Día de huelga

Queridos lectores,
La semana pasada no estuve en España. Fui a hacer algo importante, previsto desde hace meses, a luchar una vez más en Europa..
Imagen de www.unfotografo.es
pero no les puedo contar más detalles. El caso es que no estuve la jornada de huelga general, probablemente una de las jornadas más decisivas para el futuro de España, y por eso no puedo narrar en primera persona qué sucedió. Pero uno de los lectores sí que estuvo, estuvo en el meollo de los acontecimientos de Barcelona, y ha accedido a escribir su crónica de ese día.
Les dejo, una vez más, con Ferran Fontelles.
Salu2,
AMT
 
29 de marzo de 2012.Huelga general. Barcelona.
Losdías previos fueron tensos, irritantes, nerviosos. Se cocía algo.El ambiente llevaba macerando varias semanas, meses, pero fue la víspera cuando se empezó a notar que el día siguiente iba a ser un día largo,muy largo. Se empezó a notar la electricidad estática que emana deuna buena parte del pueblo: indignado, aturdido, enrabiado,arruinado o deprimido. Alterado, vamos. Me fui a dormir recordando elcortado que hice en el bar de siempre. “Mañana abrimos, noos preocupéis, aquí no pasan los piquetes y si pasan, no lalían”. Cerré los ojos. Me dormí.

Melevanté hacia las ocho y media. Salí a la calle. Di una vueltaantes de ir a por el café. Tenía mucha curiosidad de ver comoempezaba el día en mi zona. Crucé el semáforo: creí ver pocoscoches. No sé si me traicionó el subconsciente, o es que habíamenos de lo normal (luego entendí que con Diagonal y Rondade Dalt cortadas intencionadamente, quizás eso teníaexplicación física). El bar estaba abierto y vacío. ¿Esquiroles?Supongo, pero, ¿no estaban en su derecho también? Es que al final deldía hasta dudaba de cuales eran los derechos de los que abrían ylos de los que estaban en huelga, cuales eran las diferencias entreautónomos o trabajadores sujetos a un jefe, si se puede llamarpiquete a gente que aprovecha para robar pequeñas cosas… Llegó unhombre, pidió un café con un poco de coñac, y explicó que unospiquetes le habían hecho cerrar (su oficina de inmobiliaria,precisamente). El seguimiento de la “vaga” (huelga) era desigualen mi barrio: partes que parecían transmitir normalidadseguidas de tiendas más o menos cercanas entre sícerradas. TaTaTaTaTaTaTaTaTaTa… el primer helicóptero deldía, a media mañana. Me hice la comida. Puse la televisión:fallaba el señal a ratos. Miré Internet: iba un poco máslento de lo común. El Gobierno hablaba de “normalidad” a esashoras. La única clase que tenía ese día estaba suspendida. Laprofesora ya avisó de que secundaba la huelga, argumentando que estabapreocupada, que veía como el dinero de su Departamento peligraba, yque no iba a venir a dar clase. “He visto el barrio, he comido, heseguido el breve parte informativo que dieron por la TV.. ¿qué hagoaquí en casa?” pensé. “Voy a ir al centro, donde estáconvocada la manifestación. Mier–, servicios mínimos entransporte público”. Cogí la chaqueta y salí andando. 

Durantela larga caminata, fui observando distendido qué tiendas estabancerradas y cuales no. La gente andaba en mi dirección. Todo normal.Escuché una conversación cercana “No sé cualessindicatos han convocado la huelga, pero estoy en el paro, y con talReforma Laboral no pinta bien la cosa”. Iban a la manifestación,sin duda. Luego me enteré de que fueron varias las marchas que seemprendieron separadamente para llegar al mismo punto. Llegué a losaledaños de la Plaça Catalunya (corazón catalán delMovimiento 15-M del año pasado, punto de celebracionesdel Barça también, quizás el punto más amplio ycéntrico de la ciudad). Estaba en una calle cercana. A partir deaquí el relato tiene tres partes: la que viví, la que pensé y laque leí.
Laque viví. Llegué y vi un mosaico generacional, personas dedistintas etnias y estatus. Gente de todo tipo. Padres con susniños. Gente que iba a título individual. Gente con su grupillo.En silencio. Gritando alguna que otra consigna. Con y sin pancartas.Con música. Leí “Nuestro Presi: Atur Más” enlugar del correcto Artur Mas, President dela Generalitat (atur es paro en catalán). El ambienteera cordial. Las conversaciones entre gente que no seconocía eran habituales. “La culpa es de la corrupción y de lanula planificación de las obras públicas y de su viabilidad”decía un hombre a otro. “Acaban de echar mi compañero de curro!¡Qué fuerte! ¡Estoy flipando!” decía a su novia un chico conla cara descolocada. “Vivíamos por encima denuestras posibilidades pero lo de ahora tampoco hayderecho”. Y de repente… “Orgulloso de estar, entre elproletariado, es difícil llegar a fin de mes y tener que sudar ysudar… pa’ ganar nuestro pan”. Me quedé helado. Una señoraque podría ser perfectamente mi abuela cantando el ValsDel Obrero, del grupo Ska-p ( un grupo con un público potencialde una generación más joven respecto a la mujer que lo cantaba tanfelizmente). Estaba de repente cerca de la marcha de los“Iaioflautas”, un grupo de gente mayor, curtida, que se sintióofendida (imagino) tras el 15-M, cuando parte de los medios empezaroncon lo de “perroflautas por aquí, perroflautas porallá” intentando desprestigiar tal movimiento, y decidieron quetambién ellos debían hacer notar su malestar. Pensé: “tiene migael asunto que se manifiesten los que consiguieron tales derechosahora que peligran”. 
Imagen de www.cgtbarcelona.org
 Vi varias situaciones graciosas y pancartasingeniosas, cuando de repente oí alguien con un “ya lalían”. De repente me fijé (poco observador yo…) quesalía humo negro de no sé qué calle. Había visto varias brigadasde los Mossos d’Esquadra (cuerpo de policíade Catalunya), pero estaban estáticos, erectos, inmóviles.No había visto disturbio alguno hasta el momento. La gente se quedódonde estaba, pero algunos empezaban a desfilar andando. Sabía comoacabaría aquello, y me sumé a ellos: no quería tener que correr.Hasta aquí lo vivido.
Imagen de www.noticias.lainformacion.com

