España, el país más fácil de gobernar

España quizás sea el país de occidente en el que más fácil es gobernar a su pueblo. Después de los escándalos de corrupción institucionalizada que salpican el país y tras una crisis económica que se está llevando por delante no ya el estado social (que siempre fue exiguo) sino la existencia como tal de la clase media, fulminada de una manera muy veloz, aumentando sin descanso el número de familias que día a día se acercan al umbral de la más mísera subsistencia, parece que todo sigue igual que antes, al menos es lo que este tórrido verano me ha ofrecido en suculentas conversaciones de terraza de bar.

Por razones familiares y de rutina pediátrica, siempre salimos a la misma hora y a las mismas terrazas veraniegas del barrio del Raval. Allí unas veces escuchaba y otras directamente interactuaba con los vecinos de mesa.      Esta misma semana, hablando con una señora cercana a la edad de jubilación, peluquera de profesión y con un hijo con un máster universitario y varios años en el paro, Mayca creo que dijo que se llamaba, reafirmé mi idea previa de que todo va a seguir igual, que nada cambiará sustancialmente. La conclusión que extraje cuando regresaba empujando frenéticamente el carrito de los bebés era que España era muy fácil de gobernar.  Esta buena mujer se quejaba de las mentiras de Rajoy, de su situación delicada para llegar a pagar el precio de la luz, de cuya factura era incapaz de comprender nada, de la injusticia de que un hijo al que dio una buena formación carezca de oportunidades. Yo le respondí que estaba en lo cierto y que el régimen del 78 no podía ya dar salida a todos los problemas que había generado, que era necesario un cambio radical y un proceso constituyente.

Ella, desviando un tanto el golpe, se indignaba con los asesores de la alcaldía, gente sin preparación ni estudios que están cobrando un suculento salario de las arcas públicas sin haber estudiado ni opositado para esos puestos de trabajo. Yo le informaba de la realidad de los salarios de los políticos, tras levantar ella la voz clamando por el “dinero que se llevan a casa”. Le decía, por mis conocimientos de la administración local, aunque sean escasos, que una cosa es el sueldo oficial, que no es muy alto y otra, de la que no informan al común de los mortales por mucha ley de transparencia que haya son las “empresas municipales”, en las que el alcalde/alcaldesa preside su consejo de administración mensualmente y casi por reunirse e ir a firmar unos papeles se endosaba 1000 euros del ala por cada una de las empresas. Y son unas cuantas. Además le  explicaba la cuestión de las comisiones de gobierno. Por cada comisión que el ayuntamiento convoca ( sanidad, hacienda, educación, etc.), los asistentes se endosan un buen pellizco de eso que genéricamente conocemos como “dietas”.

La buena señora abría la boca como un manatí (su obesidad era visible) y se indignaba más ante algo de lo que, aseguraba: “la gente como nosotros sin estudios no nos enteramos”. “Bueno, siempre está uno a tiempo de aprender cosas nuevas”, inquirí dejando escapar un guiño a mi tarea docente.  De pronto, casi de manera sorpresiva, cuando ya había dado el penúltimo sorbo a la cerveza y el enésimo arreón al cochecito de los niños comenzó a hablar de Pujol: “qué poca vergüenza, el Pujol y su familia. Porque sabes, yo tengo familia en Cataluña y están indignados. Qué caradura, tantos años robando, ocultando el dinero en Suiza”, a lo que yo respondí : “Mira, igualito que el Rey Juan Carlos, que tenía una cuenta en Suiza sin declarar con dinero de la herencia de su padre Don Juan”. “Anda, mira, eso no lo sabía yo”, respondió ella. “Si es que no nos enteramos de  nada”.

