>No hay milagros: la estafa del E-CAT

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Queridos lectores,

Hace unas semanas algunos lectores me pidieron que comentara acerca de un invento ideado por dos italianos, Andrea Rossi y Sergio Focardi (presentados como profesores de la Universidad de Bolonia), el artefacto conocido como E-Cat (Energy Catalizer). Este dispositivo se supone capaz de producir energía a partir de níquel, agua y un catalizador no revelado, teniendo un insumo de energía eléctrica con una potencia de 400 vatios cuando llega a su estado estacionario de operación y produciendo un exceso de calor con una potencia estimada de salida de 12.400 vatios. Eso implicaría un retorno en la operación de 31 veces la energía entrada (cuidado, esto no es la Tasa de Retorno Energético (TRE) porque no se tiene en cuenta el coste energético de fabricar la máquina, de producir el níquel y el catalizador, etc), el cual no está nada mal. De ser cierto supondría una revolución energética, acabaríamos con los problemas asociados al Peak Oil e incluso proporcionaría un magnífico estímulo económico. Sólo hay una pega: es una estafa, una elaborada estafa pergeñada por un estafador al cual ni tan siquiera se puede calificar de brillante.

Durante las últimas semanas he leído algunos documentos para elaborar este post y la verdad es que no he podido evitar tener una sensación de fastidio, de hastío, de pérdida de tiempo. Cuando se trata de anuncios exagerados o estafas simples, una simple ristra de argumentos (como los que desmontan la viabilidad comercial de los prototipos con los que el comentarista crosscountry sazona los posts con tanto afán) basta para acabar la discusión, pero aquí no se pueden usar argumentos simples. Y no porque los argumentos de los impulsores del E-Cat hayan sido muy ingeniosos, sino porque el timo está montado basándose en la ingenuidad y en la ansiedad de los desesperados que están dispuestos a creer en cualquier cosa que les libere de trago de aceptar que no se puede resolver la dependencia del petróleo y que tenemos que aceptar una vida más austera – aún cuando probablemente fuera una vida más feliz. Los proponentes del E-Cat ponen a todo el que se acerca al invento delante de una perversa disyuntiva: dados los hechos experimentales (escasamente documentados, en realidad), hay dos posibles explicaciones a los resultados del experimento. La primera es que se está midiendo mal el flujo de calor que sale de la máquina (en realidad, como luego argumentaré, no se está midiendo en absoluto); la segunda, que toda la física atómica y molecular que se ha desarrollado durante el último siglo está mal, y así se producen procesos que no deberían tener lugar y no se producen otros efectos secundarios indeseables y consecuencia lógica de los anteriores. Dado que unos efectos tan dramáticos como los de la segunda posibilidad deberían haber sido observados hace mucho, una persona con cierta formación en Física considerará que la primera explicación es la más plausible (y máxime después de enterarse del historial delictivo de Rossi, ver más abajo); pero los fanáticos de la energía del punto cero y demás memeces en seguida contraatacarán diciendo que el gran problema de la “ciencia oficial” es su inmovilismo y la incapacidad de aceptar ideas nuevas. Cuando un científico les contesta que no hay ningún problema en revisar los paradigmas, en revisar las cosas, actualizar y a veces hasta cambiarlas enteramente, que justamente eso es bueno porque así es como más progresa la Ciencia pero que todo ello requiere tiempo, una experimentación cuidadosa y exhaustiva, controlando y midiendo todas las variables, aislando todos los procesos y describiéndolos y entendiéndolos bien, para estar seguros de cómo son las cosas en realidad… entonces le contestan que lo que busca es poner trabas y pegas estúpidas para bloquear el paso a la gran invención del siglo XXI y que en su cerrazón mental no es capaz de aceptar que hay fenómenos que escapan a su comprensión. El científico les puede decir entonces que no se habla tanto de comprensión en este punto como de descripción, de describir de manera precisa bajo qué condiciones pasa qué (aunque sean los ingredientes para producir un sortilegio) y estar seguros de que el fenómeno es repetible y controlable; pero aquí los fanáticos de la energía libre generalmente desconectan. La zanahoria de un futuro que colme nuestras más estúpidas esperanzas ecocidas suspende la capacidad de razonar, y nos hace propensos a caer en la trampa que nos tienden. En fin, analicemos los aspectos más evidentes del timo, en espera que con el tiempo salgan a la luz todos los trucos ocultos.

