>Quememos la Tierra

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Queridos lectores,

El miércoles tuve una nueva charla, esta vez en el contexto de un debate sobre la crisis energética y el cambio climático organizado por la Coordinadora para la Salvaguarda del Montseny con motivo de su vigésimo quinto aniversario. Tuve la suerte y el honor de compartir la mesa con Sergi Saladié, de la Universitat Rovira i Virgili, y con Salvador Pueyo, del Instituto Catalán de Ciencias del Clima. El acto consistió en tres presentaciones de los tres ponentes, y después una ronda larga de preguntas de los asistentes y su ulterior discusión. Yo presenté un análisis rápido del estado de las diversas fuentes de energía y su interacción con la crisis económica y financiera; rápido, pero me extendí bastante más de los 25 minutos previstos. Sergi Saladié presentó un muy interesante, y también compacto, estudio sobre todas las incoherencias del sistema eléctrico español (y fue mucho más respetuoso con los límites de tiempo). Finalmente, Salvador Pueyo hizo una original presentación sobre la importancia del cambio climático incluso en una escenario de Peak Oil. La verdad es que no me lo esperaba, sobre todo por las muchas referencias que hizo a que un escenario de agotamiento de los combustibles fósiles no mermaba en absoluto la gravedad del cambio climático. Salva y yo nos conocemos desde hace ya algún tiempo y por supuesto sabía de qué iba a hablar yo; por otro lado, Salva ha participado en diversas actividades vinculadas al peak oil y al decrecentismo y conoce perfectamente la realidad y gravedad de la amenaza que supone La Gran Escasez. Sin embargo, tengo la impresión de que la realidad cada vez más palpable de la escasez energética le hizo ver como necesario defender la importancia del trabajo que desarrollan en su instituto (y que, por cierto, también es una actividad importante en el mío).


La cuestión no es menor. Es conocido que los escenarios de referencia del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC) se basan en un aumento de las emisiones de CO2 siguiendo escenarios en los que se consume tanto combustible fósil como es requerido por la demanda, pero sabemos que eso simplemente no es posible, ya que todos los combustibles fósiles están muy cerca de su máxima producción, si no la han pasado ya. Desde hace algún tiempo el presidente de ASPO Internacional Kjell Aleklett critica la falta de realismo de los escenarios de emisiones del IPCC, y no le falta razón. ¿Quiere decir eso que el cambio climático es un problema del que ya no hace falta preocuparse? Pues no; en realidad, todo lo contrario.


Es completamente cierto que para tener una idea más clara de a qué riesgos nos enfrentamos el informe del IPCC debería hacer sus previsiones contemplando el decaimiento previsible de las emisiones de CO2. Recordemos, empero, que el IPCC no hace sus propios estudios, sino que compila el conocimiento científico según los estudios más recientes, más al día (aunque el IPCC sí que da recomendaciones sobre qué escenarios son representativos); por tanto, para que el informe del IPCC puede contemplar el efecto de la caída de emisiones este escenario tiene que ser un lugar común conocido por los climatólogos que las emisiones inexorablemente decaerán. Si ya sabemos qué problemas tenemos para hacer entender el Oil Crash a los ciudadanos y más específicamente a los científicos entenderemos que no vamos a llegar a ese punto de concienciación de manera rápida. Por otro lado, los escenarios de emisión necesitan un modelo económico detrás, el cual será mucho más complejo que lo que se suele tomar habitualmente, como ya hemos comentado en otras ocasiones; y eso enfrenta a los climatólogos con una complejidad que les es completamente ajena y que se les hace más difícil de integrar. Por tanto, los escenarios del IPCC todavía durante mucho tiempo no tendrán en cuenta, o lo harán de forma muy pobre, el declive energético. A pesar de esta limitación que nos acompañará durante algún tiempo sí que podemos conocer algunas de las cosas que nos cabe esperar de la evolución del clima.

En primer lugar, se ha de tener en cuenta el riesgo que supone ciertos efectos no lineales que pueden estar desencadenándose ya. Por ejemplo, la liberación de metano (un gas de efecto invernadero más potente que el CO2) por la fusión del permafrost en la tundra siberia y la inestabilización de los caltratos o hidratos de gas (de metano) en algunos fondos marinos – efectos ambos consecuencia del calentamiento de estos entornos. La liberación de estas grandes masas de metano acentuarían el efecto invernadero de una manera más rápida y potente que las meras emisiones de CO2, y nos recuerdan la urgencia de intentar reducir las mismas. Otro efecto no lineal que inevitablemente se desencadenará cuando no nos quede más remedio que quemar menos combustibles fósiles es que la atmósfera se volverá más transparente al estar más limpia y sentiremos con mayor fuerza el efecto invernadero a nivel de la superficie; es el problema de la debilitación del dimming o apantallamiento (si quieren saber más sobre este tema, tienen aquí una excelente referencia). Y a éstos y otros efectos no lineales conocidos tendríamos que añadirles otros desconocidos, todo lo cual, en estricta aplicación del principio de precaución nos debería llevar a profundizar en las políticas de reducción de emisiones de CO2. Por tanto, no hay demasiado margen para la confianza por aquí.


