España: Indolencia con dolor


Un día en un plató de TV, una chica de cuyo nombre no puedo acordarme -uno para enamorarlas, otro para conseguirlas, otro para abandonarlas, dos para sustituirlas, y una hora para olvidarlas, dice Don Juan Tenorio – me dijo que indolencia significaba algo así como que alguien no tiene un dolor que se le presupone. In-dolencia: que no le duele nada. Obviamente, creyendo que la sabiduría estaba de mi parte, a punto estuve de perder el conocimiento y precipitarme al suelo entre cables y cámaras ante lo que yo estimaba una definición antológica. No ocurrió así y pude llevar adelante el programa, aunque preso de una taquicardia lingüística que me tenía entre la risa y el llanto mientras el control de realización, el regidor y los operadores de luces y cámaras hacían su trabajo. Por otro lado, casi en el mismo momento en que experimenté lo que estimaba brutal desatino, me acordé de que mi padre cuando veía demasiado escándalo siempre decía: “Esto parece una merienda de negros”. Ahora, después del invento de la ‘corrección política’, esa nueva fórmula de represión a través del eufemismo, los ‘progresistas suavones’ enseguida se rasgan las vestiduras al oír la palabra ‘negro’, que no tiene por qué llevar ninguna connotación peyorativa a menos que se enfatice y utilice con esa intención. Los negros siempre han tendido más a la algarabía que nosotros los blancos, incluso cuando nos metemos en un tablao flamenco o nos vamos a los Sanfermines, Las Fallas o la Feria de Abril, si no te han robado el mes. De tal modo, que esas caras oscuras con los dientes blanquísimos convierten una misa en un concierto gospel, un entierro en una procesión blues y la telepredicación en una actuación de James Brown.

El ser humano puede experimentar cosas hermosas, pero entre ellas están, seguro, aparte del orgasmo, el entusiasmo y el asombro. Dejemos hoy de lado el clímax del goce sexual – allá cada uno con el trasunto del asunto – y déjenme referirme a las otras dos cuestiones, que son las que experimento cada día al sacar el rostro al sol en este país de nombre España donde nos hemos reunido a pasar el tiempo. Un día, pensando en que acaso aquella señorita de indolencia indolora aún no se había hecho con la correcta acepción de la palabra al dar un paseo por el campo, esperar el autobús, al coger un taxi, preparar un potaje o al utilizar la aspiradora – I want to break free. I want to break free. I want to break free from your lies. You’re so self satisfied I don’t need you. I’ve got to break free. God knows God knows I want to break freeI – decidí coger el diccionario; ya saben que las armas las carga el diablo, y hacer lo que voy a hacer aquí y ahora: colocar en el folio lo que dice el tocho sobre los dos vocablos que llevamos manejando sin saber por qué ni a dónde nos dirigimos. Lo importante es el viaje.

– Indolencia: Incapacidad de conmoverse o sentirse afectado por algo (el clásico ‘yo paso’ o ‘me la suda’). Pereza, desidia (el típico ganso). Insensibilidad, especialmente al dolor (de inmediato comentamos esto).
– Negro: Se dice del individuo cuya piel es de color negro. Oscurecido por la suciedad (tienes las uñas negras). Furioso (el tipo ese me está poniendo negro).

Del primer vocablo aprendí ya sobre el terreno lo que mi padre me había dicho en múltiples ocasiones: “por la vida no se puede ir de soberbio y enterado”. Efectivamente, la chica tenía razón y también indolencia significa lo que ella señalaba. Del segundo, la acepción que menos me afectó era la referida al negro. Yo siempre he sido un amante del Blues, el Jazz y el Soul, entre otras músicas, y he vivido años con negros en el desierto. Sí me afectó la última no obstante, puesto que la segunda quedaba descartada ya que me preocupo mucho del aseo personal. Y también aterrizó en mí otra que no viene en el DRAE y es fundamental: cuando lo veas todo negro, quédate quieto. Una vez se fue el fluido eléctrico en mi casa y, al ir a buscar una vela, caí de tal manera por las escaleras hacia el salón que no dudé en asegurar que en la planta de las habitaciones estaban los molinos que dejaron hecho un ecce homo al caballero de la triste figura. Obviamente, allí no había gigantes porque el más alto era yo. Por lo que respecta a Furioso, el que no lo esté es que carece de sangre en vena, sea negro o no.