Para empezar, les recomiendo que se lean el resumen periodístico y el análisis un poco más técnico (en apariencia, porque la ciencia pretendida es totalmente superficial) que ha sintetizado en castellano Qmunty en su blog. Vayamos ahora con mi análisis:

La no medición del exceso de calor producido: El punto fundamental de la argumentación de Rossi y Foccardi es que se produce una cierta cantidad de vapor de agua seco (es decir, que sólo sale genuinamente vapor de agua, y no se dispersa agua en estado líquido); a partir del agua que se constata que desaparece del recipiente y asumiendo que toda ella se ha convertido en vapor de agua a 101ºC es como se calcula la potencia de salida del E-Cat. El problema, al final, es que ésta es una estimación indirecta, en la cual se está asumiendo que el único proceso que tiene lugar es simplemente la elevación de temperatura y vaporización de esa masa de agua… lo cual puede ser cierto o no, porque es difícil controlar todas las variables. Lo natural sería medir toda la salida desde el tubo, intentar contener el sistema en un circuito cerrado en que las entradas y salidas fueran controlables, pero nada de eso se hace. Como no hay datos todo lo que se puede hacer es especular, y supongo que Rossi (quien parece ser el que lleva el peso de la promoción de E-Cat) cuenta con eso para alargar el suspense. Sin embargo, se puede especular y tratar de estimar, con cierta incertidumbre, cuál es la salida energética del E-Cat simplemente fijándose en los vídeos que Rossi difunde, y exactamente eso es lo que ha hecho Peter Ekström, de la Universidad de Lund. Sus análisis, resumidos en este breve texto, muestran que en realidad no se produce ningún exceso de calor, que toda la energía que está entrando en el sistema explica perfectamente lo que se observa, ese pequeño filamento de vapor que sale por el “tubo de escape” del E-Cat (y con el añadido de que Rossi regularmente lo manipula para vaciarlo de agua, lo que hace pensar que una parte del agua que se “evapora” es en realidad purgada en forma líquida). Una cosa importante que se tiene que aclarar a los profanos es que hay una diferencia enorme entre conocer algo con cierta incertidumbre, aunque sea grande, y no conocerlo en absoluto (ya explicamos aquí esta diferencia); y el análisis de Peter Ekström, a pesar de sus grandes incertidumbres nos muestra que el exceso de potencia generada no puede ser ni de lejos los 12.000 vatios anunciados, y que bien podría ser 0. Como explica Ugo Bardi en un post sobre la cuestión del E-Cat, delante de estas críticas razonables Rossi responde diciendo de Ekström es un payaso, y que ya verán en Octubre cuando comience a funcionar su planta piloto en Grecia como él tiene razón; nada de intentar medir de una manera seria qué potencia se genera. Y, como han hecho notar otros investigadores, si se estuvieran disipando 12.400 vatios a la atmósfera de una habitación en la que la máquina opera durante horas (para “demostrar” su funcionamiento) se tendría que producir un aumento sensible de la temperatura de dicha habitación, perceptible directamente por los seres humanos en ella.

El proceso que tiene lugar según sus inventores contradice toda la Física Nuclear y Molecular que conocemos: Ya he dicho que eso en sí mismo no es grave si se demuestra que es cierto, pero es que primero hay que aportar indicios documentados y suficientes de que tales procesos tienen lugar. No quiero entrar en detalles escabrosos, pero déjenme que les dé unas pinceladas de Física Atómica y Molecular para entender la magnitud del dislate. Porque si el E-Cat funcionara como se anuncia implicaría la existencia de una máquina no sólo capaz de generar energía con una buena TRE; que va, eso es demasiado modesto: si los procesos fueran realmente de fusión nuclear tendríamos una máquina capaz de transmutar elementos (¡por fin la Piedra Filosofal!) e incluso, mal utilizada, podría destruir el planeta entero. Lo que sigue es una explicación muy técnica y detallada que seguramente no será del interés de la mayoría de los lectores; los que no se sientan inclinados por estos aspectos científicos pueden saltarse la sección y pasar a la siguiente.


