España nunca fue una democracia( Breve historia de nuestra época)

    Retomando el debate sobre quién tiene la culpa de la situación desastrosa del país: si la clase política en general o los ciudadanos que son quienes los han puesto ahí, muchas veces a sabiendas de sus delitos, corruptelas y formas autoritarias de actuar estaba recordando una frase que un amigo me espetó rotundamente a la cara: ¿Es que tu no lo harías?.  Naturalmente yo le respondí de manera directa que  jamás lo haría porque mi conciencia no me lo permite. La frase de mi amigo resume bastante bien su falta de moral y apoyaría la tesis de que los españoles somos los úlitmos responsables de que la corrupción sea general en la clase política ya que somos nosotros quienes elegimos, votamos, refrendamos a unos partidos políticos que ya sabemos que son máquinas de corrupción.

   Para que la historia nos sirva de ejemplo, debemos acordarnos de la etapa de gobierno de Felipe González (diciembre 1982- Mayo 1996). Cuando ya toda la opinión pública era conocedora de unos casos de corrupción verdaderamente repugnantes, sobre todo el caso GAL, que sumaba al meter  la mano en la caja el crimen de estado, cuando todo el mundo supo de la utilización de un despacho de la delegación del gobierno por parte del hermano del vicepresidente del gobierno Alfonso Guerra y cuando los casos de financiación ilegal del partido socialista eran públicos  y notorios ( FILESA, MALESA, TIMEXPORT) ya se había fugado el enemigo público número uno del país, es decir, el malévolo Luis Roldán, a Laos, provocando la dimisión del ministro del interior, Antonio Asunción.

   También el gobernador del banco de España y la directora general del BOE habían tenido que dejar sus cargos por graves escándalos de corrupción. Y lo más llamativo, todo un presidente del gobierno se había acercado con sus acólitos a la puerta de la cárcel de Carabanchel a despedir a sus subalternos Barrionuevo y Vera  condenados en firme por los gravísimos delitos de secuestro y apropiación, sabiendo gran parte de la opinión pública que González era la X de los GAL. Entonces llegaron las elecciones de 1993 y el pueblo no castigó en las urnas al principal responsable de tamaño desaguisado.

  Bien al contrario, le concedió un nuevo mandato, este en minoría desde 1993 a 1996. Y, a continuación, tras una campaña mediática en su contra, fue tumbado, derrotado en las elecciones legislativas de 1996, después de una gravísima crisis económica que estaba ya comenzando a remontar. Pero fue una “dulce derrota” puesto que el match se saldó con una pírrica victoria de la oposición, lidereda por el poco carismático Jose Mª Aznar, presidente del Partido Popular. Tan pírrica fue esa victoria (que en votos populares no pasó de los 250.000) que obligó al nuevo partido gobernante a tener que cambiar radicalmente su discurso para poder gobernar en coalición con los nacionalismos catalán y vasco ( del ” Pujol enano habla castellano” al “hablo catalán en la intimidad”).

   El pueblo, en diferentes elecciones y sabedor de la corrupción de sus gobernantes, vuelve a dar el poder a los mismos que han robado, saqueado y expoliado.  Eso es lo que parece a la vista de los resultados pero ¿es que podían votar otra cosa?.¿Es que eran libres para elegir?. Me gustaría rebatir esta tesis aunque he de reconocer que algo de cierto puede tener por la historia “picaresca” de los españoles, aunque resulte un tópico: los tópicos, a veces, definen mejor de lo que pensamos a una colectividad. No debemos pensar que el pueblo Español es más corrupto que el Alemán, Francés, Portugués o Italiano. En todo caso puede existir un concepto más liberal y condescendiente con la pequeña triquiñuela, por nuestra escasa experiencia con las libertades, de que no está del todo mal apropiarse de cosas ajenas. Me refiero a pequeñas corruptelas como engañar a un seguro, llevarse folios del trabajo o trucar el contador de la electricidad.

Estas corrupciones  han existido y mucha gente no las ve mal, porque el concepto de moral es algo poco trabajado desde la cuna hasta el ataud en este país. Pero evidentemente esto no quiere decir que toda una nación (conjunto de ciudadanos libres e iguales) sea corrupta porque cientos o incluso miles de casos de estas pequeñas apropiaciones y faltas existan. Además hay que pensar que en muchas ocasiones son fruto de la pobreza de un país en el que las clases extractivas empobrecen a la mayoría a pasos agigantados y esto no es algo nuevo, sino que se repite desde hace décadas. No nos debe extrañar que una familia sin ningún recurso ocupe una casa vieja y abandonada  enganchando la electricidad al contador de su calle. Para  mi eso no define que un pueblo sea más o menos corrupto que otro. Una mayor cultura general, una mejor educación y un incremento en la renta disponible,  la formación de unas clases medias sólidas y una verdadera democracia, con una justicia que ejerza de tal  hará que la gente vaya tolerando menos que un vecino haga desmanes, cuanto más un político,  por muy amigo suyo que sea.