Esta España que muchos queremos y otros destrozan se ha convertido en el reino de la paradoja, la hipocresía y la esquizofrenia. A tal extremo, que elementos tradicionalmente enfrentados han experimentado procesos osmóticos que han dado luz a mezclas mucho más complicadas que la aludida merienda de negros. Así, nos encontramos que los españoles desprecian a sus políticos. A ninguno le dan un aprobado. Y tampoco a la Casa Real. Es decir, toda la estructura institucional que gobierna el país es repudiada por aquellos que ponen el dinero en el negocio: el dinero público. Aunque ven como se lo roban y siguen acudiendo a las urnas con fe en que el desastre que provocó un inútil lo arregle otro inútil prácticamente clonado. Furioso el macho ibérico y la hembra serrana, luego negros ambos, no reaccionan como cabría esperar sino que aceptan el yugo y saltan al otro vocablo, la indolencia, para instalarse cómodamente a ver lo que ocurre, actitud que a Einstein también lo ponía negro a pesar de que su característica fundamental fuera la melena blanca.

Estoy encantado cuando digo o escribo cosas y a mi lado se producen lipotimias por doquier – ahora por un tubo – de modo que afirmaré sin corte alguno que en la política española no hay Gobierno. El bipartidismo no es una lucha por ver quién aporta mejores soluciones a los problemas de los ciudadanos. No. En absoluto. El bipartidismo es la lucha sucia, zorra y descarnada de una casta bífida que quiere tener las posaderas en el inodoro donde están los talentos. No los talentos referidos a la inteligencia sino a los denominados en las calles ‘pasta gansa’. No me queda más remedio que decirles, a riesgo de ser soez, que guardan el dinero con el culo porque es por esa misma vía como lo obtienen, junto a cargos y prebendas. Y decía que los ciudadanos, que no llegan más que a súbditos puesto que aquí no hay democracia alguna, se instalan en la indolencia que, tal como dice el diccionario, es asimismo ausencia de dolor físico – son momias en realidad – aparte de contraer la también carencia de dolor moral en un país destrozado por la corrupción más abyecta, en quiebra y con 6 millones de parados y muchas familias viviendo bajo el umbral de la pobreza, mientras se recortan y se recortarán aún más las prestaciones sociales conseguidas con tanto esfuerzo a lo largo de tanto tiempo.

No voy a clavarles aquí de nuevo las diferencias entre oligarquía y democracia formal, no les hablaré de la Ley Electoral, no les diré nada de la separación de poderes, ni de Iñaki Urdangarín, Francisco Camps, Jaume Matas, José Blanco, Faisanes y Baltasar Garzón … tampoco de las ‘embajadas catalanas’ y como se colocan el boato y las más superfluas cosas materiales por encima de la vida y atención a los enfermos y ancianos. Sí les hablaré de la última paradoja, que me atañe y me tiene perplejo: ¿Cómo puedo aún conservar el entusiasmo y las ganas de cambiar todo esto si estamos enterrados en estiércol hasta el cinturón? Y ahora les dejo, porque acabo de ponerme negro. Se me ha volcado el tintero. Ya saben que me encantan las plumas y las que uso son de émbolo.