Doy por supuesto que saben que la materia ordinaria está formada por átomos, y que los átomos constan de protones y neutrones en el núcleo y electrones orbitando alrededor del núcleo. Los protones tienen carga eléctrica positiva, los electrones una carga eléctrica idéntica pero de signo negativo y los neutrones son neutros y por tanto no interactúan eléctricamente. En un átomo no ionizado la carga eléctrica del núcleo se compensa con la carga eléctrica de la corteza exterior, es decir, que hay tantos electrones en la corteza como protones en el núcleo (los neutrones, al no tener carga, no entran en esta cuenta); el átomo es así neutro. Cargas de distinto signo se atraen, así que los electrones tenderían a caer hacia el núcleo (los protones son unas 2.000 veces más masivos que los electrones así que el efecto de la fuerza electrostática es menor sobre ellos); sin embargo no lo hacen porque orbitan, de manera análoga a cómo lo hace la luna en torno a la Tierra, o ésta alrededor del Sol, en una trayectoria de eterna caída que se cierra sobre sí misma y que por tanto hace que el choque nunca se produzca. Bueno, ésta visión es la visión clásica hasta que con el descubrimiento de las leyes del magnetismo se comprendió que una partícula cargada acelerada debería emitir radiación y por tanto los electrones deberían de ir perdiendo energía hasta caer sobre el núcleo. En realidad, con la introducción de la Mecánica Cuántica se comprendió que el mundo subatómico es mucho más complejo y que las partículas no están en un estado físico concreto sino que se mueven en una especie de sopa de realidad, en una nube de probabilidad que hace que no estén en un lugar concreto sino en una mezcla de todos los posibles, en algunos -los más probables- con más probabilidad que otros. Sí, ya lo sé, suena confuso pero ésta es la interpretación de Copenhague, la estándar de la Mecánica Cuántica. Por tanto, los electrones no pueden situarse en cualquier sitio sino en unos determinados lugares, los llamados orbitales atómicos, que son como las autopistas que rodean a los núcleos y es donde con mayor probabilidad se puede encontrar un electrón; estos orbitales no son arbitrarios sino que resultan de resolver la ecuación fundamental de la Mecánica Cuántica, la ecuación de Schrödinger, para el caso del átomo. Por supuesto que si un átomo se ve sometido a un campo de fuerzas externo esos orbitales se pueden deformar y eventualmente se podrán arrancar los electrones de ellos. El número de protones en el núcleo es lo que determina la forma y propiedades de los orbitales que le rodean y es por tanto lo que define sus propiedades químicas, como ahora veremos. Por tanto, para saber de qué elemento químico se trata sólo tenemos que contar los protones de su núcleo: 1 para el hidrógeno, 2 para el helio, 6 para el carbono, 8 para el oxígeno, 20 para el calcio, 26 para el hierro, 28 para el níquel, 29 para el cobre, … El número de neutrones puede variar, y así puede haber átomos de hierro con diferente número de neutrones, pero químicamente todos ellos se comportarán como hierro. Son los llamados isótopos, que se distinguen por su masa atómica, que viene a ser la cuenta total de protones y neutrones; por ejemplo, el níquel-58 es el átomo de níquel (28 protones) que tiene 30 neutrones (y así su masa atómica es 58= 28 protones + 30 neutrones).


Las reacciones químicas, que son las que experimentamos en el día a día, son recombinaciones de los orbitales de átomos que tienen cierta afinidad, y que cuando están unos próximos de otros modifican su estructura electrónica, es decir, la estructura de sus orbitales y forman nuevos orbitales, llamados ahora moleculares, en los que los electrones circulan y pasan ahora de un átomo a otro, dando vueltas al conjunto, que ahora se llama molécula. En las reacciones químicas espontáneas la formación de moléculas comporta generalmente desprendimiento de energía; eso quiere decir que las nuevas autopistas de los electrones, los nuevos orbitales ahora convertidos en moleculares, requieren menos energía para existir que los orbitales atómicos de cada átomo por separado. En el proceso de formación de la molécula esa energía extra se emite en forma de fotones (partículas sin masa, los cuantos o partículas fundamentales del campo electromagénetico) que son generalmente absorbidos rápidamente por otros átomos y moléculas y transformados en calor (el calor no es más que el movimiento desordenados de átomos y moléculas en una sustancia; cuanto más “vibran” sus átomos más caliente está un cuerpo). Las moléculas serán tanto más fuertes cuanto más energía se desprenda en su formación, ya que eso implica que para poder reconstituir los orbitales atómicos previos se necesita aportar esa energía.

