Izquierda y derecha, blanco y negro

Queridos lectores,

Recientemente he recibido críticas de algunos comentaristas sobre la deriva de los artículos publicados en el blog hacia posiciones antisistema y anticapitalistas, abandonando el que debería ser su foco central, el de la mera discusión científica. No es casual esta deriva, motivada en parte en que yo no escribo la mayoría de esos posts más sociales (y los que yo escribo son más analíticos que doctrinarios). El hecho de abrir el blog a la participación de otras personas de las que están interesadas en la problemática del Oil Crash – el fin de una sociedad basada en el consumo de energía barata y abundante – hace que los temas deriven y que no todos los posts se concentren en los aspectos técnicos. Sin embargo, si se quiere sembrar la semilla de un debate, y que el blog no sea un mero monólogo por mi parte, es necesario este rumbo a veces errático, como lo es cualquier proceso de aprendizaje. Y es que la ciencia nos da (relativas) certezas sobre el comportamiento de la Naturaleza, pero el problema que tenemos que resolver, como acertadamente apuntó un comentarista del post anterior, es social. Cuestión sobre la cual yo no soy experto y en la que mi opinión está tan cualificada como la de cualquier otro; de ahí mi llamamiento al debate. 
Pasa, sin embargo, que muchos comentaristas encuentran impropio tal debate, y no sólo porque se aleja de la línea técnico-descriptiva, meramente inventarial, que caracteriza al blog, sino porque además las posiciones manifestadas son a menudo calificadas de ingenuas en el mejor de los casos o dogmáticas en el peor. En realidad tenemos un grave problema cuando no somos capaces de soñar, de concebir ideales, de tener claro a dónde querríamos ir si pudiéramos, y si descalificamos a quien hace tales propuestas como “ingenuo” o algo peor. Porque todo el mundo reconoce las dificultades prácticas de cualquier transición, pero como mínimo deberíamos saber qué es lo que queremos. Soñar la utopía no nos llevará allí, pero puede servir para avanzar hacia una situación mejor.

Otro problema que subyace tiene que ver con mi implicación política. En numerosas ocasiones me he negado a asumir un rol que no me corresponde pero que algunos lectores me reclaman. Y es que mi opinión puede merecer algo la pena en lo que a los aspectos técnicos se refiere, pero desde luego no en los aspectos opinables o ideológicos. Desde el principio he intentado ganar credibilidad sobre la base de una presentación lo más fría y analítica posible, justamente para evitar ser tachado de tener un sesgo ideológico. Y es que el problema del Peak Oil es sin duda un problema político en el sentido estricto de la palabra (puesto que afecta a los ciudadanos) pero no es ni debería ser un problema planteado desde las izquierdas o las derechas, puesto que es un problema transversal e inexorable que afecta a toda la sociedad. Desgraciadamente, la unidimensionalidad de la discusión política tradicional, con la oposición izquierda-derecha, hace muy difícil que sea aceptable que alguien como yo tome una posición imparcial, centrada en los hechos; es más, una posición como la mía se percibe como falsa, como impostada, como si uno quisiera ocultar alguna segunda intención. Por el contrario, mi posición me parece bastante coherente con la que a mi entender debería tener un servidor público, una persona que independientemente de sus intereses o los de grupos a él afines presenta las cosas tal y como son, para que sean los ciudadanos o sus representantes los que tomen las decisiones más oportunas con la información más completa y veraz disponible.

Recientemente he sido acusado en el blog de Marat de hacer de comparsa del grupo que se está organizando en torno al Colectivo Burbuja (bueno, Marat llega más lejos y en un exceso verbal me atribuye pertenecer al MCRC, que identifica con C/B). Yo he republicado los posts de The Oil Crash en la página del Colectivo Burbuja, gracias al interés expresado por mi amigo Juan Carlos Barba en que así lo hiciera; pero por lo demás no tengo ninguna afiliación a ese grupo, y probablemente disiento profundamente en la orientación política de muchos de sus miembros. Siempre he creído que eso no tenía importancia, puesto que mi actividad ha sido siempre la de la divulgación y cómo he comentado más arriba ésta ha de llegar a todo el mundo, y particularmente a la gente que tiene interés en la acción política: es por ello que he aceptado hacer varias charlas específicas para el sindicato Comisiones Obreras, para la Joventut Nacionalista de Catalunya (las nuevas generaciones del partido nacionalista Convergència Democràtica de Catalunya), para Iniciativa per Catalunya-Els Verds, para los nuevos movimientos que van surgiendo y, por supuesto, para el Colectivo Burbuja. Y lo único que lamento es que ni la FAES ni la Fundación Ideas se han mostrado interesadas en tal tipo de contribución, a la que accedería gustoso si alguna vez me la solicitasen.

Sin embargo, el incidente con Marat me ha hecho reflexionar sobre cuál debe ser mi acción en el futuro. Es obvio que España camina hacia tiempos muy turbulentos en lo político, con grandes cambios en el horizonte nada lejano. Y dada la transcendencia del momento y lo enconado que estarán de aquí no mucho las posiciones es importante que quien quiera aportar un punto de vista meramente factual como yo tome una cierta distancia, y que no sea percibido como una de las partes litigantes. Justamente, por la importancia del problema que quiero transmitir, por su carácter transversal.

La propuesta de Colectivo Burbuja está ya bastante madura, y no merece por tanto una atención más preferente por mi parte que la de cualquier otro grupo que quiera realizar una acción política. Éste es el último post que republicaré en su página, pero continuaré realizando actividades de divulgación para ellos cuando me lo soliciten. Como para cualquier otro grupo, en suma. 

Para acabar una última reflexión: Es triste que, delante de los graves problemas que tenemos que encarar como sociedad, no sepamos reaccionar y tendamos a luchar entre nosotros cuando en realidad el enemigo está afuera. Pero cuando los ejércitos se ponen en marcha los sabios se echan a un lado.

Salu2,
AMT

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