La amnesia coge el fusil

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LA AMNESIA COGE EL FUSIL

Antonio Pérez

21.marzo.2017

Según reza el catecismo católico, las potencias del alma son tres: Memoria, Entendimiento y Voluntad. Palabra de dios. Pues bien, por increíble que parezca, un segmento -por otra parte algo meapilas- de la intelectualidad socialdemócrata española ha comenzado una campaña contra la primera de las potencias espirituales: la Memoria. ¿Es que la sumisión que profesan ante la cultura gringa les ha contaminado hasta el punto de volverse medio herejes? Pudiera ser pero, antes de profundizar en esta hipótesis, conviene describir algunos pormenores de esta campaña.

Primera ofensiva

Los idólatras de la diosa Amnesia comenzaron las hostilidades con una típica maniobra de ablandamiento histórico-filosófico. Su artillería atacó los confines de la retaguardia del enemigo memorioso con la intención de pulverizar la noción popular de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. Vinieron a decirnos, ‘¿para qué recordar un pasado infecto si el presente es esplendoroso y el futuro será hasta fluorescente?’ Carpe diem, pues. Estoy de acuerdo con el latinajo pero, gozar del día a día, ¿qué tiene que ver con el pasado?, ¿acaso no hay personas que se divierten recordando? Si no las hubiera, ¿para qué levantar estatuas y celebrar aniversarios? O, pensando con el bolsillo, ¿para qué disfrutar de las herencias?

Todos sabemos que la Memoria peca a menudo de selectiva y hasta de arbitraria. Pero esto es una banalidad y las banalidades hay que denunciarlas mediante el análisis. Por ello, prima facie, hay que distinguir entre a) los que, sospechando de su propia memoria, adjuntan pruebas que limitan la arbitrariedad y b) los preferidos por los Amnésicos que son, precisamente, los ególatras que practican el autobombo. Saben los Desmemoriados que sembrar memorias falsas es como sembrar minas antipersonales: una eficaz estrategia contra la Memoria.

Asimismo, todos sabemos que no todo el pasado fue mejor. Pregonar como verdad absoluta lo que no pasa de ser un dicho popular es atacar a un enemigo inventado. Y eso es exactamente lo que hizo la avanzadilla artillera cuando, hace casi tres meses, inauguró la guerra abierta contra la Memoria. A mi juicio, el pistoletazo de salida lo dio el siguiente reportaje:

Michel Serres: la humanidad progresa adecuadamente. El filósofo francés sostiene en su nuevo libro que el mundo vive su mejor época desde hace 3.000 años” (El País, 31.XII.2016) Titulares a los que sigue un recuelo de citas de Serres como apoyatura al cogollo del pasquín, a saber, un colofón con pretensiones empíricas al estilo de ‘ha crecido la esperanza de vida’, ‘ya no hay guerras mundiales’, ‘se respetan los Derechos Humanos más que en la Edad Media o cuando la Inquisición’, etc. El doctor Pangloss no lo hubiera dicho mejor cuando predicaba que su mundo era el mejor de los posibles aunque Lisboa hubiera sido destruida por un capricho divino.

Por supuesto, el gacetillero (al que se unieron plumillas orgánicos como Javier Cercas y S.L.) que nos resume a Serres –for a fee ideológico, claro está- se olvida del crecimiento de la desigualdad, de la destrucción de la Tierra, del coste oculto tras el feroz incremento de las horas laborales, de la guerra mundial Norte-Sur, etc. Y si menciona algunos desastres (sobre todo en África), es sólo para demostrar que son las excepciones que confirman la regla del irresistible progreso del Progreso. Es decir, un panglosianismo rampante que firmaría el susodicho hijo de Voltaire quien, probablemente, añadiría las calamidades inauditas que le ocurrían a diario como pruebas tan paradójicas como palpables de que “la humanidad progresa adecuadamente”.

Segunda ofensiva

Una vez observados los daños causados en la Memoria por aquel bombardeo artillero, los GAL (Gallardos Amnésicos Locuaces) pasaron a la segunda fase: la ocupación del territorio enemigo. De ahí que, el mismo medio de manipulación o Newsletter extraoficial de la Embassy USA, difundió hace unos días un grueso pasquín monográfico titulado “Una reivindicación del olvido” cuyo subtítulo es igualmente beligerante: “La conmemoración de la memoria histórica se ha convertido en un deber moral, en un nuevo culto” (El País, 19.III.2017)

Más claro no canta un gallo sectario por lo que no merece la pena analizar los balazos de los ilustrados soldaditos que componen este pasquín. Si acaso, señalaría a título de ejemplo que en él se atribuye la guerra de Bosnia a un factor único que, huelga añadirlo, es la Memoria. Pero no la gran Memoria Universal sino la diminuta memoria de los bandos en liza. Al parecer, en aquella guerra no intervinieron multitud de factores ni hubo zarpas alemanas, ni vaticanas ni gringas ni siquiera de los mercaderes de armas. Al parecer, se lió la marimonera por una pelea del vecindario lo cual es verdad… pero sólo es una parte ínfima de la verdad.