Hemos hablado de las fuerzas que operan a nivel de la corteza electrónica, la parte más exterior de los átomos, pero aún no hemos dicho de las fuerzas que actúan en sus núcleos. En el núcleo actúan una fuerza centenares de veces más fuerte que las que la electromagnética y centenares de sextillones de veces más fuerte que la gravitatoria: la fuerza nuclear fuerte. Ha de ser más potente que la fuerza electromagnética y atractiva para mantener ligados a los protones en el núcleo, ya que al ser éstos cargas del mismo signo se repelen electrostáticamente. Es una fuerza que no se nos manifiesta a nuestra escala porque, a diferencia de la gravedad o el electromagnetismos, es de muy corto alcance: una mil billonésima de metro (1 femtometro), que es poco más que el radio del protón y que el radio del neutrón. De ese modo, la fuerza nuclear fuerte sólo actúa cuando dos protones están muy pero que muy cerca, lo cual es difícil de conseguir ya que los protones, al repelerse electrostáticamente y con una fuerza que se hace más intensa cuanto más cerca están, tienden a separarse. Para unir dos protones se necesitaría enviar uno contra otro con los centros perfectamente alineados sobre la trayectoria y a una grandísima velocidad, que debería ser la justa para que se puedan llegar a prácticamente tocar pero no mucho más que eso, ya que si no chocarían y debido al exceso de energía cinética saldrían despedidos. Dada la naturaleza cuántica (sobre todo, sus características ondulatorias) de los protones la unión de dos de estar partículas es imposible. Afortunadamente, los neutrones, al ser partículas sin carga, también experimentan la fuerza nuclear fuerte y sí que pueden aproximarse a baja velocidad a los protones y engancharse a ellos vía la interacción nuclear fuerte; en el proceso, protón y neutrón se fusionan y una parte de sus masas se convierte en un fotón de alta energía. Por tanto, la unión de protón y neutrón es estable, de manera análoga a lo que sucedía en los orbitales moleculares, sólo que aquí las distancias de interacción son típicamente un millón de veces más cortas y por tanto las fuerzas nucleares implicadas son un billón de veces más intensas que las fuerzas de las uniones moleculares. No es de extrañar, por tanto, que los fotones emitidos sean mucho más energéticos que los de las reacciones moleculares, del orden de millones de veces. Son los peligrosos rayos gamma.

La estabilidad de los núcleos atómicos depende del difícil equilibrio entre la fuerza nuclear fuerte, que es atractiva, y la fuerza electromagnética, que entre protones es repulsiva. Imagínese el lector un núcleo típico, con muchos protones y neutrones, de la siguiente manera: los protones se repelen electrostáticamente, pero están ligados con unas cadenas muy cortas pero muy fuertes, que es la fuerza nuclear fuerte. Para que el núcleo sea más estable conviene que haya bastantes neutrones, que separan los protones y hacen que su repulsión electrostática no sea tan fuerte, y establecen vínculos mediante la fuerza nuclear fuerte con otros neutrones y los protones circundantes. A medida que se toman núcleos cada vez mayores, con mayor número de protones (elementos químicos más pesados) el núcleo se hace más inestable y llegado a un punto tiende a estabilizarse espontáneamente, típicamente emitiendo partículas y fotones muy energéticos: se dice entonces que el núcleo es radioactivo. Las emisiones radiactivas (partículas alfa – que son núcleos de helio, con dos protones y dos neutrones, partículas beta -que son electrones esencialmente-, neutrones y rayos gamma) pueden desestabilizar otros núcleos y producir reacciones de fisión de núcleos atómicos en cadena… pero eso es ya otra historia.

Bien. Hasta aquí la teoría. Los señores Rossi y Foccardi dicen que en su dispositivo se están produciendo reacciones nucleares de fusión nuclear. Es decir, núcleos de átomos más pequeños están siendo absorbidos por átomos más grandes, formando así núcleos de mayor número atómico. Aquí empieza el primer problema: según ellos, la máquina produce hidrógeno por electrólisis y luego ese hidrógeno (cuyo núcleo tiene un sólo protón – los otros isótopos se presentan en cantidades despreciables), gracias al diseño de la máquina, es absorbido por los núcleos de níquel (símbolo Ni, número atómico 28) para formar cobre (símbolo Cu, número atómico 29). Se supone que el níquel que están usando es níquel natural, el cual de acuerdo con la wikipedia es en un 68% Ni-58, en un 26% Ni-60 y el resto en otros isótopos; por lo tanto, bajo la absorción del protón del hidrógeno deberíamos observar un 68% de Cu-59, un 26% de Cu-61 y el resto de otros isótopos; pero, como explica Ugo Bardi, la composición isotópica del cobre encontrado en la máquina es la misma que la del cobre natural, que según la wikipedia es un 69% Cu-63 y un 31% de Cu-65, sin otros isótopos en cantidades significativas. El cobre está muy cerca del denominado valle de estabilidad nuclear, que es donde se sitúan los elementos más estables, pero las reglas de estabilidad nuclear son un poco complejas en general, y particularmente en ese zona. El hecho es que en el caso del cobre, para compensar ese protón extra respecto al níquel hace falta incluir un mínimo de cuatro neutrones extra; de hecho, los isótopos Cu-59 y Cu-61 son tan inestables que nunca se han observado. ¿Cómo resolver esta contradicción tan flagrante? Pues si han leído la parte de la entrevista de Ny Teknik a Kullander y Essén del post de Qmunty habrán visto que Rossi propone que tienen lugar no una reacción de fusión nuclear, sino ocho o nueve, con sucesivas desintegraciones beta, algunas de ellas en partículas beta cargadas positivamente (positrones, las antipartículas de los electrones). Y aquí vamos al meollo del asunto.

