>El mejor escenario posible

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Desalojo de la Plaça de Catalunya de Barcelona. Foto de Carles Domènec, http://carlesdomenec.wordpress.com

Queridos lectores,

Hace aproximadamente un año escribí uno de los posts más populares de este blog, “El peor escenario posible“. En él describía el que a mi parecer era el peor cariz que podían tomar los acontecimientos asumiendo que la progresión de agotamiento de los recursos naturales fuera la peor de la que nos dan los modelos más o menos razonables de evolución, y que delante de los problemas que lógicamente se irían encadenando se diera la peor respuesta posible dentro de las que razonablemente nuestros dirigentes podrían dar. Afortunadamente el curso actual de los acontecimientos no coincide que el que yo marcaba en aquel artículo, especialmente en la velocidad de los eventos más negativos, aunque es significativa la cantidad de “previsiones” allá hechas que sí que se han verificado, por desgracia. Es importante aclarar que  “El peor escenario posible” suponía un ejercicio para desatascar las mentes más cerriles de los comentaristas de este post que aún pensaban que yo exageraba en cuanto a los riesgos posibles; dicho ejercicio no se puede entender en su integridad sin leer los dos posts siguientes (“Gestionar la incertidumbre” y “Emociones en una balanza y esbozo de un llamamiento“), pero dado el carácter más introspectivo y menos alarmista de esos dos posts lo cierto es que han sido ignorados por completo, sin comprender que “El peor escenario posible” forma parte de esa trilogía. Lo que es más curioso aún, mirando las cosas retrospectivamente, es que las razones que motivaron la escritura de “El peor escenario posible” (y de sus dos acompañantes) no serían válidas hoy en día, porque lamentablemente sólo un año después de haberlo escrito las desgracias descritas en ese artículo parecen bastante más creíbles y ya no hace falta insistir en ellas; piensen que aún a mediados de 2010 se hablaba aquí en España de brotes verdes y no poca gente pensaba que la tendencia económica negativa se invertiría ya este año, en vez de estar a las puertas de la nueva recesión. Cosas que entonces fueron ridiculizadas como la posible quiebra de algunos ayuntamientos, la subida del paro por encima del 20% o el comienzo de una nueva ola recesiva incluso, son hoy posibilidades discutidas abiertamente en los medios de comunicación oficiales. Sin embargo, igual que tantos otros yo no fui capaz de prever que podría surgir un movimiento como el del 15M, los “indignados” españoles, un nuevo actor que, a mi entender, aún está desorientado y confuso pero que puede tener mucho que decir en el futuro. Posiblemente es el único ingrediente que me hace albergar alguna esperanza sobre el futuro. Y por esa esperanza que aún queda quiero escribir otro escenario, el opuesto al del año pasado: el mejor escenario posible.


Antes de comenzar, es pertinente hacer algunas aclaraciones que para el lector frecuente de este blog pueden parecerle obvias pero que es fundamental dejar escritas aquí por si se cita este artículo fuera de contexto. La primer aclaración es que lo que sigue es una visión completamente personal sobre el mejor curso que, a mi pobre entender, pueden tomar los acontecimientos, toda vez que aceptamos que estamos atrapados en una crisis económica que no puede terminar dentro del paradigma económico actual, crisis que tiene muchos flancos pero de la que yo sólo me ocupo de uno, que es su factor limitante por arriba: la escasez de recursos naturales. Tomaré como punto de partida las fechas para los cenits de producción de las diversas materias energéticas discutidas en la primera parte de “El peor escenario posible“, y que después de un año parecen confirmarse. Según aquel artículo el cenit del petróleo (Peak Oil) habría sido alrededor de 2005, el del gas alrededor de 2025, el del carbón (en contenido energético) en 2011 y el del uranio en 2015. Un año después nos encontramos con que la Agencia Internacional de la Energía ha reconocido, en Noviembre pasado, la llegada del Peak Oil para el petróleo convencional, un artículo de Heinberg y Fridley en Nature muestra que el cenit de la energía del carbón es inminente, y además un reciente artículo de Michael Dittmar que analiza la producción de las minas de uranio del mundo muestra que el cenit del uranio tendrá efectivamente lugar en 2015. Así que tras un año se han confirmado nuestras peores previsiones, que igualmente tomaremos como referencia para este escenario (y eso sin tener en cuenta que el descenso de energía neta disponible seguramente está siendo más rápido incluso). En todo caso, sólo uso de estos datos el hecho de que la sociedad occidental (otro caso es China y demás países emergentes) está disponiendo ya de cada vez menos energía, sin posibilidad de invertir la tendencia. Es importante hacer notar que no uso ningún modelo ni soy una persona versada en sociología ni en ninguna otra disciplina social, así que mis impresiones son completamente subjetivas y arbitrarias y no puedo hablar con ninguna autoridad sobre los temas que comentaré en este post. Son sólo una visión personal de este autor.