Sólo faltaba el nihil obstat del Papa Amnésico: Felipe Gonzálex. Por ello, en el mismo ejemplar se emite el GAL (Gran Aviso Luminoso) de los GAL bajo forma de un artículo de ese Papa que comienza: “La memoria es una mochila que llevamos a la espalda. Algunos sentimos el peso de la mochila, otros se olvidan de que la mochila está ahí y cuando se olvidan, la mochila es caprichosa y se voltea: en lugar de estar en la espalda, se pone en frente de la cara y le impide a uno ver el futuro”. Dejando aparte la pedestre redacción y traduciéndola con palabras de moda, el expresidentex (sic) nos viene a predicar que la Memoria se deslocaliza no por Voluntad del memorioso sino porque es autónoma del individuo. Pero entonces, ¿quién autonomiza a la Memoria? Gonzalex no cree necesario explicarlo, quizá porque no se atreve a endosárselo a una potencia divina, quizá porque aborrece de la autonomía en general. Sea como fuere, Gonzálex sí concluye que la deslocalización de la Memoria anula el Entendimiento. Es decir, que la Memoria es buena mientras se quede donde debe estar: varada en el pasado y encadenada a cada individuo, no vaya a ser que se desmande y obnubile las entendederas. Por tanto, la Memoria no es un tema social y colectivo sino meramente personal, privado e independiente del sujeto humano. Corolario ético: la Memoria es incluso amoral puesto que se pasea por la psicogeografía sin que intervenga la Voluntad del individuo.

¿Más claro no canta este gallo? Pues no porque, a renglón seguido, el expresidentex cae en una flagrante ambigüedad o contradicción cuando añade que “Hay políticos adanistas que imaginan que la historia empieza con ellos. Cometen grandes errores. La historia pesa, pero no debe condicionarnos”. Señor Gonzálex: los “políticos adanistas” no son los que adoran la Memoria sino, al revés: son los que la ignoran. Ahora bien, Usted está convencido de que la democracia española nació gracias a su persona –carisma, en la bocaza de sus tiralevitas- y por esa razón intenta que nos olvidemos de que Usted comenzó siendo jefe de centuria falangista y luego trepó hasta la Presidencia gracias a negar su pasado y, peor aún, el de sus (supuestos) enemigos franquistas. Por ende, Usted es un adanista de manual y, en consecuencia, uno de los principales campeones de la Legión Amnésica.

Una vez pronunciada la Palabra de Diox –te alabamos y te bendecimos bendito varón hispalense-, había que festejarla con un pastel. Pero todo pastel lleva su guinda así que, de propina, en la misma fecha y en el mismo diario, la tropa de amnésicos voluntarios descendió de sus empíreos filosófico-políticos para regalarnos un vulgar estudio de caso: “En el barrio de Minneapolis que le acogió, los vecinos del Michael Karkoc, de 98 años, que participó en el exterminio nazi, le ven como un ciudadano modelo”, y luego, en titular destacado a toda página, “Que le dejen morir en paz”.

Pues bien: durante la II Guerra Mundial, el tal míster Karkoc era un ucraniano que, cuando los nazis invadieron Ucrania, no se alistó en el vergonzantemente legalista ejército regular alemán sino que se pasó a los invasores más criminales: las SS hitlerianas. En su calidad de oficial de la calavera, dirigió el exterminio de varios pueblos. Por tanto, es culpable de delitos imprescriptibles de lesa humanidad.

¿A cuántos ciudadanos de Minneapolis ha entrevistado el gacetillero para concluir que todos sus vecinos ven al nazi ucraniano como modélico? Aunque la propaganda occidental haya convertido el atraco de Maidan-Kiev 2014 en una idílica revolución de colorines cuando realmente fue un cruento golpe de estado banderita (Stepan Bandera fue el líder ucraniano títere de Hitler) y aunque la misma propaganda haya creado el mito de una Ucrania democrática atenazada por los “separatistas pro-rusos”, supongo que no todo Minneapolis ignora la Historia. Como tampoco ignora que el nonagenario nazi entró ilegalmente en los EEUU. Además, es obvio que una parte importante de esa ciudadanía no cree que un serial killer como Karkoc tenga derecho al perdón de la Ley. Ni muchísimo menos al olvido. Entonces, ¿por qué se publica un panfleto tan sectario? Evidentemente, porque los nazis ucranianos gozan de bula mediática y, sobre todo, para que la glucosa producida por la infame peripecia de uno dellos acompañe como intendencia pastelera a los mariscales amnésicos.

Tomismo final

Como un macabro ritornello, por enésima vez ha vuelto a estallar la guerra contra la Memoria. No sólo contra el fortín de la llamada ‘Memoria Histórica’ española sino contra la Memoria Universal. Como es sabido que ocurre en toda guerra, su primera víctima ha sido la verdad, ahora acompañada por la sobrevenida herejía protestante que padecen los mamporreros de la cultura gringa. Por mi parte, como devoto europeo, me encomiendo a la corte celestial y concluyo con una sacra admonición: No confundamos potencias del alma con las facultades de ésta (Santa Teresa Benedicta de la Cruz) Las potencias serán tres (Memoria, Entendimiento y Voluntad) pero, siempre según la Santa, las facultades sólo son dos: la facultad de conocer y la facultad de amar. Contra las dos ha pecado la Legión Amnésica.

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