Por diseño el E-Cat es seguro que realiza electrólisis del agua, es decir, separa hidrógeno del oxígeno en la molécula de agua. Esto no tiene nada de extraordinario, es un proceso conocido desde hace más de un siglo: se hace pasar electricidad por agua y se encuentra hidrógeno en el cátodo y oxígeno en el ánodo, por supuesto con gasto de energía. Digo que es seguro que realiza electrólisis del agua porque podemos ver el diseño de su dispositivo en la patente del E-Cat:


Por cierto que, como comenta Steven Krivit en New Energy Times (de donde he sacado esta ilustración) este diagrama es muy similar a la de otra patente (de 1995) de Francesco Piantelli, quien ya había propuesto un dispositivo de fusión nuclear de baja temperatura y quien, casualmente resulta ser un amigo de Sergio Focardi. De hecho, el diseño de la patente de Rossi es una mala copia del original:



En fin, se supone que el diseño del aparato y el uso de un misterioso y aún no desvelado catalizador (que estoy por apostar que es un compuesto de cobre 😛 ) favorecen la absorción masiva y continuada de los núcleos de hidrógeno por parte del polvo de níquel. Recuerden que les dije que un protón tiene muy complicado acercarse a un núcleo atómico por culpa de la repulsión electrostática. En un momento determinado Rossi invocó la posibilidad de un efecto túnel para explicar por qué el protón era capaz de superar la barrera columbiana (repulsión electrostática); sin embargo, está el pequeño detalle de la pequeña sección eficaz de los núcleos de níquel delante de un movimiento lento y desordenado como el que por lógica tendrían los núcleos de hidrógeno. Es decir, que los núcleos de níquel representan un blanco pequeño y lejano; incluso contando con el efecto túnel (que siempre sería una pequeñísima probabilidad dando lugar a una escasísima proporción de núcleos transmutados) lo difícil es acertarle a los pequeños núcleos de níquel en medio del vacío del espacio interatómico, y es que el átomo más pequeño tiene un radio (distancia del centro del núcleo a la corteza electrónica) que es cientos de miles de veces más grande que el radio de su núcleo. Sin necesidad de tirar de calculadora (escasa probabilidad de efecto túnel multiplicada por absolutamente insignificante sección eficaz) resulta evidente que la probabilidad de impacto y transmutación es aterradoramente baja. Para compensar Rossi explica, por boca de Kullander y Essén, que se forma una especie de miniátomo de hidrógeno, con el electrón prácticamente embebido dentro del protón, que podría así no ser repelido por el núcleo y llegar a impactarlo, y una vez en éste el “neutrón virtual” se desenmascaría y el electrón se iría a vivir su vida, quedando el protón embebido en el núcleo (esta hipótesis tan descabellada es heredera de una vieja conocida, la falsa teoría del hidrino). Por otro lado, los protones absorbidos experimentarían decaimiento beta positrónico para volverse neutrones, y así hasta formar los isótopos de cobre que interesan y en la proporción justa.

Hay enormes problemas con esta descripción tan rocambolesca de los hechos. Cada absorción de un nucleón debería de producir emisión de radiación gamma, y de tanto más que se producen varias absorciones en cascada hasta llegar al producto final, el Cu-61 y el Cu-65. Sin embargo, no hay emisión de rayos gamma en E-Cat (a falta de un dispositivo que lo mida, tenemos una buena indicación: Sergio Rossi aún está vivo, así como todos los que han presenciado las demostraciones del aparato). Además, debería haber significativas emisiones de partículas beta positivas y negativas, las cuales además deberían causar efectos importantes en los dispositivos electrónicos del E-Cat y en cualquier otro aparato circundante. Incluso aunque se pretenda hacer creer que la mayoría de esas radiaciones son absorbidas por el aparato y usadas para producir calor de salida, nunca se podría evitar, por pura aplicación de las leyes de la Mecánica Estadística y de la Mecánica Cuántica, que una parte importante de esas radiaciones escapase del aparato (que carece de cualquier tipo de blindaje) y produjese notables y letales efectos. Por otro lado, la energía de esas radiaciones y el ritmo al que se estarían produciendo implica una potencia de decenas a miles de veces mayor que los 12.400 vatios de potencia de salida reportados (como intuye Qmunty en su artículo). Es imposible que esa radiación gamma y beta sea absorbida por el E-Cat, pero si lo fuera la potencia de salida del aparato sería monstruosa, vaporizaría todo el contenido de agua del dispositivo en segundos, y a continuación mataría a los asistentes a la demostración. Como nada de eso ha pasado, la conclusión obvia es que las conjeturadas reacciones nucleares no están teniendo lugar.