Nos teníamos que marchar de la ventosa terracita veraniega para continuar la rutina de nuevos padres-dobles, pedí la cuenta y antes de que el camarero regresase con el fatídico papelito todavía hubo tiempo para que la mujer afirmase que, al menos, tenía esperanzas en el nuevo rey. Que lo veía que estaba haciendo mejor las cosas, que se movía. Poco más o menos (o eso interpreté yo) que estaba poniendo en marcha la solución a todos los problemas que aquejaban el país y que ella confiaba en él. Entonces, tras vacilar un momento, le espeté que siendo hijo de quien era y llevando en la sangre los genes borbónicos acabaría como lo hizo su padre y que, por mi parte, no estaba dispuesto a darle ninguna oportunidad más a la monarquía. Además, le comenté, por mucho que quisiera el Rey no puede tomar medidas porque no tiene poder ejecutivo, reina pero no gobierna. Nada respondió a esta afirmación, cambió de tercio con algún asunto local y el camarero llegó. Después, cordialmente nos despedimos y la tarde fue tocando a su fin.

De camino a casa recordé esta y otras conversaciones escuchadas de soslayo en terrazas y bares de las que se trasluce una apatía, una falta de interés por conocer, por informarse y llegué a la terrible conclusión de que sólo somos unos pocos los que nos gusta informarnos, nos movemos por las redes sociales y tuiteamos con frenesí creyendo que la revolución es inminente porque pensamos que ese mundo es representativo de lo que la gente piensa. Pensé que nos equivocamos radicalmente en este aspecto. La gran mayoría pasa o se indigna en el café pero sin conocer de verdad lo que está pasando y que muchos prefieren el fútbol (los toros pasaron de moda) o las pequeñas banalidades a la pereza del pensamiento, siquiera superficial. Que España quizás sea el país en que con  mayor facilidad el poder gobierne, con unos sindicatos endogámicos y testimoniales, sin que una potente sociedad civil presione a la clase dirigente para que las cosas funcionen como deberían hacerlo en una democracia de verdad, con verdaderos representantes, donde el pueblo pueda deponer a quien no cumple su mandato, pueda opinar continuamente de los temas que le atañen y dónde, de una vez por todas, exista una verdadera separación de poderes que permita meter entre rejas a la gran mayoría de políticos que se han corrompido desde que se instauró por la fuerza la monarquía.

 

Mi blog personal de política: www.elrepublicanosemanal.blogspot.com

6 comentarios sobre “España, el país más fácil de gobernar

  1. Querrás decir “más fácil de someter”…

    España ahora mismo es un erial con unos retos gigantescos: un paro desatado de magnitud desproporcionada, una deuda exorbitante imposible de pagar, una corrupción hasta las trancas infiltrada hasta los tuétanos del último concejal de Villaberzas del Arroyo… vamos, que el que de verdad tenga que gobernarlo y solucionar estos marrones lo tiene más difícil que cualquier otro mandatario sobre la faz de la Madre Tierra.

    Muy bueno el artículo.

  2. Si, es cierto, se puede equiparar someter a gobernar. Esto es España, ya sabes. Pero es que con todos los marrones que tiene el que gobierna, lo cierto es que gobierna. No se si me explico. Podría Rajoy seguir cometiendo las tropelías que comete, incluso cometer unas cuantas más, como la de la lay electoral y no pasaría nada. Ese es el problema. ¿Te imaginas que en Francia al Primer Ministro se le ocurre un gerrymandering o manipulación de la ley electoral a 9 meses vista?. Es que ni siquiera el gobierno duraría 10 minutos. Sería fulminado. España es más fácil de gobernar o masacrar, como prefiramos. Saludos.

  3. Hombre yo ya lo sabía. Pero me gusta cada cierto tiempo constatar, comprobar, tomar muestras para comprobar que la cosa no cambia. Solo pretendía poner en evidencia que esto no cambia ni progresa. Nada más.

  4. Muy buen artículo. Somos muchos los que hablamos de estos temas con los ciudadanos de nuestro entorno, pero en España la gente no es nada empática y se consuela sabiendo que sus vecinos están peor que ellos. Nos tienen aborregados, el shock ha calado y la gente siente que no tiene control sobre nada fuera de sus humildes vidas. Es triste ver que los valores familiares se pierden tanto o más rápido que la economía y ya no nos extraña nada de lo que escuchamos por los medios de desinformación, estamos anestesiados.
    Los que queremos justicia y una nación que vaya de la mano con el progreso lo único que podemos hacer es coger aire y esperar que las cosas se arreglen cuando de verdad la mayoría se encuentre en similares circunstancias a la señora de la que hablas en el texto.

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