La segunda aclaración que quiero hacer es que lo que aquí dibujo es un escenario, no una previsión o pronóstico. Lo que comento es aquello que yo creo que razonablemente podría llegar a pasar y que nos llevaría como sociedad al mejor desenlace posible. No se debe por tanto tomar al pie de la letra; yo no creo que lo que describo aquí vaya a pasar, por desgracia. También es importante hacer notar que lo califico de “posible” pero no de “deseable”. El que ahora escribiré no es el mejor de los escenarios que uno podría dibujar, sólo uno que tiene una cierta posibilidad, aunque pequeña, de tener lugar, y a pesar de ser el mejor de los posibles es desagradable, duro y comportará sufrimiento para mucha gente – todo lo cual yo encuentro indeseable. Si habláramos del mejor escenario deseable, sería algo del estilo de lo siguiente: todos nuestros dirigentes reconocen la gravedad del problema, se toman las medidas coherentes para salvaguardar los intereses de la mayoría y tras un período de ciertos padecimientos se consigue un nuevo sistema social y económico estable que sería funcionalmente muy parecido al actual pero con muchísimo menos consumo y renunciando a ciertas cosas perfectamente prescindibles sin alterar mucho nuestra calidad de vida (e.g. el vehículo privado para todo el mundo). Algo así dibujó mi compañero Jordi Solé hace meses, pero claro, como él mismo decía, eso es una carta a los Reyes Magos. Por desgracia, la probabilidad de que una cosa así suceda yo la veo estrictamente nula. Vamos pues con lo que, aunque extremadamente difícil, sí que podría acabar pasando en un alarde de audacia y fortuna.

En lo que sigue me concentraré en el caso de Europa y en menor medida en el resto del mundo. Eso es así porque en este escenario, muy especulativo por naturaleza, me cuesta mucho imaginarme cómo habría de ser la respuesta global. En todo caso, espero que algunas de las ideas que aquí se viertan pudieran ser de alguna utilidad para Vds., como mínimo para dar qué pensar.


Al contrario que en “El peor escenario posible” la delimitación temporal será más laxa, definida en etapas. La duración de estas etapas es variable, pero estimo su duración típica en seis meses, llegando en algunos pocos casos a los dos años. Como es lógico, en la realidad lo más probable es que las cosas que ahora describiré no se den todas ellas, y posiblemente los hechos reales sean una mezcla entre este escenario y el peor posible. Vamos a ello. La primera etapa es especial, comienza el día de hoy y acaba el 31 de Diciembre de 2011.


Primera etapa (hoy-Diciembre de 2011): La recesión temida se hace palpable a finales de 2011. Todos los países industrializados entran en recesión, en tanto que China y otros emergente ralentizan su crecimiento. El precio del petróleo cae, aunque no de manera duradera por debajo de los 60$, posiblemente quedando por encima de los 80$ gracias a la intervención de la OPEP. En España las aguas bajan muy revueltas: durante el mes de Septiembre se anuncian muchos Expedientes de Regulación de Empleo (ERE) y el paro crece; en ese contexto se producen varias manifestaciones contra la reforma de la Constitución, que busca incluir un techo en el gasto público (reforma exigida por debajo de la mesa por Alemania) e incluso una huelga general, la cual no tiene demasiado éxito porque la mayoría de la gente percibe el problema como muy técnico y poco concreto, y porque se espera un cambio de Gobierno que lo ha de solucionar todo. Efectivamente, el 20 de Noviembre el Partido Popular gana con una amplísima mayoría absoluta y se compromete a profundizar en las reformas necesarias para sacar a España del atolladero, aunque avisan que se requerirán sacrificios durante un tiempo. Acto seguido todas las Autonomías que aún no habían comenzado a hacer recortes en Sanidad y Educación, entre otras materias, los hacen. A raíz de la convocatoria del 15 de Octubre comienzan a haber grupos de “indignados” en otros países, aunque en bastante menor escala relativa que en España.