Hace mucho tiempo que se experimenta con reacciones nucleares de fusión de baja temperatura, es decir, en las que los materiales a fusionar están a temperatura ambiente y no a los millones de grados de temperatura que se requieren para instalaciones como ITER, y sin embargo aún no se ha conseguido nada. ¿Por qué? Bueno, podemos decir que gracias a Dios. Porque nuestra materia ordinaria es tremendamente estable. No resulta fácil manipular los núcleos atómicos por medios macroscópicos, dada la pequeñez de los núcleos atómicos, las extraordinarias fuerzas que sobre ellos operan y el gran confinamiento de los electrones a los orbitales atómicos y nucleares. Si fuera fácil manipular los núcleos seguramente habría reacciones nucleares espontáneamente en la naturaleza, simplemente por casualidad. Además, no hay nada privativo en el núcleo del níquel de acuerdo con la explicación de Rossi, con lo que cabría esperar que fenómenos semejantes se dieran con otros átomos, y eso por no hablar de lo que pasaría con átomos ya de por sí inestables como los radioisótopos o isótopos radiactivos de algunos elementos. Las reacciones nucleares de fisión en cadena sería habituales en la naturaleza, así como la captura de los electrones por parte de los protones, convirtiéndose así en neutrones con emisión de letales rayos gamma. Al final, nuestro planeta y toda la materia tendería a formar amalgamas de neutrones, que se desintegrarían en protones y electrones prácticamente libres que serían rápidamente capturados para volver a formar neutrones. Ésta es una visión extrema, llevando las teorías de interacción nuclear de Rossi hasta sus últimas consecuencias; seguramente él alegaría que los procesos no son tan radicales y que por eso nada semejante a esto pasa en nuestro mundo. Yo no soy un experto en dinámica atómica y molecular, pero estoy convencido de que introduciendo sus teorías en los modelos se llegaría a un estado de cierto caos incompatible con lo que realmente vemos. De hecho, en su manifestación más benigna las teorías de Rossi representan de manera efectiva una quinta interacción fundamental a añadir a las cuatro conocidas y extensivamente experimentadas,  y encima fuerte y de largo alcance. 

En resumen, toda la teoría que se está usando para justificar los resultados es una pura extravagancia que no concuerda ni aproximadamente con lo que se ve. Esto debería ser evidente para un físico experimentado en este campo, con lo que mi única conclusión posible es que estamos delante de un intento deliberado de engañar. Lo cual nos lleva a analizar los otros aspectos de este caso.