Jorge Batista Prats

4 comentarios sobre “España: Indolencia con dolor

  1. amigo mio, yo creo en dios, pero eso es mi responsabilidad, mi opinion y mi juicio, de locura, o de hacierto.

    sin embargo, fuera de la idea de religion aparece nitida como el agua, la ley impuesta por la iglesia mas que por la religio en su dia.

    y es que los curas, no pueden ni follar ni casarse, o tener hijos.

    eso es dignidad y lo demas son mierdas, es cierto puede no desarrollar mercado, pero tambien es cierto una cosa.

    la iglesia hace 2000 años, entendio lo que es el poder y la corrupcion del poder, solo generando ciclicidad, el poder incluso corrupto, acaba no siendolo, pues el mismo se despose de su valor.

    como lso curas, que por muy mamones que sean, jamas otros heredaran de ellos esa faceta.

    eso es la autentica democracia, pues si es cierto, apra cada ley, para cada cosa, no puedes generar una democracia basada en pregunta a los ciudadanso, primero por tiempo de vida, y uso de la misma para otras cosas, y segundo , por desconocimiento de muchas cosas.

    es decir, aqui el problema es eso mismo, las sociedades dejaron de ser ciclicos y sus modelos no conducen a la ciclicidad, y ese es el problema,

    los ciudadanos, no deben luchar por leyes, o mariconadas, pues al final, esa es la trampa, tener siempre al individuo en el estado del shock, lo que deben imperiosamente, lso ciudadanos, es dotarse de modelos, que garanticen la equidad basada en el etorno retorno de zaratrusta, o las bobadas que te de la gana, pero que me permita decir, que el hijo de jose blanco, puede ser rico, pero si el fulano ese le hace rico por que si, tal vez el mas pobre sea su nieto.

    solo cuando se genera ciclicidad, al final es imposible destruir algo, esa es la verdad.

    la iglesia la genero de una forma curiosa, cortanto por lo sano, y generando un coste tan grande a quien desee ser cura, qeu solo por voluntad, lo serias. aparte del salario de 600 euros, mas las dietas en vino y ostias, pero esas no cuentan.

    la sociedad, no puede imitar a los curas, pero por otras vias, debe dotarse de modelos matematicos de ciclicidad.

    el mas importante, es la loteria, francamente, desarrollar desigualdad desde la base de la igualdad, incluso llegando a hacer poderoso al que fue mendigo.

  2. No sé si sabes David que fue Giacomo Casanova el que, después de huir de la prisión donde estaba encerrado en Venecia, se instaló en París e inventó la primera Lotería. No era precisamente un cura Giacomo, pero si se trata de juegos de azar, gastronomía y mujeres, sí hay que tener en cuenta sus opiniones. Lo dificil es encontrar los doce tomos en que resumió su vida. Saludos.

    1. lo cierto es que desconocia lo del giacomo ese, de cual quier modo gracias por tu replica, aunque la loteria para mi represnta otra cosa, representa la cesion de una parte de la riqueza de la sociedad a una sola persona que la consumira, es decir, acpeta que el principio competitivo de las sociedades la propia sociedad no tiene que propiciarlo siempre, pues en realidad aceptan que ya les sobran cosas.
      curiosamente, solo cuando aceptas que te sobran cosas, que eres rico, es cuando valoras la sociedad, y la riqueza.
      por eso mismo es util, por que si no estubiera migada a impuestos, pese a jamas negar los mercados, y el interes privado, pero la gente, aceptaria que no es feliz solo buscando el mercado, sino representando como sociedad qeu nos sobran cosas, y que por tanto, las regalamos, y compartimos, y las damos la maxima concentracion de valor, en utilidad, y ademas, evitamos, la unica otra via de conseguir riqueza, que es hacer de todo, y estar dispuestos a todo.

      respecto a esto, para mi , la primera loteria de la historia fue, cuando los humanos hacian ofrendas a los dioses, y en el neandertal, cogieron conciencia colectiva que no anula la genetica de lucha y especie, pero que diferencio al hombre ya para siempre de los animales, y le superdoto de cualidades.

      lo creas o no tiene esto mucho que ver, con el sistema de eleccion, por ejemplo 1 unico voto, solo representa eso, la unica intencion de mercado puro competitivo sin sociedad, asi se rompen las sociedades.

      al final te escribi un texto la semana pasada para hablar de esto ya en plan formal, y todo eso, te dejo el enlace:

      http://www.bubok.es/libros/210076/Teoria-economica-de-la-eleccion-por-voto

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