácticamente del último veterano superviviente de la vieja escuela del hampa.
Se inició en las filas de los ‘vori v zakone’ en un campo de prisioneros en 1985 y, desde entonces, se dedicó a construir una red multiétnica de mafiosos que se extendía por gran parte del país. A los 75 años, había abandonado hacía mucho tiempo la participación directa en actividades criminales.
En su lugar, asumía el papel de ‘hombre de Estado’ experimentado: señalaba oportunidades, resolvía disputas, aceptaba tributos y, cuando hacía falta, hacía valer su autoridad sobre sus subordinados e incluso sobre los extraños.
En el proceso, ni que decir tiene, hizo enemigos, y no solo el mafioso georgiano Tariel Oniani (“Taro”), encarcelado pero no por ello menos poderoso o la joven promesa azerí Rovshan Janiev. Pero quizá lo más relevante es que no supo cambiar con los tiempos.

En el mundo del hampa ruso ya no es sacrosanto un trato cerrado mediante un apretón de manos, los padrinos tampoco pueden hacer ostentación de su estatus (a menudo, Usoyán celebraba juicios en restaurantes de Moscú); en este mundo, ya no basta simplemente con ser un gángster.
Oniani y Janiev son técnicamente ‘vori’, pero, como la mayoría de los que reivindican el título, no siguen el código y no serían reconocidos como tales según los tradicionalistas de la era soviética.
La nueva generación de jefes del crimen, los llamados ‘avtoriteti’ (autoridades) son una clase más refinada y cínica.
Son hombres de negocios del crimen, que combinan sus negocios sucios con otros legales y que construyen estrechas alianzas con las elites políticas locales y nacionales. A diferencia de Usoyán, que, por lo general, limitaba sus operaciones a Rusia (con algunas conexiones con Ucrania y Georgia), sus ambiciones son internacionales. También predominan los étnicamente rusos, en vez de georgianos, chechenos y otros sureños, que aún se aferran a antiguas y rudas tradiciones.

Es probable que se produzca una reorganización de las mafias, a medida que los ‘avtoriteti’ completan su ascenso al poder. De uno u otro modo, la era de Usoyán y de los ‘vori v zakone’ ha tocado a su fin.

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