Defectuosa comunicación científica: Siendo probablemente consciente de lo endeble de sus argumentos (poniéndonos en lo mejor) o de que su estafa podría quedar al descubierto (poniéndonos en lo peor), Rossi no ha intentado publicar sus resultados en una revista científica. Para los profanos les diré que para publicar un artículo en una revista especializada dos revisores anónimos, colegas de profesión, han de leer y criticar el artículo, resaltando sus puntos débiles. De esta manera el artículo se mejora y se corrigen los aspectos más endebles; en ocasiones, si el trabajo está mal hecho el artículo es rechazado, aunque eso no evita que se pueda enviar a publicar en esa misma revista tras una revisión en profundidad, o a otra. De la cuarentena de artículos que yo he publicado en mi carrera científica, como un tercio fueron enviados a otra revista anteriormente, donde fueron rechazados mayoritariamente porque mi artículo no se adecuaba al estilo o a la temática de la revista, y muy pocas veces por críticas serias a su contenido (de hecho, eso estrictamente no me ha pasado nunca). Rossi y Focardi afirman que su artículo ha sido rechazado de varias revistas porque el tipo de ciencia que proponen es demasiado rupturista y los gurús del convencionalismo no lo quieren aceptar (o al menos eso dan a entender). Pero por lo que explica Steven Krivit, Rossi le reconoció que no han enviado a publicar el artículo que describe el proceso de E-Cat a ninguna revista, solamente a una base de preprints (artículos aún no publicados) electrónicos muy popular en la comunidad física, ArXiv, y según ellos el artículo fue rechazado. Esto me sorprende: o ArXiv ha cambiado mucho o no se rechaza ningún artículo: es una base de datos enorme y nada se revisa; de hecho, subir un artículo a esta base no se considera una publicación científica, no tiene valor per se. Se tiene que reconocer el comportamiento de Rossi y Focardi es un tanto anómalo si es que de verdad hubiera una voluntad de comunicar la ciencia que hay detrás del E-Cat. Oh, claro, en realidad no la quieren comunicar porque no pueden por culpa de la patente, ¿verdad? Pues no, por dos motivos: uno, porque una patente es una publicación, como ahora explicaremos; y dos, porque Rossi ha creado un blog al cual le ha dado el pomposo nombre de Journal of Nuclear Physics, donde publica lo que le da la gana pero lo presenta como si se tratara de una verdadera revista científica (por cierto que si echan un vistazo a los “artículos” de esa páginas web verán muchísimos disparates; algunos autores incluso proponen teorías que entran en contradicción con los principios del E-Cat. En fin…). Por supuesto que en esa pseudo-revista no hay el más mínimo proceso de revisión seria de los artículos en ella publicados, lo cual le resta la poca credibilidad que tenía.

Invocación en vano de la patente: Como en tantos otros timos, es un lugar común que la existencia de una patente imposibilita la divulgación de un gran descubrimiento o incluso su explotación comercial. Nada más lejos de la realidad. Una patente es, para comenzar, una publicación. El que solicita una patente pretende hacer públicos los detalles de un método de interés industrial o un sistema para la producción de ciertos servicios o bienes; no por motivos altruistas, claro está, sino para poder defender delante de los tribunales que el inventor (que no tiene por qué ser la misma persona que el titular de la patente) descubrió tal método y que, por tanto, para poderlo usar le han de pagar unos derechos, una licencia de uso. Para que otras personas del mundo puedan saber qué se ha patentado y qué no, entre otras cosas para poder hacer sus propias patentes, las patentes son perfectamente públicas (hay bases de datos de patentes registradas en internet, que aunque sean públicas no quiere decir que sean gratuitas). Por tanto, repetimos una vez más, con una patente ni se puede echar el cerrojazo a un invento ni permanecen ocultos sus datos ni nada, ni siquiera mientras la patente está en trámites de evaluación: los procesos de evaluación se pueden demorar durante años, pero eso no impide empezar a licenciar y explotar la patente; mientras la patente está en evaluación quien quiera explotarla tendrá que pagar a su titular lo que convengan, y si finalmente una o más de las reivindicaciones de la patente (aquellas cosas que el inventor reclama que él ha inventado) no son reconocidas, cualquiera podrá replicar esas partes sin pagar nada de nada. Por tanto, como digo, no tiene ningún sentido el secretismo de Rossi y Focardi con respecto a su invento; ítem más, si el famoso catalizador secreto no forma parte de la patente entonces no está protegido comercialmente, con lo que en el momento que alguien se haga con una muestra y la analice se podrían encontrar con que ese alguien hará un diseño diferente del E-Cat usando ese mismo catalizador que no forma parte del procedimiento patentado y por tanto no les tenga que pagar ni un duro. Por tanto, el secretismo sobre el catalizador va en el perjuicio de Rossi y Focardi, en contra de lo que le pueda parecer al incauto.
Dos detalles más para terminar. El primero, como ya hemos comentado en otra ocasión, es que las patentes sólo duran 20 años, con lo que la pretensión que habrá dentro de unos meses, cuando esta estafa sea evidente, de que “el E-Cat ha sido silenciado por las grandes corporaciones petroleras comprando la patente” es ridícula porque como mucho durante esos 20 años el que controle la patente podría prohibir su uso comercial, pero no que alguien se lo fabrique por su cuenta; y acabados esos 20 años se acabó, cualquiera puede explotarlo sin tener que pagarle derechos a nadie (y recordemos que es una publicación). Segundo, la patente de Rossi fue depositada en Mayo del 2008, y extendida internacionalmente en 2009. No es algo que se acabe de patentar. Lo que le debe pasar a este señor es que le toca ahora pagar los derechos de mantenimiento, que deben ser bastante onerosos porque lo ha patentado para el mundo entero, y por eso necesita dinero rápido para mantener la apariencia de operación industrial.