Queríacoger el metro, pero me fui a pie: prefería andar otra hora más quesubirme y estar como una anchoa dentro. Tampoco hacía mal tiempo niera demasiado tarde. Pensaba mucho. Qué debe estar pasando. Si hanempezado ya las cargas policiales. ¿Y los niños, abuelos y gente debien que acababa de ver? ¿Y mis conocidos? ¿Qué factor es el culpablede que siempre acabe la cosa igual? Al cabo de unos cientos de pasosmi reflexión interna pasó por varias formas intermedias hastallegar al Peak Oil, otra vez más, otro día más… ¿Y si lagente supiera la que se nos avecina energéticamente hablando? ¿Ysi nos lo contasen cómo es sin más? ¿Cuál va ser el futuro? ¿Quéparte de los manifestantes se quedan solo con el “laculpa es de ZP o de la corrupción o de la evasión o de…..” yqué parte también sabe que hay algo más, algo más estructural? ¿Siya estamos como estamos, hasta donde llegaremos, donde está lalínea? ¿Que será del mundo, que será de mi? Y cuando ya tenía unbarullo mental considerable, cuando las piernas me andabansolas, casi místicamente mi subconsciente se puso en alerta: elportal de mi casa, casi me lo paso de tanta abstracción.

Loque leí. Llegué a casa, precalenté el horno para haceruna pizza y me senté en el sofá. Las redes socialesardían ya con vídeos, fotos y comentarios de lo vividoen Plaça Catalunya y Barcelona en general. Empecé aver vídeos que colgaba la gente en Internet. Me quedéun poco alterado: me enteré de quelos Mossos de Esquadra (tras pillajes, actos vandálicos y fechorías varias de unagente que no sé que concepto deben tener de manifestación…)empezaron a usar gases lacrimógenos con el fin de dispersar ala multitud. Dicho gas se había usado de forma muy poco continua enlos últimos años, señal de que fue una tarde intensa. Vi variasfotos de gente que estuvo allí con cámaras, de porrazos,de persecuciones, hasta una foto de una madre protegiendo asus hijos de una carga de los Mossos, con las caras delos niños llorando aterrados o el vídeo donde se pega aun hombre que iba con muletas. 
Imagen de 20minutos.com
Quizás ya rizó el rizootro vídeo donde aparecen unos bomberos enseñando alos Mossos moratones de porrazos y donde se oye a unbombero gritando “…además trabajamos juntos, somoscompañeros”, y que acaba con la policía lanzando más gaslacrimógeno, para finiquitar el asunto. Me enteré de que hubovarios detenidos y pensé “como siempre, van a detener los pocosque han pillado. Qué más da lo que exactamente hicieron. Qué másda si lo hicieron con motivo de liarla solamente, o con el afán decambiar la sociedad, o con ánimo solo de bloquear el acceso aBarcelona: son los que pillaron, unos pocos, buenos o malos, de losque estaban cerca del meollo en un momento incómodo. Pero ya lostienen, los cabecillas de turco. Y ya más adelante se empezarona oír voces de la casta política. Que si merecen sancióndigna, de que si deberían merecer penas al estilo kale borroka (¿al nivel de terroristas?), de que si “la huelga norecibió suficiente respaldo como para que el Gobierno deEspaña deje de tomar las decisiones correctas(ministro alemán de finanzas Wolfgang Schauble dixit). Frasescomo la del conseller de Interior Felip Puig respectolos heridos “Ya no vale decir yo pasaba por allí”. Imagino queserá el caso de los que han sido operados por rotura de bazo, traspatada de Mosso. Fotos de sangre y sudor y pancartas yenfrentamientos. Vídeos de choques, de llantos, de gritosy de pena. Llegó un momento ya que cerré el ordenador. Abrí laúnica lata de cerveza que me quedaba y me estiré en el sofá. Dóndevamos, dónde iremos a parar. Qué queremos. Qué hemos conseguido conla huelga. Qué ha ido bien, qué no. Qué nos queda por hacer. ¿Seenquistará tal nivel de violencia? ¿Irá a más por ambas partes?Hasta que al final, miré el techo y pensé: por hoy basta.Mañana volveremos con la “huelga”, ni que sea atítulo individual. Ya que, según creo, esta crisis no acabaránunca, al menos dentro del actual paradigma. Me puse en lacama. Estaba muerto de cansancio. Cerré los ojos y medormí.

FerranFontelles, estudiante universitario

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