Sobre la Teoría Monetaria Moderna (II)

 

Entre aquellas personas a las que les he enviado mi anterior artículo sobre la Teoría Monetaria Moderna no ha habido ninguna que me haya cuestionado lo que en el mismo expuse; y humildemente espero y al mismo tiempo temo que la razón que con más probidad justifica esta carencia se encuentra más bien por encontrarse demasiado ocupados, que por considerar que no estando en lo cierto, todo alegato resultaba inconsecuente. De todas formas, como creo en lo que creo, aunque puedan haber sido muchos los que sin haberlo expresado hayan estimado que lo que expuse constituye un desbarro, a fuer de considerar lo que lo que expuse fue suficientemente consecuente, trataré de promover, junto a una pizca de interés, una serie de argumentos que quizás pudieran conseguir, si no modificar puntos de vista, al menos conferirles una pizca de recelo. Y para ello, utilizando un párrafo que figura en la segunda parte de la obra ¿Es posible otra economía de mercado? voy a hurgar en las diferencias que concurren entre las acreditaciones con las que las empresas facilitan sus ventas, así como la creación de dinero bancario, en contraposición a las que se pretenden promover a través de la TMM.

En el mismo se explicita lo siguiente:

7.16.5.8.2. La expansión de la capacidad adquisitiva no sólo ocurre en función del proceso crediticio que le hemos conferido a la banca. Cuando cualquier particular está vendiendo a crédito manteniendo en su Haber este crédito como un activo, genera una capacidad de compra que está ejerciendo las funciones del dinero. Conforma una expansión que sólo finaliza cuando a través de su pago se ha cancelado el crédito suscrito; constituye realmente una creación que nace y muere con el apunte y su cancelación en los libros contables. El hecho que nos muestra que estas actividades no constituyen una verdadera y definitiva creación de dinero, lo tenemos en que, en el caso que alguno de estos créditos resultara fallido, su falta de resolución no estaría acompañada por una disminución de la masa monetaria; constituiría una disipación que no iría más allá de la existencia de unas pérdidas. En la banca, este malogro terminaría con el registro de un evento que al tener que ser considerado como pérdida haría disminuir su capacidad de concesión de crédito. Con lo cual se induciría una cadena de destrucción de lo que habría sido una creación de dinero ficticio. A este respecto tenemos que añadir que tanto en una venta a crédito como en la creación del dinero bancario concurre la existencia de una deuda que ha de ser cancelada con las rentas que o bien nosotros, o nuestra descendencia hayamos de obtener en el futuro.

Por el contrario, en el caso de la TMM el endeudamiento del sector público a través de la financiación llevada a cabo con la creación del dinero (debido a que el Estado no contemplaría detener esta avenida), no parece que lo considere como una deuda que haya de ser cancelada. Y es que en el hipotético caso que se pretendiera reducir, prácticamente sólo podría realizarse en función de la imposición de gravámenes. Hecho que difícilmente podría llevarse a cabo debido a que con la utilización de este recurso (por no hablar de una quitada de esta financiación) disminuiría la incidencia de las medidas adoptadas. A mi entender, tendría que ser resuelto juzgando que lo que se hubiera considerado como un incremento marginal del déficit publico habría de ser cancelado a través de una falacia consistente en que (debido a que el sector público forma parte de la sociedad), con la depreciación sufrida por los bienes reales se habría cancelado lo que figurara como apunte en lo que fuera su contabilidad.

Esto es lo que a mi entender se persigue con la TMM. Lo que ocurre es que con independencia del efecto inflacionario real que se habría de producir en la economía, con este recurso no se superan las contradicciones que concurren en ella. Y entre ellas hemos de señalar las siguientes:

a) ¿Qué utilización se le habría de dar a los medios de cambio dimanantes de una capacidad infinita de endeudarse? La pregunta que como ejemplo más actualizado nos es dable observar es la que se refiere a lo que está ocurriendo en Aragón con los presupuestos destinados a depuradoras. La que por su persistencia ha alcanzado la naturaleza de lo atemporal, la concepción con la que tienen en sus manos la cuchara consideran que lo público no es de nadie.

b) ¿En lo que se refiere a nuestras relaciones con el Exterior, no es cierto que como consecuencia de la diferencia comparativa que dimana de la depreciación promovida por la TMM (al igual que ocurriría con una devaluación llevada a cabo por el Banco Central), con el valor local de las divisas que con nuestras exportaciones hubiéramos obtenido podríamos mercar menos bienes reales que los que desde el. Exterior hubieran mercado?