El extraño plan de explotación comercial: Primero se postuló que una empresa griega, Defkalion, construiría la primera planta en Grecia para Octubre. Curioso país para comenzar su despliegue mundial. En Agosto hubo una crisis y se anunció que Rossi cortaba relaciones con Defkalion por desavenencias financieras en la construcción del E-Cat; durante esos días entré por casualidad a la web de Defkalion (mientras documentaba este post) y lo primero que te encontrabas era un mensaje diciendo que algunas personas habían actuado en nombre de Defkalion sin estar legitimadas para ello y se pedía al visitante que se asegurase de entrar en contacto con la sede central de la compañía. Pocos días después Rossi anuncia que los planes con Defkalion han sido restablecidos y que la planta griega sigue adelante. Lo que ha pasado aquí se sabrá en un tiempo pero, como todo lo demás, huele a cuerno quemado. Rossi también anuncia que hará nada menos que 100 plantas en los EE.UU. Se tiene que decir que si los procesos nucleares fueran algo parecido a lo que cuenta Rossi al cambiar la escala  a la que tienen lugar los procesos (hablamos de plantas capaces de generar 1 Mw, según Rossi) se podrían producir otros efectos no muy perceptibles en el pequeño prototipo de 12.400 w, y el riesgo de reacciones nucleares con emisiones importantes de rayos gamma sería muy grande. Parece una imprudencia temeraria lanzarse a la explotación comercial de una tecnología no demostrada, y dudo mucho que los EE.UU. permitiesen la instalación en su territorio de 100 potenciales bombas termonucleares… de no ser que el Gobierno americano considere que no hay el más mínimo peligro en ese sentido.


Historial delictivo de Rossi:
He dejado para el final esta parte para evitar dar la impresión de que se ataca al hombre para desacreditar el trabajo, pero dado que esta persona en cuestión es conocida por haber estado en numerosas estafas creo que su historial es un hecho relevante en esta discusión.
Los detalles los pueden leer en el artículo de Steven Krivit; se resumen así:

  • Según Rossi, en 1979 obtuvo el título de licenciado en Ingeniería Química por la Universidad de Kensignton en California, una conocida fábrica de títulos sin ningún valor académico (pagas y te dan el título, vamos) cerrada por ese motivo unos años más tarde.
  • En 1990 fundó una empresa, Petroldragon, para convertir desperdicios en combustible. La cosa acabó mal, la empresa hizo bancarrota y él acabó en la cárcel por un delito medioambiental, ya que él se hacía cargo de residuos peligrosos que no eran tratados adecuadamente y acaban contaminando el acuífero y la atmósfera. Según Rossi, lo que pasó es que la mafia local indujo al Gobierno italiano a perseguirle (todo esto pasó en Milán, cuna de Silvio Berlusconi).
  • A principios de los 90 Rossi se comprometió con el ejército de los EE.UU. a suministrarles dispositivos termoeléctricos con una potencia de salida de entre 800 y 1.000 w. Los prototipos que envió para ser probados a la Universidad de New Hampshire tenían sólo la décima parte de la potencia prometida. Antes de que Rossi pudiera acabar su pedido su fábrica en los EE.UU. sufrió un extraño incendio. Rossi intentó entonces fabricar los dispositivos en Italia, pero los aparatos italianos sólo tenían una potencia de 1w…
  • En 1995 fue encarcelado por tráfico ilegal de oro.
En fin, creo que ya se habrán hecho una idea del personaje.

Eso es todo de momento sobre el E-Cat. Sin lugar a dudas, en los próximos meses esta burbuja se irá desinflando progresivamente y quizá Rossi vuelva otra vez a prisión, si las personas estafadas consiguen procesarle. Probablemente entonces pase a estar en una hornacina del templo mayor del Culto a la Energía Libre al lado de Nikola Tesla (quien se debe retorcer en su tumba de tanto que se invoca su nombre de genio en vano) y otros bastante menos dignos, embaucadores de medio pelo que se vendieron como salvadores de la Humanidad cuando sólo aspiraban a salvar sus bolsillos. Ésta es la miseria de la condición humana.

En fin, queridos lectores, creo que Vds. pueden ya hacerse una idea de qué tenemos entre manos. Aparte de lo lamentable de que alguien, en el nombre de la ciencia, trame una estafa tan burda, lo absurdo es el tiempo que nos hace perder a los demás en vez de centrarnos en lo importante, que es preparar la transición indispensable.

Salu2,
AMT

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