“Es imposible pagar la deuda: las promesas se van a incumplir y alguien va a salir perdiendo”

PHILIP COGGAN, REDACTOR JEFE DE ‘THE ECONOMIST’

La gente no sabe realmente lo que es el dinero”, asegura Philip Coggan, redactor jefe en The Economist y uno de los más prestigiosos periodistas financieros del mundo. “En los viejos tiempos, los billetes de Reino Unido valían realmente cinco libras, de oro o plata. Podías ir al banco y pedir que te dieran tu dinero en plata. Ahora es un trozo de papel que no representa nada más que la fe de que vas a conseguir algo a cambio”. Un billete, en efecto, sirve para tomarte un café, pero no tienen ningún valor per sé. “Todo lo que está detrás”, explica Coggan, “es nuestra creencia en nuestro gobierno y nuestra sociedad, la creencia de que las cosas van a funcionar. Pero lo gente puede perder su fe, como en Alemania en los años 20 o Zimbabue, recientemente, y la gente ya no puede usar su dinero. Usa el dinero de otra gente, cigarrillos, gasolina…”

Coggan ha visitado la Fundación Rafael del Pino de Madrid para presentar en España su nuevo libro, Promesas de papel. Dinero, deuda y un nuevo paradigma financiero (El hombre del tres). En él trata de explicar de forma rigurosa, pero asequible, como ha evolucionado a lo largo del tiempo nuestra relación con el dinero. En opinión del economista, que atendió a El Confidencial antes de impartir una conferencia, el dinero tiene dos utilidades: por un lado, es una forma de intercambiar bienes pero, además, es una forma de almacenar valor. “Estas dos utilidades del dinero están siempre en conflicto”, asegura el economista. “Si queremos que haya más comercio necesitaremos más dinero, pero si queremos almacenar dinero no querremos que haya más, porque perderá su valor. La historia es una batalla entre estas dos formas de dinero, entre los ahorradores y los acreedores, que quieren mantener el valor del dinero, y los deudores, que quieren que haya más dinero para poder pagar sus deudas”.

Tal como explica Coggan, siempre ha habido tensiones entre los sistemas que favorecían a los acreedores (los más habituales) y los que favorecían a los deudores. Y siempre han acabado rompiéndose. “Ahora vamos camino de una de estas crisis”, asegura el economista. Y las consecuencias son imprevisibles.

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