¿Y no representa esto (tanto en un caso como en otro), que tras una devaluación desde ese Exterior se están apoderando (como ocurre con las colonizaciones) de nuestras riquezas? ¿No es ésta una muestra más de las consecuencias que se derivan de nuestra incompetencia relativa con respecto a otros mercados? ¿Y si hay que ser más competitivos, que futuro nos ofrece este modelo en lo que se refiere al de nuestro mercado laboral?

c) Aunque podríamos pensar que con una mayor cuantía de medios de cambio en la circulación de nuestra economía que consecuentemente habría ocasionado una depreciación de los bienes reales de aquéllos que los estuvieran detentando (y que por tanto habríamos conformado una sociedad más igualitaria), hemos de retrotraernos al supuesto mencionado en aquel primer artículo de esta serie en el que se contemplaba una situación en la que un miembro de una comunidad ostentaba diez unidades dinerarias en bienes reales y otro con una capacidad adquisitiva de otras diez unidades dinerarias. Y hemos de hacerlo porque en nuestro caso, la inmensa mayoría de las unidades dinerarias que se inyectaran a través de la TMM quedarían en manos de los que estuvieran ostentando las riquezas de nuestra comunidad.

d) Lo cual nos lleva a la real y principal pregunta con la que se pretende justificar la necesidad (a pesar de que esta pretensión no necesita ser justificada), de tener que recurrir a la Teoría Monetaria Moderna. Y es que como creo todos los economistas saben, el arrojar dinero desde un helicóptero no es la mejor manera de conseguir el anhelado desarrollo de la economía. Conocen que para conseguirlo es mucho más deseable que una mayor afluencia de medios de cambio esté dirigida a procurar una incentivación de la actividad empresarial que al redundar en un incremento del PIB enriquezca a la sociedad en la que esta afluencia se haya producido. Y es aquí donde toma carta de naturaleza aquella principal pregunta a la que hicimos referencia unas líneas más arriba. La que quedas substanciada en el hecho de que en la economía convencional (con independencia de los rendimientos que se puedan obtener de una manera implícita; es decir, a través del trabajo que personalmente se haya efectuado), sólo existen dos formas de extraer un beneficio. Bien a través de los salarios no abonados a las fuerzas del trabajo (lo que se conoce como plusvalía absoluta); bien a conquistarlo en función de la depredación que unas empresas pudieran hacer sobre otras. xxx

En ambas concurre la pretensión de alcanzar una consecución que se ha de substanciar a través de un incremento de la tasa de ganancia; un incremento que directamente relacionado con una afluencia de medios de cambio dirigida al mayor desarrollo de las actividades económicas (con independencia de las derivadas que se habrían de producir en lo relativo al interés),

; la existencia de la tasa de ganancia y la cuasi absoluta desaparición de las tasas de interés.. Porque si debido un incremento programado de la masa dineraria las empresas habrán de tener una mayor facilidad para obtener dinero fiat, sus prioridades

no estarán ni primaria ni esencialmente dirigidas a la formación y especialización de las plantillas de trabajadores, sino a la inversión de aquellos medios que reduciendo la participación de los trabajadores en el proceso laboral conlleve como resultado un descenso substancial de los gastos; es decir, incrementar el uso de la plusvalía relativa. Con lo cual, una de las derivadas que estaríamos consiguiendo con la implantación de la Teoría Monetaria Moderna no sería otra cosa que acelerar todavía más el proceso de informatización y robotización. A que la progresiva desaparición de la plusvalía absoluta nos esté llevando a tener que contemplar como una maldición el que tenga que extinguirse lo que como condena fue explicitado en aquella frase que decía: comerás el pan con el sudor de tu frente.

En concordancia con lo expuesto, la respuesta a una pregunta que nos ha llevado a tener que ponderar lo que pudiendo ser un anatema debería ser una liberación se encuentra en un hecho extraordinariamente significativo: en que para que el trabajo no sea una condena, el trabajador y el empresario deben de ser la misma persona. Pero esto es algo que excede a lo que puede ser contemplado en este artículo.

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