En elecciones deshumanizadas, gana la extrema derecha

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A pesar del shock y el desengaño que haya supuesto la victoria de Trump, en estas últimas elecciones americanas no se ha truncado una ilusión. Es peor: en estas elecciones la ilusión ni estuvo. Más allá de toda la escenografía, queda la terrible sensación de que ambos personajes eran lo mismo.

Uno tenía la sensación de que se estaba votando en un profético capítulo de Los Simpsons, entre Kang y Kodos. Ambos extraterrestres, ambos gobernantes que van a desarrollar una política de negación de lo humano y los mejores valores de la humanidad, ambos impondrán sin opción los intereses de una minoría, sus privilegios y los valores que sustentan su dominación, sin posibilidad democrática de defensa de una alternativa al desierto de humanidad que ha implantado el leviatán globalizado neoliberal.

En estas elecciones no se podía votar por los derechos humanos, ni por una democracia digna de tal nombre, ni por la paz, ni por la solidaridad ni el entendimiento intercultural. No se podía votar por ninguna esperanza.

Y lo peor es que esta elección entre Kang y Kodos parece que es el panorama que cabe esperar en próximas elecciones que se avecinan, como las francesas: neoliberalismo o extrema derecha, Guatemala o Guatepeor, que dijo el expresidente Mújica.

Las dos opciones se arraigan en las mismas bases, en última instancia, la dominación siempre de una minoría por encima del resto.

Por ahí dejó escrito Lakoff que representan marcos cognitivos con la estructura de dos modelos familiares diferentes: el del padre estricto y el del padre protector. El problema es que los dos modelos familiares son patriarcales y no democráticos. En ambos, el padre (Estado) gestiona la vida de los hijos y no manda obedeciendo ni hay decisiones colectivas, porque en ambos casos se trata de familias patriarcales, basadas en valores de dominio, antidemocráticas e individualistas. Así que, vaya dos opciones.

La extrema derecha, como Trump, y la derecha neoliberal, como Clinton, comparten las mismas bases y principios. En las últimas elecciones americanas, y seguramente en las próximas que se planteen entre estas dos opciones, con ninguna de las dos tenía ni tendrá esperanza un sistema político ni económico humanizado, que desarrolle los mejores valores humanos, la democracia, el Estado de Derecho o los Derechos Humanos.

Los dos representan una negación a la esperanza de democracia. Como Clinton, que refrenda los poderes tecnocráticos neoliberales de carácter internacional y antidemocráticos. En el discurso de Trump, se encuentra los ecos de esa defensa de la libertad individual por un poder autoritario (una idea propia del protestantismo, como destaca Fromm).

Los dos suponen también la negación de los derechos y valores sociales y medioambientales como límites a la explotación capitalista. Clinton representaba el absolutismo neoliberal de que todo sea reducido a mercancía disponible para la especulación (lo que implica quitar cualquier condicionante como derechos del trabajo, protección del medio ambiente, etc.). Trump destacó como defensor de los valores del egoísmo y el dominio individualista, que no pueden ser lastrados por esos límites colectivos o morales.

¿Cómo puede ser que la gente que se siente defraudada por el neoliberalismo apoyara a una extrema derecha que lo que hace es extremar sus bases? Creo que estas fuerzas de extrema derecha, como hizo Trump, ofrece algo radicalmente diferente: permitía a las personas reivindicarse, aunque sea a base del odio y la exclusión.

Lo que llamaron globalización es una absolutización a nivel mundial. La absolutización de los valores mercantiles, de convertir el mundo entero en mercancía, de los privilegios de una minoría por encima de cualquier democracia, de una ideología de desigualdad, de tener a las personas como herramientas de la especulación. Tal ha sido esta absolutización que han convertido en realidad su grito de guerra de no hay alternativa.

