Por qué en España no se puede contar la verdad

Al hilo de la celebración del trigésimo tercer aniversario del intento de Golpe de Estado del 23-F y previamente a la emisión del documental-broma-tomadura de pelo-genialidad del periodista y humorista (no se olvide esta faceta) Jordi Évole, estaba reflexionando sobre por qué a los españoles casi nunca nos cuentan la verdad de lo que nos ha pasado, nos pasa y probablemente nos pasará. En mi opinión esta debe ser tan terrible que realmente no pueden contárnosla porque el régimen del 78 no podría resistir demasiado. Pasa con el asunto del 23-F, trivializado por Évole y algunos políticos y periodistas del régimen el otro día, pero pasa con otros asuntos de enorme trascendencia que han modelado la historia de nuestro país. Es cierto que en otras naciones ocurre algo parecido, es decir, la verdad completa no llega nunca a emerger del todo, incluso en la democracia más consolidada del mundo, la americana, hay asuntos que ofrecen dudas y se establecen rocambolescas teorías de la conspiración. Pero en esas democracias finalmente lo auténtico, lo verdadero, en esencia, emerge y además con muchísima rapidez. Los archivos se abren a los investigadores cada cierto tiempo y la bibliografía sobre determinados asuntos llega a abrumar. Además no tienen el más mínimo reparo en abrir múltiples investigaciones, incluso con audiencia pública, cuyas conclusiones son publicadas y están a disposición de la ciudadanía en cualquier librería. Por poner un ejemplo en España todavía no se ha puesto a disposición de los  historiadores gran parte de la documentación de los ministerios de exteriores y defensa, documentos oficiales de los últimos 70 años, algo de lo que se quejaba un grupo de investigadores hace unos cuantos días en prensa. Con eso está todo dicho.

A los españoles no se nos puede contar la verdad de lo que ha sucedido porque es tan grave que si todo el mundo fuera consciente de la gran mentira que nos han contado, de la gran mentira que, en definitiva, ha sido su propia vida, no tendría más remedio que plantar cara, que rebelarse de alguna manera, incluso consigo mismo, por haber vivido durante tantos años en una realidad paralela. Es como si, de repente, nos enteramos que toda nuestra vida es un invento, que padecemos una grave esquizofrenia y vivimos aislados en un cuarto acolchado. Lógicamente se tendría que producir un shock, incluso en las mentes más aborregadas y el  poder establecido no está dispuesto a que ello suceda porque tendría muy difícil su supervivencia como tal. Por eso nos llevan tratando desde el franquismo como menores de edad, como tontitos, que están dispuestos a transigir con todo.

España es el país de la opacidad y por algo será, digo yo y decimos muchos. Hay múltiples asuntos que son tabúes, en especial todo lo que está relacionado con la jefatura del Estado, es decir, con la monarquía. No quisiera en esta reflexión abrumar al lector con un relato muy prolijo de casos y casos que podrían ser legión, de asuntos turbios de los que poco o nada hemos llegado a saber. Los españoles, repito, no somos considerados todavía mayores de edad y el tiempo no mejora la situación. Al contrario de lo que podemos pensar estamos cada día más desinformados porque los medios  están en manos de una oligarquía político-empresarial que no permite apenas ningún verso suelto  en sus medios de desinformación masiva. Como mucho está permitida la bufonada, algo típico de las monarquías del Antiguo Régimen, donde el bufón podía insultar al Rey y decirle la verdad entre carcajadas. Algo parecido sucede a diario con los magníficos humoristas que tenemos en este país, caso de Wyoming o Évole.

La eclosión de múltiples diarios y confidenciales en Internet no ha supuesto como se dijo en su día un paso adelante en la erradicación de la opacidad secular que padecemos. La gran masa, la mayoría aplastante solo se entera de lo que dice la televisión, que reproduce las cabeceras de las principales rotativas nacionales, todas y cada una de ellas cercanas al poder establecido. El cambio en la dirección de tres periódicos de gran tirada en poco espacio de tiempo nos debería alarmar pero, en realidad, no lo hace. Ha habido un toque de corneta desde arriba, eso es algo que se percibe claramente en la intensidad de las informaciones, que ha descendido vertiginosamente en los últimos meses, precisamente en un periodo pre-electoral.

De esta manera pasan los días, los meses y los años y seguimos sin saber la verdad sobre asuntos de extraordinaria gravedad y que afectan a la esencia misma de la democracia. Sin ser excesivamente prolijo comenzaría con el arranque mismo de la Transición política. Para empezar deberíamos comenzar con el asesinato de un Presidente del Gobierno (Carrero Blanco) y con la deposición forzosa de otro (Adolfo Suárez). Sin querer vincular ambos acontecimientos, es cierto que en el atentado de Carrero, del que no se investigó más allá del atentado etarra, hay demasiados cabos sueltos. ¿Alguien puede de verdad creer que en una calle del centro de Madrid se puede excavar un túnel, a pocos metros de la embajada norteamericana sin que nadie repare en ello?.  Sobre Suárez y el 23-F solo hay que escuchar su propio discurso de dimisión, ese sí que no podía ser censurado, porque se emitió en televisión. Por cierto que eso que es tan frecuente en las democracias consolidadas es anómalo en España. Otra anomalía más, como la de dar una rueda de prensa a través de una pantalla de televisión y que los periodistas no se levanten en señal de protesta.