   Pero el problema en España no es que el pueblo vote corruptos, sino que la extraordinaria manipulación mediática hace creer a la gran mayoría ( sobre todo por la televisión) que solo hay dos opciones: PP o PSOE, llegándose a la aberración de hacer un debate al estilo de elecciones presidenciales, sin  ser así estas, sino legislativas. La mayoría, por su falta de cultura política cree que debe elegir entre Rajoy o Rubalcaba, por poner el último ejemplo. Sólo una minoría, aproximadamente de 20% vota a otras formaciones que, aparentemente, no han estado implicadas en asuntos turbios. ¿Quiere eso decir que el otro 80% de la gente es corrupto y que el manido “os merecéis lo que habéis votado” tiene algún fundamento?. Pues no, radicalmente no. El pueblo no es corrupto pero solo es capaz, por su falta de cultura repito, de visualizar dos opciones. Y si, de repente, se ve escandalizado por un caso grave de corrupción en el PP, pongamos por caso, piensa si es votante de ese partido conservador, cuando observa en televisión el caso de los ERE , por ejemplo, que “Todos son iguales”. Esa frase conduce a que mucha gente no castigue al partido corrupto, sencillamente porque el “otro” partido en liza también es corrupto. Y para cambiar ( algo difícil por la cerrazón intelectual de mucha gente), mejor quedarse con “lo malo conocido”. Esa es la causa, a mi modo de ver, de que la gente no castigue a los corruptos.

   Pongamos otro caso escandaloso: el PP de Camps en Valencia.  Desde hace más de 15 años ha constituído un régimen corrupto hasta la médula. Y sin embargo sucede la paradoja de que el partido de la oposición ( el que todo el mundo visualiza como tal, el PSPV, carece de líder y está dividido). Así, el PP de Camps, sufriendo un notable castigo electoral  ( pierde más de 150.000 votos) consigue una nueva mayoría absoluta porque el partido de la oposición no logra subir y porque la mayoría de votantes no visualiza un programa, un liderazgo opositor de cierta enjundia.

  Este panorama de las últimas elecciones municipales y autonómicas en España demuestra bien a las claras como el sistema electoral y la manipulación de los mass-media, al servicio descarado del sistema bipartidista, es decir, de PP y PSOE en cada autonomía, hace que las posibilidades de cambio sean remotas. Sólo un escándalo de proporciones gigantescas y que se produzca como un shock a pocos días de las elecciones podría producir un vuelco electoral ( recordemos el 11-M y las  mentiras de Aznar detectadas rápidamente por mucha gente indignada que dió su voto a Zapatero como castigo al PP).

  Por tanto y por todo lo dicho, solo un cambio en la ley electoral y en los medios de comunicación, fundamentalmente centrado en las campañas electorales haría posible una mayor democratización y que el pueblo pudiese, efectivamente, castigar a sus representantes. En primer lugar se debería impedir por ley que los partidos hiciesen lo que se conoce como “precampaña”. Esto solo está al alcance de los dos grandes partidos, curisosamente, las dos “patas” del corrupto régimen del 78. Y, además, una ley debería de proporcionar el mismo tiempo en informativos y cuñas publicitarias en los referidos mass-media, de manera gratuíta para cualquier formación o candidato de distrito. Así jugarían en iguales condiciones todos los partidos y el bipartidismo se rompería ipso facto. Además se acabaría con el problema de la financiación ilegal de los partidos. Puesto que serían gratis las campañas, no podrían (repito que por ley) poner más banderitas o más carteles que, pongamos, una formación minoritaria, como puede ser EQUO. Tampoco podrían tener más espacios en televisión que es el medio principal por el que todavía se informa la gran mayoría. Ni entrevistas ni debates en los que estén solo los dos partidos mayoritarios. Y nada de financiación pública. Si un partido quiere tener unas estructuras elefantiásicas, con miles de sedes en los más variopintos lugares, que lo paguen sus afiliados o que una ley de financianción de los partidos prohiba taxativamente que hayan donaciones anónimas. Que todas las donaciones sean públicas. Así los ciudadanos sabrían a que atenerse, sabrían quién o qué grupos de presión financian a tal o cual partido y cual vive solo de sus afiliados. Esto acabaría inmdiatamente con los partidos estatales, como órganos del estado, lo cual dicho sea de paso, es uno de los problemas más acuciantes del sistema político partitocrático que nos atenaza.

http://luispueyogarcia.blogspot.com

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