Aparte está mi convencimiento personal, como ya expresé en el acto del miércoles, que en tanto no cambiemos el sistema económico y llevemos la lógica del actual hasta sus últimas consecuencias tenderemos a quemar todo lo quemable simplemente para mantener la maquinaria industrial en marcha, simplemente para producir hasta el último iPad. En particular, es bastante evidente que países como España aspiran a usar sus reservas de carbón, única fuente fósil autóctona, para compensar la caída que llega; pero el carbón produce mucho más CO2 a igualdad de energía producida en la combustión, con lo que el declive de emisiones será más lento que el de la energía. Encima, recuperaremos el carbón vegetal como se usó históricamente, lo cual, si no se gestiona correctamente, puede llevar a arrasar una parte importante de la cubierta vegetal terrestre, la cual actúa como un sumidero de CO2 y retiene una parte substancial de este gas fuera de la atmósfera… hasta que quememos los árboles que contenían esos átomos de carbono. Y, desgraciadamente, éste es previsiblemente el camino que seguiremos.  

¿Qué conclusión debemos extraer de lo que acabamos de discutir? Que la lucha contra el cambio climático no puede esperar y que no es negociable.


Y sin embargo leía hoy en el blog Oil Man de Le Monde que la Unión Europea se está empezando a plantear si merece la pena continuar con la lucha contra el cambio climático si es la única región a hacerlo (pueden acceder al documento original de la Comisión por cortesía de Oil Man siguiendo este enlace; ver página 9). Planea sobre esta decisión a tomar la certeza de que la lucha contra el cambio climático supone un encarecimiento de los costes industriales y al final una pérdida de competitividad económica. Con la nueva recesión sobre nosotros, la última cosa que puede pretender nuestros líderes es agravarla estableciendo nuevas obligaciones para nuestro tejido productivo. Encima, coincide este debate con la presidencia polaca de la UE; es importante destacar que Polonia genera el 95% de su electricidad quemando carbón, el combustible que más CO2 genera por unidad de energía producida. En suma, que lo del cambio climático, tal y como lo ven nuestros líderes, es algo muy bonito pero poco práctico y se ha de supeditar a la recuperación imposible, a la quimera del crecimiento económico. Y si en el camino tenemos que quemar todo el planeta, lo haremos. Eso es lo que vamos a hacer si no paramos esta locura: quemar hasta la última molécula quemable de este planeta, como si fuera el tren de los hermanos Marx. Coja su antorcha. Abrasemos este planeta. Quememos la Tierra.



Salu2,
AMT

P. Data: Desde InspirAction me acaban de pedir justo hoy que dé publicidad al siguiente mensaje, cosa que seguidamente hago al ser relevante al post de hoy:

Con su “Menú para Durban” InspirAction lo deja claro: es hora de hacer frente al cambio climático. Porque si sigue avanzando, el menor de nuestros problemas será alimentarnos de insectos.

Paella de hormigas, sushi de saltamontes… ¿Tendremos que acostumbrarnos? En InspirAction creemos que los primeros que deberían probar ese menú son los líderes que tomarán decisiones en Durban. Tal vez así sean más conscientes del riesgo que corremos si no hacemos frente con determinación al cambio climático. Firma ahora la petición on line de InspirAction, y hazles saber que no estamos dispuestos a acostumbrarnos a ese menú. Deben actuar ya.

 Tras los escasos resultados de las últimas cumbres climáticas, la esperanza de romper el estancamiento mundial descansa ahora en las iniciativas de la Unión Europea, indica la ONGD InspirAction. “Quedan menos de 50 días antes de abrir de nuevo el proceso de negociación en Durban (Sudáfrica). Seguimos sin avances significativos, así que sólo nos queda instar a la Unión Europea a utilizar su poder para impulsar un mayor apoyo internacional para conseguir un segundo período del Protocolo de Kyoto, sin el cual el mundo quedaría avocado al caos climático, sin posibilidades de estabilizar y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero”, indican desde InspirAction.

 El protocolo de Kyoto encarna el principio de justicia climática, la idea de que los países industrializados que más han contribuido a crear el problema del cambio climático tienen  una mayor responsabilidad a la hora de reducir sus emisiones y ayudar a los países más pobres a hacerle frente. No podemos esperar más: es hora de que Europa lidere un paso adelante en la negociación climática, sin esperar a que EE.UU. lo haga. “Por desgracia, no podemos esperar más. El resto del mundo tiene que moverse, con o sin EE.UU. Es necesario que Europa lidere el camino”
 No todo es negativo: cada vez existe una mayor certeza entre la opinión pública de que es hora de actuar. Los resultados de la nueva encuesta del Eurobarómetro indican  que los europeos consideran que el cambio climático es el segundo problema más serio que enfrenta el mundo hoy en día. La pobreza, el hambre y la falta de agua potable fueron elegidos como el problema más grave por un 28 por ciento de los encuestados, mientras que el cambio climático ha sido seleccionada por el 20 por ciento, seguido por la crisis económica (16 por ciento) y el terrorismo internacional (11 por ciento). La encuesta también muestra que en la UE, la mayor parte de la población considera a los gobiernos nacionales responsables de la lucha contra el cambio climático (41 por ciento de los encuestados), seguidos por la propia Unión Europea (35 por ciento) y el comercio y la industria (35 por ciento).

“Esperamos que los ministros de medio ambiente europeos tomarán nota de la preocupación de los ciudadanos por el cambio climático, y decidirán por fin hacerle frente. Mientras los países más ricos del mundo no lleguen a un acuerdo internacional sobre el clima, las personas que viven en la pobreza seguirán sufriendo el impacto de los fenómenos climáticos extremos”, afirma Isabel Ortigosa, responsable de incidencia de InspirAction.

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