Segunda Etapa: En España se vuelve a reducir el salario de los trabajadores públicos en un 5% de media. Además, el nuevo Gobierno del PP encarga numerosas auditorías que revelarán grandes fraudes del anterior Gobierno. Se aprueban grandes medidas de austeridad, se detienen muchas obras públicas y hay retrasos en los pagos a proveedores, pero la crisis se agudiza en España, y también aunque en menos intensidad en el resto de Europa. España e Italia vuelven a colocar muy cara su deuda, aunque el diferencial con el bono alemán no lo muestra tan claramente porque él también se ha encarecido, y otros países anteriormente a salvo, como Bélgica, Francia y el Reino Unido ven empeorar sus perspectivas de financiación. Portugal e Irlanda empeoran mucho su situación, pero donde el panorama es desolador es en Grecia. En medio de una tumultuosa sesión en el Parlamento Griego donde se está intentando aprobar el tercer paquete de medidas de choque en un año y con numerosos recortes de prestaciones sociales, una masa de indignados concentrados en las inmediaciones asalta el Parlamento y toma a los diputados como rehenes, después de agredirlos (puede que incluso haya muertos, Dios no lo permita). La caída del Parlamento griego causa estupor y confusión en la Unión Europea; nadie sabe quién está ahora al mando; tampoco lo saben los propios revoltosos, que se pelean entre ellos. La policía es incapaz de disolver a los concentrados, que son varias decenas de miles, y otros tantos más se lanzan a las calles, hay pillaje y vandalismo por doquier, pero al cabo de poco se impone cierta moderación. En la calle la gente recupera viejos sloganes de cuando cayó la dictadura de los coroneles, hay un sentimiento de victoria, de revolución, de cambio. El Gobierno Alemania lanza serias advertencias, pero por miedo a los efectos en el interior de la UE y de su propio país se ve incapaz de imponer sanciones a un movimiento percibido en toda Europa como democrático, y  acaba ofreciendo ayuda económica y para la creación una mesa de negociación destinada a formar un Gobierno de transición. Las cortes son disueltas y Grecia entra en un nuevo período constituyente, período durante el cual Alemania consigue que se le condone el pago de intereses de su deuda y se aplacen los vencimientos de la misma. Eso genera una caída del rating financiero de varios países europeos e inclusive Alemania, pero los EE.UU. también ven degradarse su nota y Alemania sigue siendo la economía más solvente del mundo. China amenaza con dejar de comprar deuda pública a Occidente si no equilibra sus cuentas. En Japón el crecimiento vegetativo es negativo, de un 3 por mil, lo cual algunos analistas locales atribuyen a la contaminación de Fukushima y a la emigración. Las primeras empresas de electrónica del planeta son ahora chinas.


Tercera etapa: A la inestabilidad financiera del período 2008-2011, primero privada y luego pública, le ha seguido una inestabilidad política interna de numerosos países occidentales. Después de aprobada la nueva constitución, el nuevo Gobierno griego toma el poder tutelado de cerca por Alemania y Francia; pero incapaz de poner en marcha las reformas que pretendía y sin querer plegarse a injerencias extranjeras dimite en bloque. El nuevo Gobierno griego, elegido en tiempo récord, anuncia que Grecia abandona el euro. Los griegos aplauden la medida, pero las bolsas de medio mundo se hunden, contagiadas por las del Viejo Continente. La deuda pública de Irlanda y Portugal llega a límites inconcebibles, al punto de hacerse necesarios nuevos planes de rescate, en tanto que las de Italia y España marcan máximos. En medio de gran inestabilidad política y fragmentación de partidos, en Irlanda se convoca un referéndum por la soberanía económica en el que arrasa la opción secesionista. Irlanda anuncia que abandona el euro y que suspende pagos durante seis meses. Portugal se declara en bancarrota. La estabilidad de la UE pende de un hilo, dependiendo de lo que hagan España o Italia, pero en España el movimiento de los indignados ha cogido muchísima fuerza, con un paro que supera largamente el 25% de la población activa, y consigue llamar exitosamente a la huelga general en varias ocasiones. El Gobierno español incrementa ligeramente la represión policial pero en seguida se ve que tal movimiento es contraproducente porque echa aún más gente a la calle. Conscientes el Gobierno Español y la Comisión Europea de la necesidad de preservar España en orden para evitar el hundimiento definitivo de la UE, se aprueban generosas medidas financiadas con fondos comunitarios, que se hacen también extensivas a Italia en cuanto se comprueba que los indignados de allí se amotinan por el agravio comparativo. Como es natural, el peso del esfuerzo económico recae principalmente sobre Alemania y Francia, las cuales no han salido de la recesión – como tampoco lo ha hecho ninguna economía fundamental. En media África, parte de Asia y en algunos países latinoamericanos estallan revueltas por los altos precios de los alimentos, pero la ayuda exterior europea está en mínimos históricos. El comercio mundial está en mínimos de 20 años. Estados Unidos se repliega casi desordenadamente de Afganistán y cierra varias bases por todo el mundo; en algunos países incluso cierra embajadas debido a la inestabilidad social e inseguridad en los mismos, según nota oficial