En el discurso,  el presidente del gobierno anunciaba su dimisión irrevocable asegurando nada  más y nada menos que se iba para evitar un golpe de estado, es decir, reconocía que  se había visto obligado a dimitir por presiones superiores. Nada menos que un jefe del gobierno elegido por la ciudadanía. Pero si eso era ya grave de por sí, mucho más lo fue la operación que conocemos como 23-F, ese fallido Golpe de Estado del que durante muchos años solo supimos que era obra de un alocado Guardia Civil que dijo la famosa frase de “quieto todo el mundo” o “todos al suelo”.  Esa fue la única explicación que se ofreció a la ciudadanía. Esa y los agujeros en el techo del hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo que todos los años mostraban los guías turísticos en la visita anual de puertas abiertas. Preguntando a vecinos y conocidos estos me reconocían que no sabían quién era el General Armada, ni que se hubiera negociado un gobierno de concentración presidido por un general monárquico con la colaboración de la mayoría de la clase política española, incluidos algunos miembros del Partido Comunista.

 

Como anécdota personal aún recuerdo de pequeño jugar con mis primos al “todos al suelo…soy Tejero”, en la casa familiar de Albacete. Era un tema trivializado y que se llegó a tomar a guasa, como siempre sucede con el pueblo español, tan aficionado al chascarrillo. Creo que no es necesario relatar muchos asuntos más pero es evidente que el caso GAL, ya en época socialista, cuando se supone que la democracia se había consolidado, revistió una gravedad extrema que no se ha llegado a aclarar en todos sus aspectos a pesar de haber dos altos cargos del gobierno condenados y ¡¡Oh, sorpresa!! indultados a los pocos años por el gobierno Aznar. Todavía resuena en la cámara legislativa aquella alocución de Fraga, líder  de la derecha en la oposición, dirigiéndose al entoces presidente omnipotente González, en la que aseguraba que él “jamás le sacaría los colores por ese asunto”. La expropiación de Rumasa, el caso Roldán y su estrambótica huída a Laos, la intervención de Banesto o el propio 11-M son asuntos de los que no interesa que se sepa el fondo del asunto, no solo la versión oficial, la que nos ofrecen siempre, incluso en el último ejemplo fuimos testigos de cómo un gobierno intentaba manipular a toda la población a dos días de unas elecciones generales.

Aunque si algo hay que ha sido consustancial a nuestra democracia ha sido la inmensidad de la corrupción política. Aunque no nos ha de extrañar tanto teniendo en cuenta la falta de control del poder que ha gozado y goza la oligarquía, la castuza, en palabras de Pepe Crespo. Y mientras la gran mayoría de los españoles sigan siendo tratados como súbditos y no como ciudadanos poco más podemos esperar. La verdad no podrá emerger a flote, como mucho a través del chascarrillo y la gracieta fácil, del esperpento valleinclanesco, del sainete costumbrista y siempre parcial, no completa y en todas sus facetas, con un análisis histórico en profundidad como ocurre en cualquier sociedad civilizada. Y es que va a resultar cierta la máxima de Jorge Batista Prats que afirmó en una ocasión que en España hemos pasado del “Una, Grande y Libre” a “Una Gran Mentira”.

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9 comentarios sobre “Por qué en España no se puede contar la verdad

  1. Totalmente de acuerdo con este post, asi es los Españoles no vivimos en democracia, es una gran mentira en la que estamos instalados desde la falsa Transicion, ya en esa epoca la casta politiva convirtio este pais en su cortijo particular, para robar al ciudadano y de que vienen mal dadas como ahora con esta crisis producida por el sistema financiero en connivencia con la castuza, poco a poco nos quitan derechos sociales, y recortes a mansalva y van a continuar por ese camino, estan esperando a que pasen las elecciones Europeas del 25 de Mayo. La mejor leccion que esta gentuza se puede llevar esque haya una abstencion masiva en toda España del 90%, y ese mismo dia una masiva manifestacion en todo el territorio Español, para que esta gentuza se vayan a la mierda, y que se habra en este pais un nuevo proceso constituyente y nuevos partidos con gente nueva y capaz y que realmente gobiernen para el pueblo, no para el capital financiero que es para quien realmente gobiernan estos criminales.

  2. Gracias, lo cierto es que sale del sentimiento, de la observación sagaz y de la búsqueda de la verdad. Un saludo.

  3. ¿Acaso contais vosotros la verdad, sobre las injusticias y por tanto los inocentes que están cumpliendo prisión en España a causa de DENUNCIAS FALSAS, por VIOLENCIA DE GÉNERO?
    Por tanto el que calla, otorga.

      1. Llevo más de dos años escuchando todos los audios de colectivo Burbuja, me gusta mucho el enfoque que le dais, sobre todo, en Economia Directa, pero tengo que decir que, JAMÁS he escuchado en estos audios la más minima mención, critica, denuncia, queja, etc, sobre las leyes de género y en concreto sobbre la Ley Integral de Violencia de Género, que tantas desgracias e injusticias están provocando en nuestro país.

  4. la corrupcion de estos ultimos treinta años no tiene parangon con ninguna otra de la historia de españa,tanto si lo analizamos cuantitativamente como cualitativamente,magnifico articulo

    1. Sobre el 11-M la verdad es la que sabemos, que un gobierno, conocedor de la autoría de los atentados, ante la posibilidad de perder unas elecciones mintió a sabiendas para manipular a la población y evitar una derrota inminente. Ellos sabían que si la gente conocía en cuestión de dos días que el atentado era islamista el pueblo indirectamente lo relacionaría con Irak y entonces retirarían su voto al PP. Y es lo que pasó. Me refería a cómo el poder trató ( sin conseguirlo) de manipular una elecciones. Solo hay que ver la frenética labor de Aznar llamando a los periódicos, la labor en la ONU y la vergüenza que nos produjo cuando nos enteramos de la manera tan bochornosa con la que trataron de engañar, como siempre, al pueblo español.

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