Y aquí está la cuestión: en la absolutización neoliberal no hay alternativa donde las personas se levanten y reivindiquen su dignidad, sus derechos u otros valores que se reconozcan más allá de los privilegios, el poder y el dominio de los poderes político-financieros. El sistema es absoluto y sus necesidades absolutos, las personas quedamos como herramientas u objetos, con todos nuestros derechos condicionados. Desde este sistema inmenso nos han convencido de que la única forma de que no explote todo y nos absorba el caos, es que nos quedemos como objetos del sistema, aceptemos nuestros derechos como secundarios y sacrificables, nuestra esperanza y nuestros valores como condicionados. El sistema requiere el sacrificio de todo lo humano, la renuncia a los valores sociales, democráticos y medioambientales, la renuncia a levantarnos y reivindicar nuestra dignidad porque todo está condicionado a las necesidades del gran leviatán piramidal que destruye todo si no se le da para devorar todo.

En última instancia, votar a Clinton era continuar en esa claudicación, con la cabeza agachada para el sacrificio. No es que Clinton fuera la alternativa a Trump, sino Trump la única alternativa con fuerza a Clinton.

Creo que parte importante del éxito de Trump y de las extremas derechas se basa en que se presentan como una alternativa que permite a las personas (o a algunas personas) reivindicarse, levantarse y reivindicar valores de su identidad (aunque sean valores nacionalistas con tintes xenófobos) y decir, yo soy importante más allá de este sistema, yo soy una persona y no un objeto de este sistema.

No me extraña que muchos ciudadanos y ciudadanas de Estados Unidos estén destrozados anímicamente. La única forma para reivindicarse que les han permitido, se ha construido con odio hacia el exterior, renunciando como personas a lo mejor de nosotros mismos.

Esa fue la elección entre Kang y Kodos, en la que lo humano no estaba permitido. Esto son las elecciones que nos eperan en otros países, el terreno abonado para la extrema derecho, porque solo se puede votar renunciando a todo valor y reivindicación de personas, o bien por una reivindicación de las personas desde una identidad de odio y deshumanización.

Creo que la izquierda debería levantar una alternativa que se base en reivindicar a las personas excluídas del orden existente, y los valores humanos, la solidaridad, la democracia, el valor del medio ambiente, el trabajo, las personas, los grupos sociales, los pueblos… Necesitamos exigir su reconocimiento institucional y jurídico, y defenderlos más allá de los límites que enmarca el marco hegemónico neoliberal. Una alternativa que permita a los ciudadanos y ciudadanas reivindicarse y levantarse como personas plenas ante ese orden que no les permite vivir como tales, levantarse como personas y reivindicar los valores propios de su identidad y formas de vidas para defenderlos por encima de ese orden que los niega.

Si no se hace, será la propia derecha la que construya, desde sus extremos una alternativa que permita a los vapuleados ciudadanos reivindicarse y levantarse ante este orden, pero lo hará con deshumanización y a base de odio, como está pasando en tantos y tantos lugares, para que no se cuestione las bases de los privilegios de las élites.

5 comentarios sobre “En elecciones deshumanizadas, gana la extrema derecha

  1. Como en la España del Frente Popular, en la España democrática o en la Unión Soviética. O directamente como en la Unión Europea…………………..eso de utilizar la palabra nazi para todo, para reflejar lo repugnantes que son de por sí los sistemas de gobierno que padecemos por sí mismos y por lo que son, asquea bastante. Entre otras cosas porque no tienen nada que ver.

      1. Donde se nos impide hablar o pensar diferente es en la UE y en los diferentes estados democráticos occidentales. El nacionalsocialismo y el fascismo fueron derrotados militarmente por el liberalismo y el comunismo en el 45. A ver si empezamos a enfrentarnos a la realidad tal cual es.

  2. Pero que pesados que son los progres, pronto llegara vuestro fin!

    En 2017 va a ganar le pen y alternativa por Alemania. Asi que ya sabeis, iros a tomar por saco!

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