Cuarta etapa: El petróleo sube con fuerza y la situación económica se complica en todo el mundo, con mucha inestabilidad política. Encima, superado el siguiente pico de precios, al cabo de dos meses el precio vuelve a subir, y muchas materias primas no bajan de precio, sólo suben. Los alimentos están por las nubes. La Agencia Internacional de la Energía reconoce que la producción está por debajo de los 80 Mb/d debido no sólo a la falta de demanda sino a la caída de la inversión en prospección, desarrollo y mantenimiento. En España el paro llega al 30%. Las televisiones públicas y privadas españolas muestran reportajes sobre la degradación de las condiciones de vida en Grecia, Irlanda y Portugal en un desesperado esfuerzo de propaganda para frenar el riesgo de contagio de revueltas, pero finalmente no se puede evitar y acaba habiendo, en similares circunstancias, un asalto al Parlamento “a la griega”. La policía, que llevaba tiempo preparándose para tal evento, emplea fuego real pero es pronto desarbolada y una parte de la policía se pasa a los indignados. El país está en medio de una revolución, y caen también los parlamentos autonómicos, uno por uno, algunos aguantando algo más pero al final hasta los que no caen son forzados a dimitir. En toda España se oye un clamor: “Rehagamos la Constitución, la soberanía es del pueblo”. El Rey intenta mediar, pero se le invita a abandonar el país, cosa que hace junto con toda su familia. Francia y Alemania intentan invocar los acuerdos de la OTAN para “acudir en socorro de un país aliado” e invadir España, pero es demasiado tarde: estallan revueltas recurrentes en Francia, Alemania, Reino Unido y los Estados Unidos. Media Europa está en llamas y el hundimiento del euro es inevitable. El nuevo Gobierno español de transición abre un período constituyente y suspende los pagos al exterior de manera selectiva, lo cual crea graves problemas de suministro en el país.


Quinta etapa: En la mayoría de Occidente movimientos revolucionarios se han hecho con el poder, con gran desunión y anarquía, y esto ha desencadenado una ola de revueltas a escala global: algunos de los más feroces y sanguinarios dictadores se hundieron al hundirse sus valedores. En Latinoamérica, por el contrario, se produce un cierto florecimiento bajo la égida de Brasil, aunque ésta será pronto contestada. Por toda Europa hay luchas internas, con muertos incluso, pero algunos intelectuales están consiguiendo hacer oír su voz. El mercado exterior está intervenido por los nuevos Estados, así como la producción industrial. La propiedad privada no es abolida, aunque en ciertos lugares se procesa y condena a grandes empresarios y banqueros por “delitos contra el pueblo” y sus bienes son embargados. Es un período negro de grandes excesos y grandes barbaridades, donde el comercio de materias primas fundamentales, sobre todo las energéticas, se verifica con enormes problemas y suspicacias por parte de los países. A medida que los nuevos Gobiernos revolucionarios se van dejando aconsejar por los técnicos la situación tiende a mejorar y estabilizarse.


Sexta etapa: Los nuevos sistemas, no todos ellos democráticos, van asentándose. Se reconoce por primera vez que la actitud de los países occidentales ha sido de imperialismo económico respecto al resto de los pueblos del mundo, y que hay un problema con la producción de materias primas, constatándose en particular un descenso severo del flujo de petróleo que algunos expertos cifran ahora en unos 50 Mb/d (este descenso es en parte por el declive natural y en parte por la falta de inversión sobre todo en aquellas explotaciones que requerían más capital). La mayoría de las naciones han cambiado de Gobierno de manera revolucionaria, y la más importante de las que no lo han hecho es China (EE.UU. está sumido en la Segunda Guerra de Secesión, que esta vez ganarán los sudistas). Al final de esta etapa tiene lugar una gran conferencia internacional que tendrá que refundar las Naciones Unidas, y que tiene lugar en Río de Janeiro. En ella se sientan las bases de una economía mundial que tiene en cuenta la equidad entre pueblos y personas, la finitud de los recursos y el respeto a los derechos fundamentales y también a la iniciativa privada como motor del comercio y la prosperidad. ¿Cuál es ese nuevo sistema? No lo sé, hasta aquí llega mi bola de cristal. Todo lo que está más allá es terra incognita.


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¿Pasará algo de lo que aquí comento? Es difícil, aunque todo dependerá de cuánto tarde el pueblo en pedir que no le avasallen, y con qué fuerza lo haga. No lo veo demasiado verosímil, aunque quizá lleguen a producirse algunos episodios aislados semejantes a lo que yo describo. En todo caso a mí me parece que, si hubiese alguna alternativa a hundirnos en el absurdo espejismo del crecimiento económico imposible al que nos abocan nuestros líderes, sería a través de la reclamación de la soberanía popular por quien realmente la detenta: el pueblo. Ojalá todo pasase de la manera más pacífica posible…

Salu2,
AMT

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